Veintidós siglos antes de la era cristiana, el justo emperador Yu el Grande recorrió y midió con sus pasos las Nueve Montañas, los Nueve Ríos y los Nueve Pantanos y dividió la tierra en Nueve Regiones, aptas para la virtud y la agricultura. Sujetó así las Aguas que amenazaban inundar el Cielo y la Tierra; los historiadores refieren que la división que impuso al mundo de los hombres le fue revelada por una Tortuga sobrenatural o angelical que salió de un arroyo. Hay quien afirma que este reptil, Madre de todas las Tortugas, estaba hecho de agua y de fuego; otros le atribuyen una sustancia harto menos común: la luz de las estrellas que forman la constelación del Sagitario. En el lomo se leía un tratado cósmico titulado el Hong Fan (Regla General) o un diagrama de las Nueve Subdivisiones de ese tratado, hecho de puntos blancos y negros.
Para los chinos, el cielo es hemisférico y la tierra es cuadrangular; por ello descubren en las Tortugas una imagen o modelo del universo. Las Tortugas participan, por lo demás, de la longevidad de lo cósmico; es natural que las incluyan entre los animales espirituales (junto al unicornio, al dragón, al fénix y al tigre) y que los augures busquen presagios en su caparazón. Than-Qui (Tortuga-Genio) es el nombre de la que reveló el Hong Fan al emperador.
Tomado de :
Jorge Luis Borges
El libro de los seres imaginarios (1968)
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