sábado, 23 de marzo de 2019

EL ORIGEN DEL FUEGO EN EUROPA

La siguiente historia sobre el origen del fuego se cuenta en
Normandía:
Hace mucho, mucho tiempo, no había fuego en la tierra, y la
gente no sabía cómo conseguirlo. Todos estuvieron de acuerdo
en que era necesario ir y pedírselo al buen Dios. Pero el buen
Dios estaba muy lejos. ¿Quién podía hacer tan largo viaje? Se lo
pidieron a los grandes pájaros, pero éstos rehusaron, y otro
tanto hicieron los medianos, y hasta la alondra. Mientras se
hallaban discutiendo, el pequeño reyezuelo (rebette) se hallaba
escuchando. «Puesto que nadie quiere ir, iré yo». «¡Pero eres
muy pequeño!», dijeron. «¡Tus alas son muy cortas! Morirás de
cansancio antes de llegar allá». «L o intentaré», dijo el reyezuelo;
«si muero en el intento, tanto peor».
Así que se puso en marcha, y tan bien voló que llegó hasta el
buen Dios. El buen Dios se mostró muy sorprendido de verlo. Y
lo puso a reposar en sus rodillas. Pero vacilaba en darle el fuego.
«T e quemarás», le dijo, «antes de que consigas llegar a la
tierra». Pero el reyezuelo insistía. «Muy bien», dijo finalmente
Dios. «T e daré lo que me pides. Pero llévalo con calma. Si
vuelas demasiado deprisa, tus alas se incendiarán».
El reyezuelo prometió ser prudente, y echó a volar gozosamente
rumbo a la tierra. Mientras estuvo lejos, iba conteniéndose,
y no aceleró; pero, cuando ya iba acercándose y divisó que
todos lo esperaban y lo animaban, involuntariamente aumentó
su velocidad. Sucedió, entonces, como el buen Dios le había
advertido. Consiguió llegar con el fuego, y la gente entró en
posesión del mismo; pero el pobre reyezuelo se había quedado
sin plumas ¡todas se le habían quemado! Los pájaros se reunieron
apresuradamente en torno a él, y cada uno de ellos se
arrancó una pluma para confeccionar sin dilación un atuendo
para el reyezuelo. De entonces acá el plumaje del reyezuelo es
moteado. Sólo hubo un pájaro avaro que no quiso darle nada, y
ése fue la coruja. Todos los pájaros se abalanzaron sobre ella,
para castigarla por su dureza de corazón, y se vio obligada a
esconderse. Esa es la razón de que sólo salga de noche, y de
que, cuando intenta salir de día, todos los pájaros se precipiten
sobre ella y la obliguen a volver a su agujero.1 Aún hoy, cualquier
niño malo que se atreva a matar o robar el nido de un
reyezuelo atraerá sobre su casa el fuego del cielo. Como castigo
por semejante falta seguramente se quedará huérfano o sin
casa.2 En términos más generales, leemos que en Normandía el
reyezuelo (rebette) «es muy respetado porque se dice que trajo
el fuego del cielo, y la gente está convencida de que quienquiera
que le haga algo malo atraerá sobre sí la desgracia».3
Idéntica historia sobre el reyezuelo se cuenta en la Alta Bretaña;
también allí se dice que trajo el fuego del cielo y que
recibió una pluma de cada pájaro a cambio, con excepción de la
coruja, que declaró que sus plumas eran demasiado bonitas
para que se las quemaran; de ahí que los restantes pájaros, y en
especial la urraca, se dediquen a perseguirla. De ahí también,
dicen en Bretaña, que no se debe hacer mal a los reyezuelos,
porque fueron ellos los que trajeron el fuego del cielo. En la
región de Dol se cree que quienquiera que robe un nido de
reyezuelo, los dedos de la mano que ha robado los huevos, o el
muchacho como tal, quedarán paralizados. En Saint Donan
dicen que si un niño pequeño toca los polluelos del reyezuelo,
cogerá el fuego de Saint Lawrence (erisipela), esto es, se verá
afectado de granos o pústulas en la cara, piernas, y otras partes
del cuerpo.4 En la región de Lorient hay una historia según la
cual el reyezuelo trajo el fuego, no del cielo, sino del infierno, y
por eso se quemó todas las plumas al pasar por el hueco de la
cerradura.5
Pero en algunas partes de Bretaña se cuenta un mito sobre
el fuego que hace referencia, no al reyezuelo, sino al petirrojo.
Dicen que el petirrojo fue a buscar el fuego y que al hacerlo se
quemó las plumas. Entonces los pájaros se apiadaron de él y
resolvieron vestirlo de nuevo, dándole cada uno una pluma.
Sólo la coruja, una orgullosa ave de duro corazón, se negó a
darle sus plumas. Esta es la razón de que, cuando se muestra a
la luz del día, todos los demás pájaros le chillan, especialmente
el petirrojo, quien con sus notas reprocha a la coruja su avaricia.
6 No obstante, en Bretaña se ha hecho un intento de conci
liar la vindicación de ambos pájaros al título de ser los portadores
del fuego; ya que en una versión de la historia se dice que, si
bien fue el petirrojo quien trajo el fuego, fue el reyezuelo quien
lo prendió.7
En Guernsey, se dice que fue el petirrojo el primero que llevó
el fuego a la isla; mientras cruzaba el mar, el fuego chamuscó
sus plumas, de ahí que su pecho haya permanecido rojo para
siempre. Una mujer nativa de la isla, que contaba el cuento,
añadió: «Mi madre tenía gran veneración por el petirrojo, pues
¿qué hubiéramos hecho sin el fuego?».8
En Le Charme, departamento de Loiret, la leyenda dice que
el reyezuelo robó el fuego del cielo, y descendía con él a la tierra
cuando las plumas se le quemaron, viéndose obligado a entregar
su preciosa carga al petirrojo; pero el petirrojo se quemó el
pecho al acercarse demasiado el fuego, y tuvo a su vez que
renunciar a su condición de portador del fuego; tomó entonces
la alondra el sagrado fuego, y trayéndolo sano y salvo a la tierra,
entregó semejante tesoro a la humanidad.9 Esta historia se
asemeja a muchos de los mitos de fuego de los indios americanos,
en los que el fuego robado se dice que pasó de uno a otro, a
lo largo de una hilera de corredores de relevos.10
En Alemania, el mito del reyezuelo como primer portador del
fuego parece ser desconocido.

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