Ritual funerario de los mapuches que se realizaba
antes de la sepultura del cadáver. De acuerdo a la importancia del fallecido
variaba la importancia del rito. Su objeto era el de alejar a los malos
espíritus que pudieran llevarse el alma .
Según Aída Kurteff el
ritual consistía en "realizar carreras a rienda suelta alrededor de la
persona fallecida, danzar y entonar ciertas salmodias en prueba de la más alta
distinción que podía brindársele al ser amado que dejaba esta vida".
"El AUN -continúa diciendo la Kurteff- también tenía el propósito de
espantar la sombra de los CALCU o brujos que merodeaban por los cementerios
para apoderarse del ALHUE, el fantasma del muerto, y poder utilizarlo en sus
hechizos. Algunos hombres estaban a cargo de cubrir de lajas y mantas el fondo
de la huesa donde se apoyaría el cadáver, y una vez colocado en su lugar, los
deudos comían y bebían poniendo en la sepultura parte de los víveres para que
el AM o alma participe del ritual."
"También se sepultaban junto al muerto todas sus pertenencias más
preciadas, así como vasijas con granos de cereal que servirían al Am de alimento mientras no abandonase
los despojos para dirigirse al RANGUIÑHUENU, el medio cielo, pues aseguraban
que tras el firmamento visible había otro mundo, y esto que los humanos
alcanzaban a ver es tan sólo la mitad del cielo, estando reservada la otra
mitad al HUENU, cielo o más allá donde habría de ser recibido el ALHUE del
difunto".
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