jueves, 28 de marzo de 2019

BREVE HISTORIA DE LAS LEYENDAS MEDIEVALES:GALA PLACIDIA, LA REINA DE DOS MUNDOS

Las persecuciones y el martirio de los cristianos como el de Santa Eulalia habían
finalizado con la conversión al cristianismo del emperador Constantino en 313, pero
otros problemas asolaban el Imperio. A finales del siglo IV, el Imperio romano era un
gigante con pies de barro, sus vastas extensiones territoriales con más de 2.000
ciudades y cincuenta millones de súbditos eran difíciles de defender de los ataques de
los pueblos germánicos que vivían más allá del limes o frontera que marcaban los ríos
Rin y Danubio.
La unidad política del Estado giraba alrededor del emperador, pero las intrigas
cortesanas debilitaban su autoridad y permitieron a las mujeres de la familia imperial
ejercer una influencia política sin precedentes como regentes o consejeras.
Aelia Gala Placidia fue una princesa de inmejorable linaje, era hija del emperador
romano Teodosio y de su segunda esposa, Gala. Sus hermanastros eran Arcadio y
Honorio, herederos respectivamente de la parte oriental y occidental del Imperio tras
la muerte de su padre en el año 390. Por su rango familiar estaba destinada a
convertirse en una pieza clave de la política de estrategias matrimoniales del Imperio.
La princesa en poco tiempo había perdido a su madre, que murió de parto, y a su
padre, por enfermedad. Gala tenía la temprana edad de tres años y sus hermanastros
eran demasiado jóvenes e inexpertos para gobernar. De ello se aprovecharían los
favoritos y consejeros que mantuvieron a los nuevos emperadores bajo su influencia.
A finales del siglo IV el lujo y la corrupción se habían apoderado de Roma y las
intrigas de las cortes de los nuevos emperadores acusaron de traición a Flavio
Estilicón Magno, tutor de Honorio y el único general capaz de mantener el orden
dentro del Imperio en aquellas fechas.
La situación de debilidad fue aprovechada por el rey visigodo Alarico, que cruzó
el río Rubicón en 410 y saqueó la ciudad de Roma por espacio de tres días. Entre el
botín del pillaje de la Ciudad Eterna había multitud de prisioneros y entre ellos
figuraba la propia Gala Placidia, que contaba con 20 años de edad. La custodia de la
princesa fue confiada a Ataulfo, cuñado de Alarico, de quien se dice que la llevaba
atada por el pelo a la cola de su caballo. La noticia consternó a todos los habitantes
del Imperio, menos al emperador Honorio que solo vivía pendiente de la cría de
gallos para la lucha. Cuenta la leyenda que, después de la noticia del saqueo, Honorio
respiró tranquilo al saber que solo se había perdido la ciudad de Roma y no su pollito
preferido, que llevaba el mismo nombre.
El 27 de agosto de 410, Alarico abandonó Roma ya que los graneros de la ciudad
estaban vacíos y necesitaba alimentar a su pueblo. El rey visigodo se dirigió
apresuradamente hacia el sur de Italia para encontrar víveres antes del invierno. Su
objetivo era llegar al norte de África y apoderarse de los graneros del Imperio: si las
cosechas de maíz no llegaban a Italia, ciudades como Rávena caerían sin necesidad
de asediar sus murallas. Para ello ordenó construir multitud de embarcaciones, pero
una terrible tormenta hundió a la flota visigoda ocasionando graves pérdidas. A los
pocos días Alarico enfermaba y moría desconsolado cerca de Cosenza. Algunos
atribuyeron la repentina muerte a una venganza de Gala Placidia.
El historiador romano del siglo VI Jordanes, en su Gética, cuenta cómo
enterraron a Alarico con el valioso tesoro del saqueo de Roma bajo el río Busento, en
la región italiana de Calabria. Para su sepultura se hizo una gran obra de ingeniería:
se desvió el curso original del río para las exequias, y después el agua fue devuelta a
su curso natural. Todos los campesinos y esclavos que intervinieron en la
construcción de la tumba fueron asesinados para evitar su profanación y la revelación
del secreto.

Los favoritos del emperador Honorio (1883), obra del pintor inglés John William Waterhouse, conservada en la
Art Gallery of South Australia. Este lienzo refleja la leyenda transmitida por el historiador Procopio de Cesarea,
en el siglo VI, según la cual el emperador Honorio se sobresaltó cuando le informaron de la caída de Roma
pensando que se trataba de un accidente que habría sufrido su pollo preferido, que llevaba el mismo nombre.
Ataulfo sucedió a Alarico como rey de los visigodos. El nuevo caudillo tuvo las
máximas atenciones hacia la princesa romana y esta se enamoró de él. Pero el
emperador Honorio presionaba a Ataulfo para recuperar a su hermana haciéndole
chantaje y exigiendo el retorno de la princesa a cambio de alimentos. El 1 de enero de
414 Gala Placidia se casó con Ataulfo en Olimpiadoro, en el sur de la actual Francia,
cerca de Narbona, certificando el amor que sentían el uno por el otro en contra de la
voluntad de Rávena y Constantinopla, centros del poder romano. En la ceremonia,
Ataulfo iba vestido a la usanza romana y se sentó en un lugar más bajo que Gala
Placidia. Esto demostraba el respeto del rey por la novia que dejaba de ser una
prisionera para convertirse en reina y, a su vez, era símbolo de la voluntad de
acercamiento al Imperio romano.
Cuando el general romano Constancio presionó a los visigodos dejándolos sin
suministros al cerrar el puerto de Arles, también en el sur de Francia, Gala Placidia se
había convertido en la esposa de un rey rebelde que se veía obligado a cruzar los
Pirineos con todo su pueblo en busca de alimentos.
Ataulfo decidió instalarse en Hispania en el otoño de 414, estableciendo la capital
en la ciudad romana de Barcino, a la que ya conocemos a través de las vicisitudes de
Santa Eulalia. Gala Placidia gozó de unos momentos de paz en la nueva ciudad
disfrutando del amor del rey y de su avanzado embarazo. El 20 de noviembre de 414
nació Teodosio, en quien estaban puestas las esperanzas de la unión de dos linajes: el
romano y el visigodo. Ese niño nacido en Barcino estaba llamado a dirigir el Imperio
romano dado que Honorio no tenía hijos; algo que de suceder cambiaría el curso de la
historia al llevar la corona de Roma un heredero con sangre bárbara.
El pequeño Teodosio tuvo una vida corta, el difícil embarazo de Gala Placidia en
el viaje hacia Barcino había hecho que naciera un niño débil y enfermizo que murió
con los primeros fríos del invierno, solo cuatro semanas después de haber venido al
mundo. Las desgracias nunca vienen solas, y el 14 de agosto de 415 el rey Ataulfo
era asesinado en las caballerizas de palacio por un grupo de traidores que le acusaba
de un colaboracionismo excesivo con los romanos. En pocos meses, Gala Placidia
había perdido a su amado esposo y a su hijo. La idea de sellar la paz entre visigodos y
romanos con un nuevo emperador nacido en Barcino se había diluido. Algunos
estudiosos vieron en la vida de Gala Placidia el cumplimiento de los augurios del
profeta bíblico Daniel, que vaticinaban cómo el rey del norte (Ataulfo) se casaría con
la hija del rey del sur (Gala) y no quedaría descendencia de aquella unión.
Sigerico, un noble visigodo enemigo de Ataulfo, se convirtió en el nuevo rey y lo
primero que hizo fue matar a los otros seis hijos de Ataulfo, fruto de su primer
matrimonio. Su rabia contra los romanos la expresaba con estas palabras: «Ataulfo
humilló a mi linaje en las Galias. Llegada es la hora de cobrarme sanguinaria
venganza en él y en esa romana que tiene por esposa». Gala Placidia fue privada de
todos sus honores y Sigerico la obligó a marchar a pié 12 millas por las calles de
Barcino delante de su caballo acompañada de otros cautivos, pero no se atrevió a
ejecutarla. Estos desfiles eran una señal del poder de Sigerico y una humillación para
el Imperio romano. Gala Placidia había pasado de reina y esposa querida a viuda y
prisionera de un hombre con un odio sin límites.
Los nuevos métodos de Sigerico no gustaban a toda la nobleza visigoda y una
semana después de haber tomado el poder fue asesinado por un grupo de notables.
Inmediatamente el pueblo proclamó nuevo rey a Valia, que restituyó todos los
honores a Gala Placidia como gesto de buena voluntad para poder negociar con
Constancio el abastecimiento de grano para su pueblo. En 416 los visigodos dirigidos
por Valia se comprometían a luchar contra los pueblos bárbaros instalados en
Hispania y a liberar a los prisioneros de alto rango, entre ellos Gala Placidia. A
cambio se aseguraban el abastecimiento de trigo por parte del Imperio y el estatus de
pueblo federado a Roma.
En la etapa final de su vida, Gala Placidia mandó construir diversas iglesias como muestra de su fe cristiana.
Entre ellas, el oratorio de San Lorenzo en Rávena, conocido como el mausoleo de Gala Placidia, que es donde se
encuentra su tumba. En 1996 el mausoleo fue declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad por la Unesco.
La princesa viajó de regreso a Italia con su séquito y tuvo un recibimiento
multitudinario en Roma acompañada por su hermano Honorio y el general
Constancio. Era el fin de un sueño, los meses que vivió en Barcino habían sido los
más trágicos de su vida: el destino cruel le había privado de su amado esposo Ataulfo
y de su primer hijo Teodosio, que estaba llamado a convertirse en emperador del
Imperio romano de Occidente.
La agitada vida de Gala Placidia la convierte en una figura legendaria de la
historia de la Antigüedad Tardía. Su existencia coincide con la desmembración del
Imperio romano de Occidente y las invasiones bárbaras. Su secuestro tras el saqueo
de Roma por Alarico, el matrimonio con Ataulfo y la difícil relación con su hermano
Honorio han sido estudiados y novelados a lo largo de la historia.
Existe abundante documentación del siglo V que sirve a los historiadores para el
estudio de los actos de su actividad pública, un ejemplo de ello son: la Historia
contra los paganos de Paulo Orosio, las obras del filósofo Olimpiodoro de Tebas, los
sermones del obispo de Rávena Pedro Crisólogo o las crónicas de Hidacio de Chaves
o Próspero de Aquitania. Estas fuentes muestran su faceta como gobernante y el
acceso de la mujer al poder imperial. Por contra, la información disponible sobre su
vida privada es una laguna que a menudo se ha llenado con tintes literarios.

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