Una bruja, en Gorriti, se subió a un árbol y, desde él, comenzó a tocar una esquila que tenía.
Al oírla, las ovejas de un pastor que allí cerca tenía su aprisco, fueron acercándose y, finalmente, se cayeron a un pozo y se ahogaron.
El pastor no podía explicarse la causa de la muerte de sus ovejas.
A la noche siguiente estaba alerta cuando oyó el ruido del cencerro. No le dio importancia, pero al oirlo repetidas veces se levantó y, tomando su escopeta, fue acercándose al fresno de donde salía el sonido.
Y viendo a la bruja sobre la rama tocando el cencerro, le disparó un tiro y la mató.
—Dispara otro tiro —se oyó una voz.
—Ya basta con uno —respondió el pastor volviéndose a su chabola.
Y es que sabía que, de disparar un segundo tiro, la bruja hubiera vuelto a la vida.
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