sábado, 23 de marzo de 2019

EL ORIGEN DEL FUEGO EN LA GRECIA ANTIGUA

En la Grecia Antigua la leyenda común era que el gran dios de
los cielos, Zeus, había escondido el fuego a los hombres, pero
que el astuto héroe Prometeo, hijo del titán Jepeto, le robó el
fuego a la deidad en el cielo y lo trajo a la tierra, entregándolo a
los hombres, escondido en un tallo de hinojo. Por este robo,
Zeus castigó a Prometeo, clavándolo o encadenándolo en una
cumbre del Cáucaso, y enviando un águila que a lo largo del día
devoraba el hígado o el corazón del héroe; por la noche el
órgano recobraba lo que había perdido durante el día. Esta
tortura padeció Prometeo durante treinta o treinta mil años,
hasta que fue liberado por Hércules.1
No obstante, según Platón, no fue de Zeus, sino del taller de
Hefestos, el dios del fuego, y de Atenea, diosa de las artes, de
donde Prometeo robó el fuego que entregó a los hombres. El
filósofo nos dice que los dioses habían modelado todas las
criaturas mortales, incluidos los hombres, bajo tierra, formando
sus cuerpos con tierra y fuego. Cuando llegó el momento de
transportar a las recién modeladas criaturas a la superficie de la
tierra, los dioses asignaron a Prometeo y a su hermano Epimeteo
la tarea de equipar a hombres y animales, y asignar a cada
especie sus funciones y poderes propios. Pero el loco de Epimeteo
persuadió a su prudente hermano de que le dejara a él tan
delicada tarea, que cumplió de la peor manera posible; ya que
otorgó las mejores prendas a las bestias, dejando al hombre
desnudo y sin defensas. Prometeo, el amigo de la raza humana,
se preguntó de qué manera podía poner remedio a tal desafuero,
especialmente cuando se aproximaba el día decretado por el
hado en que los hombres debían ser sacados de las entrañas de
la tierra. En su perplejidad, ideó conceder el fuego a sus favoritos,
calculando que su empleo en las artes mecánicas podría
compensar a la humanidad de la falta de dones preciosos que el
atolondrado de su hermano había prodigado a los brutos. Pero
Prometeo no podía penetrar en la ciudadela de Zeus para coger
el fuego, porque estaba custodiada por formidables guardianes;
así que penetró en secreto en el taller donde Hefestos y Atenea
trabajaban juntos, y robando el fuego a Hefestos y la habilidad
mecánica a Atenea, concedió estas dos estimables posesiones a
la humanidad.2 Esta versión platónica del mito fue conocida de
Luciano, puesto que representa a Hefestos recriminando a P rometeo
el haberle apagado su fuego y haber dejado enfriar su
forja.3 Cicerón habla del robo lemnio, por el que tan afrentosamente
fue castigado Prometeo,4 lo que implica que el fuego fue
robado de la forja de Hefestos situada en Lemnos, la isla a la
que Hefestos cayó cuando fue precipitado desde el cielo por
Zeus.5 Tal vez otro mito debió haber explicado el origen del
fuego en la tierra por medio de esta caída de Hefestos, quien sin
duda debe suponerse que trajo el fuego consigo en su caída
desde el cielo, y debió emplearlo para prender el horno de su
herrería en la isla.
Según un relato, Prometeo obtuvo el fuego celestial subiendo
al cielo y encendiendo una antorcha en la radiante rueda del
sol.6 El historiador racionalista griego, Diodoro de Sicilia, explicaba
el mito de Prometeo y su robo del fuego, suponiendo que
Prometeo había inventado los palos de hacer fuego, por cuya
fricción se produce el fuego;7 pero la tradición griega atribuye el
invento de los palos de hacer fuego a Hermes.8 Lucrecio conjeturó
que los hombres podían haber aprendido a encender fuego
observando cómo las ramas llegan a prenderse cuando el viento
las hace frotarse unas contra otras; o incluso que nuestros rudos
primeros padres pudieron haber obtenido su fuego del incendio
subsiguiente a la caída de un rayo.9
La planta (narthex) en la que Prometeo transportó el fuego
robado suele identificarse habitualmente con el hinojo gigante
(Ferula communis) , 10 que crece por todas partes en Grecia, y
puede hallarse con especial abundancia en Phalerum, en las
cercanías de Atenas.11 El viajero francés Tournefort halló este
hinojo arborescente en Skinosa, la antigua Skinussa, una p e queña
isla desierta cercana a Naxos.12 Describe el tallo como de
cinco pies de alto y tres pulgadas de ancho, con nudos y ramas
situados a intervalos de unas diez pulgadas, y todo ello cubierto
de una corteza bastante dura. «Este tallo está relleno de una
pulpa blanca que, cuando está muy seca, prende como la yesca;
el fuego se mantiene prendido perfectamente, consumiendo la
pulpa lentamente, sin llegar a dañar la corteza; de ahí que la
gente emplee esta planta para transportar el fuego de un lado a
otro; nuestros marineros cogieron una buena provisión de ella.
Esta costumbre es de gran antigüedad, y puede servir para
explicar el pasaje de Hesíodo en el que, hablando del fuego que
Prometeo robó de los cielos, dice que lo transportó en una rama
de hinojo».13 En Naxos, el viajero inglés J. T. Bent vio huertos
de naranjos divididos por vallas de altas cañas, y añade: «En
Lesbos esta caña recibe el nombre de νάρθηκα (νάρθηξ), resto de
la viejk palabra para designar la caña en que Prometeo bajó el
fuego del cielo. Puede entenderse muy bien la idea: cualquier
campesino que hoy quiera transportar fuego de una casa a otra,
la pondrá en una de estas cañas para evitar que se le apague».14
Aparentemente, el señor Bent confundió el hinojo gigante con
una caña.
Los argivos negaban que Prometeo hubiera dado el fuego a
los hombres; atribuían el honor de semejante hazaña a su antiguo
rey Foroneos,15 ante cuya tumba seguían ofreciendo sacrificios
hasta al menos el s. II de nuestra era.16 El gran santuario de
Apolo Lobuno (Lykios) en Argos mantenía perpetuamente encendido
un fuego, al que los argivos llamaban el fuego de Foroneos.
17 Sobre el personaje de Foroneos, había un viejo poema
épico titulado Foronis, del que sólo se han conservado unos
pocos versos.18 En el poema seguramente se contaba con gran
amplitud el descubrimiento del fuego por parte del héroe. Algunos
eminentes filólogos han intentado derivar el nombre de
Foroneos del verbo ferein, «llevar o traer»;19 de tener razón,
podríamos intentar interpretar el nombre de Foroneos como
«El Portador» del fuego. Adalbert Kühn ha intentado identificar
el nombre de Foroneos con el sánscrito bhuranya, epíteto
habitual del dios védico del fuego, Agni, del que dice que deriva
del verbo sánscrito bhar, correlato del verbo griego ferein, «traer
o llevar».20 Pero en mitología las comparaciones basadas en la
etimología suelen ser precarias, y en general es mejor evitarlas.
Esta última observación se aplica también a una mucha más
famosa etimología, propuesta por el mismo docto e ingenioso
estudioso. Kühn ha sostenido que la palabra Prometeo deriva
de pramantha, nombre sánscrito que designa el palo vertical del
taladro de fuego; quiere así interpretar a Prometeo como la
personificación de dicho implemento primitivo para la producción
de fuego.21 Pero son varias y fuertes las críticas que tal
derivación ha provocado.22 Ya que ni Prometeo, ni su contrapartida
india, Mátarisvan, aparecen habitualmente asociados
con el taladro de fuego, cuya invención atribuye la mitología
griega a Hermes, aunque Diodoro de Sicilia, como ya hemos
visto, atribuya su paternidad a Prometeo;23 y no parece haber
razón suficiente para abandonar el obvio sentido de «el que
piensa antes» que los griegos mismos daban como significado
de Prometeo, en contraposición de «el que piensa después»,
que sería la traducción de Epimeteo, contrastando así las características
de ambos hermanos, el prudente y el loco, el sabio y el
lerdo.
Basándose en la analogía de los mitos salvajes que, como
hemos visto, refieren con mucha frecuencia que el fuego le fue
procurado al hombre por un pájaro, Salomon Reinach ha intentado
explicar a Prometeo como si originalmente hubiera sido un
águila, que bajó el fuego del cielo, pero que, mediante una
posterior malinterpretación del mito, habría quedado transformado
en instrumento de venganza para la transgresión que él
mismo había cometido. La teoría resulta más ingeniosa que
probable; en verdad, su sabio ideador, al comparar su hipótesis
con un castillo de naipes, ha confesado con toda candidez el
débil fundamento de su apoyadura.24

1 comentario: