miércoles, 20 de febrero de 2019

Pegaso

Era un caballo alado que nació de Poseidón y de la górgona Medusa, de cuyo cuello salió Pegaso cuando el héroe Perseo la venció y mató. Al poco tiempo de nacer, Pegaso dio una coz en el monte Helicón y en el acto empezó a fluir un manantial que parece ser la fuente de la inspiración divina y que se consagró a las Musas. Animados por este hecho y por el carácter mágico del magnífico caballo, fueron muchos los que intentaron atraparlo, aunque sin mucho éxito. Sin embargo, para Belerofonte, atrapar a Pegaso fue una obsesión. Belerofonte, que era príncipe de Corintio, pasó la noche en un templo de Atenea siguiendo el consejo de un adivino y ésta se le presentó de madrugada con una brida de oro indicándole que con ella podría atrapar a Pegaso, como así fue. El manso Pegaso se convirtió en una gran ayuda para Belerofonte que lo empleó en sus muchas aventuras contra las Amazonas y la Quimera, monstruo horrendo. Una vez, sin embargo, el henchido de orgullo Belerofonte intentó subir hasta el Olimpo, y allí, Pegaso, que no quería acercarse a los dioses, o porque Zeus quería castigar a Belerofonte, lo dejó caer, mientras Belerofonte vagaba sin rumbo por el mundo, rechazado por los dioses. Desde entonces, Pegaso se quedó en los establos del Olimpo y se convirtió en el medio de transporte del trueno y el rayo de Zeus. Luego se convirtió en la constelación que lleva su nombre con las cuatro brillantes estrellas que forman el Cuadrado de Pegaso.

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