Llegó
a conocimiento de Shiva que vivían en el bosque Taragam diez mil rishis
herejes, que enseñaban que el universo es eterno, que las almas no tenían señor
y que realizar trabajos es suficiente para alcanzar la salvación. Shiva decidió
enseñarles la reaIidad. Ordenó a Vishnu que le acompañara con la forma de una
mujer hermosa, y los dos penetraron en el bosque salvaje: Shiva disfrazado como
un yogui ambulante, Vishnu como su esposa. Inmediatamente todas las esposas de
los rishis quedaron arrebatadas por el deseo del yogui; los rishis mismos
estaban igualmente enamorados por la aparente esposa del yogui. Pronto toda la
ermita estaba alborotada; pero pronto los ennitaños comenzaron a sospechar que
las cosas no eran lo que parecían; ellos se reunieron y pronunciaron
maldiciones totalmente ineficaces a los visitantes. Entonces prepararon un
fuego de sacrificios e hicieron salir de él un terrible tigre que se lanzó
sobre Shiva para devorarlo. Él sólo sonrió y, cogiéndolo amablemente, le
arrancó la piel con su dedo menor, y la envolvió sobre sí mismo como un chal de
seda. Entonces los rishis produjeron una horrible serpiente; pero Shiva la
colgó alrededor de su cuello a modo de guirnalda. Más tarde apareció un maligno
enano negro con una gran porra, pero Shiva presionó su pies sobre su espalda y
comenzó a bailar, con su pie todavía presionando sobre el duende. Los abatidos
ermitaños, superados por sus propios esfuerzos, y ahora con el esplendor y la
rapidez de la danza y la visión de los cielos abriéndose, habiéndose reunido
los dioses para observar al bailarín, se echaron ante el glorioso dios y se
convirtieron en sus devotos.
Entonces
Parvati descendió sobre el toro blanco, y
Shiva partió con ella para Kailas. Así Vishnu fue dejado solo con sus
acompañantes, la serpiente Ati-Sheshan, Anata, el Infinito, sobre quien
descansa el océano de leche durante la noche de Brahma. Todos estaban aturdidos
con la danza de Shiva, y Ati-Sheshan especialmente ansiaba ver otra vez la
visión. Vishnu entonces liberó a la serpiente de servirle, ordenando a su hijo
ocupar su sitio, y aconsejó a su reciente sirviente llegar hasta Kailas y
obtener el favor de Shiva mediante una vida de ascetismo. Entonces la devota serpiente,
con sus mil cabezas enjoyadas. partió hacia las regiones del Norte para estar
junto a su gloria secular y convertirse en el mayor de los devotos de Shiva.
Después de un tiempo, Shiva, adoptando la forma de Brahma cabalgando sobre su
cisne, apareció para poner a prueba la sinceridad del devoto: él señaló que ya
había sufrido los suficiente para merecer las delicias del paraíso y un elevado
sitio en el cielo, y le ofreció un deseo. Pero la serpiente respondió: «Yo no
deseo ningún cielo aparte, ni obsequios milagrosos; yo deseo sólo ver para
siempre la danza mística del Señor de todos.» Brahma discutió en vano; la
serpiente se quedaría como era, si era necesario hasta la muerte y a través de
otras vidas, hasta que obtuviera la bendita visión. Shiva entonces adquirió su
propia forma y, cabalgando detrás de Parvati sobre su toro blanco-nieve, se
aproximó a la gran serpiente y tocó su cabeza.
Entonces
él procedió como un guru terrenal —y para los shaivitas cada verdadero maestro
es un enviado de Dios— a impartir antigua sabiduría a su nuevo discípulo. El
universo, dijo, nació de Maya, ilusión, para ser la escena de innumerables
encamaciones y de acciones tanto buenas como malvadas. Como una vasija de barro
tiene por causa primera al alfarero, por causa material a la arcilla y por
causa instrumental la vara del alfarero y la rueda, así el universo tiene a la
ilusión por su causa material, el Shakti de
Shiva —esto es, Parvati— por su causa instrumental y al mismo Shiva por su
primera causa. Shiva tiene dos cuerpos, el primero con partes y visible, el
otro sin partes, invisible y trascendental. Más allá de esto está su forma
esencial de luz y esplendor. Él es el alma de todo, y su danza es la creación,
preservación y destrucción del universo, y su entrega de cuerpos a las almas y
su liberación. La danza es incesante y eterna; Ati-Sheshan la verá otra vez en
Tillai, Chitambaram, el centro del universo. «Mientras tanto», dijo Shiva,
«dejarás a un lado tu fonna de serpiente y, nacido de padres mortales, partirás
a Tillai, donde encontrarás un bosque, donde hay una columna, la primera de las
columnas cuidada por mi sirviente “Pie de Tigre”. Vive con él en la ermita que
ha hecho, y llegará el momento en que la danza se revelará ante ti y él
juntos.»
Ésa
es la historia de la revelación de la danza de Shiva en el bosque de Taragam.
Notas acerca de la danza
de Shiva
La
anterior es una de las muchas leyendas de la danza de Shiva. La misma danza
representa la actividad de Shiva como la fuente de todo movimiento dentro del
universo, y especialmente sus cinco acciones: creación, preservación,
destrucción, encarnación y liberación; su propósito es liberar de la ilusión
las almas del hombre. Es frecuentemente enfatizado que el sitio de la danza, el
sagrado santuario de Tillai o Chitambaram, es en realidad dentro en el corazón;
el alma humana alcanza la liberación cuando la visión es vista en sí misma. Se
verá que Shiva tiene muchas formas: lo mismo «malvada» que «buena». Esto debe
ser siempre así si no vamos a postular un «diablo» separado. Como bailarín en
la tierra crematoria (de sacrificios), el sitio más sucio y menos placentero,
él es esencialmente un demonio pre-ario; él es también «El Terrible» y «El
Destructor». Posteriormente la idea de Shaivate hace efectivo uso de esta
dramática imaginería, no solamente argumentando que los demonios también deben
ser una porción de Dios, no transfiriendo simplemente el sitio de danza al
sagrado santuario de Chitambaram, sino aceptando la danza como es, como
enconirando un nuevo significado en el suelo crematorio, el corazón de los
devotos, baldío y desolado, y todo es destruido salvo el mismo bailarín.
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