Hace mucho tiempo había en el pueblo de Tabalosos
un indio llamado Francisco, que cuando murió su hija la
enterró junto a la puerta de su trapiche, por cuyo motivo
el gobernador de Lamas le notificó para que se presentara
a su despacho.
Como el indio Francisco no hiciera caso a la notificación,
vinieron al pueblo dos policías con un teniente
llamado Angel para llevarlo. Entonces el indio le habló
en quechua a su mujer: «Juana shamuy ninata rurac chaymanta
inguiricuy micunampac tata Angelta». («Ven, Juana
a hacer candela y a hacer inguiri55 para darle de comer
a don Angel»).
Después de la comida, el teniente le dijo al indio:
«Bueno, don Francisco, desde este momento estás preso».
Respondiéndole aquel: «Maymaná, tata Ángel, cunanrishunchi
» («Cómo no, don Angel, ahora hemos de ir»).
Dicho y hecho, los policías le amarraron con una soga
pies y manos para llevarlo a Lamas.
En la orilla del río el indio le dijo al teniente: «Pascahuaira,
señor teniente, ñucalla rish remasjá chimpapin
huatarnuanqui huancmanta» («Desátame, señor teniente,
yo voy a ir remando en la canoa; al otro lado me han de
volver a amarrar»).
El teniente ordenó a los policías que lo desataran. Ya
al otro lado del río le volvió a decir el indio: «Nuca armacurishara,
tata Angel» («Yo quiero bañarme, don Angel»).
El teniente accedió, designando a un policía para vigilarlo;
el indio Francisco se desnudó y puso su ropa en la orilla,
se arrojó a las aguas, dio tres buceadas y solo volvió a
aparecer al otro lado del río, desde donde se burlaba del
teniente, diciéndole: «Shamuychina, tata Angelta, shamuychina
huatanwaypac» («A ver vengan a amarrarme
aquí, don Angel»).
Aburridos los policías se fueron a dar parte a la autoridad
superior. Al cabo de un mes regresaron nuevamente
al pueblo en pos del indio Francisco, a quien le dijo el
teniente: «Ahora sí, don Francisco, eres preso», Y el indio
le respondió: «Maymaná, tata Ángel» («Cómo no, don
Ángel»),
Los policías volvieron a utilizarlo como boga para vadear
el río y cuando faltaban cuatro o cinco metros más
o menos para llegar a la orilla opuesta, el indio comenzó
a moverse en forma inusitada en la canoa, exclamando:
«Jesús, Jesús, tata Ángel, ñamá sipichihuanquina» («Ya
nos vamos a ahogar, don Ángel»). Y diciendo esto volcó
la canoa, cayendo los policías al agua y él subió sobre la
canoa y atravesó el río. Los policías salieron a la orilla
nadando y todo mojados fueron a dar cuenta de lo ocurrido
a Lamas.
Cuando por tercera vez tomaron preso al indio Francisco,
no accedieron a ninguna de sus peticiones mañosas,
y lo hicieron llegar a Lamas. El gobernador le dijo al
indio: «Bueno, don Francisco, se le ha llamado para que
usted preste su declaración sobre por qué ha enterrado a
su hija en su propio tambo, sabiendo muy bien que aquí
tenemos cementerio».
El indio respondió «Yachanayquipa, señor gobernador,
tucuy tiempo manta Jesucristo puriscanta tucuy allpamá
bendecido» («Señor gobernador, desde el tiempo en que Jesucristo
anduvo por el mundo toda la tierra está bendita»).
El indio Francisco solo estuvo doce horas en la cárcel.
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