Son quizás las féminas más conocidas de la mitología escandinava, las vírgenes guerreras
enviadas por Odín a rescatar a los caídos en batalla para conducirlos al Valhalla, donde
preparan las mesas y les escancian la hidromiel: Gugr. Rota, Norn, Skuld y otras cinco
desempeñan esta función, siendo la más conocida Brunilda, que por desobedecer a Odín
perdiese la inmortalidad y fuese desposada por Sigfriedo, el hombre sin miedo, como se relata
en la leyenda de los Nibelungos. Los guerreros del Valhalla, los Einherjar, esperan la llegada
de la Batalla Final, alimentándose de la carne del jabalí Saehrimnir. Cada día lo cuecen y a la
tarde está entero.
Un héroe a punto de morir sabe que una valquiria vendrá en su búsqueda para llevarlo a la
morada de Odín, lo que lo hace feliz. Los nórdicos consideraban una vergüenza morir de vejez
o enfermedad, pues eran un pueblo valiente y guerrero, si llegaban a saber que iban a morir sin
combatir entonces ellos por si solos se hacían heridas en el cuerpo con la esperanza de que
Odín los aceptara como guerreros héroes.
A diferencia de todos los demás paraísos prometidos por las religiones del hemisferio orientalsu
atractivo, su placer prometido (además de estar en presencia de Odín) era estar en
compañía de los correligionarios, comiendo y luchando, alternativa e incesantemente. Nunca
se habló de placer sensual que no fuera banquete, o lizas con heridas que restañaban
automáticamente, al llegar de nuevo la hora de comer. Estaban las nueve robustas y sanas
Valkirias, las virginales amazonas de la guerra, despojadas de sus armaduras y vestidas de
blanco, para cumplir con su único deber: atender a los comensales, Ilevándoles fuentes llenas
de tajadas de jabalí y jarras de hidromiel, para que renovasen fuerzas y se pusieran a combatir
a fondo, sin rencor, hasta que les llamaran para la cena.
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