sábado, 16 de marzo de 2019

La forma de la estrella (ojibway)

Antiguamente, cuando no había guerras y la América estaba habitada
por indios y alfombrada de flores y el aire enriquecido por sus
fragancias, los indios se contaban por millones.
Una noche millares de indios vieron una estrella que brillaba con
un resplandor mayor que el de las otras. Se hallaba lejos, hacia el mar,
cerca del pico de una montaña.
Por muchas noches se la vio, y la gente pensaba que no estaba lejos
como parecía. Un grupo de indios salió hacia el sur para aclarar ese
misterio. Cuando regresó, contaban los indios que la tal estrella tenía la
forma de un pájaro.
Se llamó entonces a los hombres sabios de las tribus para tratar de
encontrar la significación de aquel extraño fenómeno. Algunos sabios
temieron que podía ser el anuncio de algún desastre que se aproximaba;
otros pensaron que la estrella era precursora de un gran bien.
Así pasó el tiempo de una luna y no se llegaba a un acuerdo.
Cierta noche un joven tuvo un sueño, en el cual una linda doncella
le dijo:
-He venido, dejando a mis dos hermanas, a esta bella tierra verde
que habitas, llena de pájaros y con muchos ríos. Pregunta a los hombres
sabios en qué lugar puedo vivir aquí, con ustedes, para ver esta raza
feliz continuamente. Pregúntales qué forma tendré para ser amada.
Esto dijo la brillante extranjera. El joven despertó. Al salir de su
cabaña vio la estrella relumbrando en su sitio acostumbrado. Temprano
al amanecer se escuchó el grito del Gran Jefe llamando a la Cabaña del
Consejo. Cuando todos se reunieron, el joven les contó su sueño. Los
miembros del Consejo llegaron a la conclusión de que la estrella del sur
se había enamorado de la raza humana y que estaba deseosa de habitar
entre ellos. La próxima noche, cinco altos y apuestos bravos fueron
enviados a darle la bienvenida a la extranjera. Caminaron y caminaron
rumbo a la estrella. Cuando estuvieron bajo ella, encendieron sus pipas
de paz, llenas de hierbas fragantes, y se sintieron muy felices cuando la
estrella fumó con ellos la pipa de paz.
Cuando retomaron a su aldea, la estrella les siguió con sus alas brillantes
abiertas, y sobrevoló las cabañas hasta que llegó la luz del alba.
Volvió la noche siguiente en sueños al joven bravo, y le preguntó
sobre el lugar donde viviría y qué forma habría de tomar...
La estrella fue complacida. Se le indicó la copa de los árboles, o
las flores, o que escogiera ella misma su lugar preferido. Al principio,
habitó en la rosa blanca de las montañas; pero el lugar estaba tan lejano
que nadie la podía ver. Se fue a las praderas, pero temió a la pezuña
de los búfalos. Después pensó en los declives rocosos, pero éstos se
hallaban tan altos que los niños, a los que tanto amaba, no podían verla.
-¡Ya sé dónde viviré! -exclamó, al fin-. En un lugar donde vea las
hermosas canoas indias, y los niños sean mis compañeros de juego. Los
besaré en las aguas de los lagos. Esta raza me adorará donde quiera
que yo esté... -dijo estas palabras ante las aguas de un lago donde veía
reflejada su imagen.
A la mañana siguiente millares de flores blancas se vieron flotar en
las superficies de los lagos, y los indios le pusieron por nombre wahbe-
gwan-nee, que quiere decir flor blanca.
Por las noches sus hermanas la observaban, altas, en los cielos del
sur.
Los niños, cuando veían los lirios del agua, los tomaban en sus manos
y los elevaban al cielo, y sus dos hermanas, una la estrella de la
tarde y otra la estrella de la mañana, se sentían muy felices al verla tan
bella cubriendo los lagos de blancos destellos.

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