Un día que el rey Arturo regresaba con sus caballeros de una partida de caza, tropezó con un maravilloso cortejo que seguía a una dama vestida de blanco, montada en un hermoso caballo blanco, al lado de un jovencito, muy hermoso y robusto. Cuando el rey se halló frente a la dama, ésta le dijo:
-Señor, yo soy la Dama del Lago. Y he venido hasta vos para pediros un favor: desearía que armaseis caballero a este joven, que es de alto linaje, y a quien he criado como a mi propio hijo. Algún día podré revelaros su verdadero nombre y deciros cuál es su familia.
El rey complació a la gentil dama y armó al joven, consagrándole caballero. La dama besó entonces al joven en la frente y partió . La llegada del misterioso jovenzuelo suscitó gran admiración en toda la corte, y en especial en la reina Ginebra, que quedó fascinada por la luz que irradiaba de su noble rostro y su mirada ardiente. En tanto, el nuevo caballero aguardaba con ansia el momento de poder demostrar, en cualquier empresa difícil, el valor de que era capaz. Y la ocasión no tardó en presentarse.
El día de San Juan se presentó en la corte una doncella que suplicó calurosamente al rey quisiera designar un campeón para defender en duelo las razones de la dama de Noham, que había sido retada por el rey de Nortumberlandia y se exponía por falta de un defensor a perder su feudo. El joven caballero se adelantó entonces pidiendo la gracia de ser elegido, y como el rey sonriera complacido, él creyó leer en su sonrisa un asentimiento, y tomando de la mano a la doncella, se fue guiado por ella. Tanto era el fervor de su entusiasmo que no se acordó siquiera de llevar con él su espada.
Apenas la dama de Noham vio llegar a aquel jovenzuelo imberbe, se creyó perdida y suspiró tristemente. Su sorpresa y su preocupación aumentaron aún al verle sin espada. Preguntó entonces:
-¿Cómo haréis , pues, para combatir?
-No os preocupéis, señora- respondió el adolescente. Haré lo mejor que sepa. Ya veréis.
Hizo en efecto, o mejor que supo, y bien lo aprendió a su costa el rey de Nortumberlandia , pues el ardiente jovenzuelo se lanzó contra él con tal ímpetu, que al solo choque de su escudo lo derribó ; después saltó prestamente de la silla, le arranco de la mano la espada y apuntó con ella a la garganta. El duelo terminó y el feudo de Noham quedó liberado del defensor.
La fama de esta hazaña se difundió rápidamente por todo el país , llegando hasta la corte del rey Arturo. La reina Ginebra eligió entre las múltiples armas de su palacio una bella espada con empuñadura de oro y la envió al caballero como premio a su valor.
Pero las aventuras no acabaron aquí. Pues mientras Lanzarote se volvía a la corte del rey, encontró a Zoraida, una doncella de la dama del Lago, que ésta le enviaba para proponerle una nueva empresa. Se trataba de vencer los hechizos que conturbaban al castillo de la dolorosa guardia. Este castillo estaba defendido por un doble cinturón de murallas y en cada muralla hallábanse diez guardias formidables guerreros. Dentro de la fortaleza ocurrían , sin embargo, hechos misteriosos e inexplicables: aparecían horribles monstruos, resplandecían luces arcanas, se escuchaban espantosos fragores que retumbaban pavorosamente en los subterráneos. En premio a tal empresa, Zoraida prometía al caballero, darle , por fin , a conocer su nombre y su historia. ¡Imaginadse con qué entusiasmo aceptó el audaz jovenzuelo! Sin perder tiempo se dirigió al castillo, venció a los diez guerreros formidables de guardia en la primera muralla, venció también , aunque con más esfuerzos, a los diez de la segunda muralla, y, por fin, penetró en el interior de la fortaleza.
Allí le aguardaban las más duras. Tuvo que pelear contra dragones, hidras, quimeras, espantosas serpientes y monstruos que adoptaban diversos aspectos, nunca antes vistos, y la batalla fue áspera y ruda, pues cada monstruo tenía que ser combatido y vencido de modo diferente. Pero al fin, el caballero, los destruyo a todos. Entonces empezaron a aparecer y desaparecer fantasmas que hacían estremecer con sus formas repugnantes , sus aullidos horrendos, sus cegadores rayos. La lucha con ellos fue más difícil, pues los fantasmas se esfumaban sin poder ser capturados y, al ser heridos, no presentaban consistencia.
Sin embargo, con paciencia y valor, el joven triunfó también con los fantasmas. Creía ya haber terminado la dura hazaña cuando, de los subterráneos , surgieron bandas enteras de diablos desencadenados. ¿Qué hacer? El joven caballero no se turbó , sino que permaneció impasible y sereno, seguro de sí mismo y de sus propias fuerzas. Y cuando hubo disperso y puesto en fuga también las diabólicas legiones, volvieron por fin al castillo la paz y la tranquilidad. Entonces el joven rogó a Zoraida que quisiera revelarle su nombre y su historia.
-Tú te llamas Lanzarote-le dijo Zoraida-, y eres hijo del buen rey Bando, primo de Arturo. Tu madre se llama Elena, y era la reina más bellas de la Gran Bretaña. Habías nacido hacía poco, cuando tu padre fue desposeído de su reino por el malvado rey Claudio de la tierra desierta. El pobre Bando tuvo que huir al destierro con su esposa y contigo, niño e pocos meses . Pero durante el camino el desgraciado del rey cayó victima de una emboscada enemiga y la reina murió de pena antes de cerrar los ojos apareció prodigiosamente en aquel sitio la Dama del Lago, que no es otra que la maga Viviana, esposa del buen mago Merlín, te cuidó y te educo como a hijo suyo. El resto ya lo sabes. Ahora ve y cuéntale tu historia al rey Arturo.
Lanzarote se sintió muy satisfecho al saber que era hijo de un rey, aun cuando sintiera el dolor de no haber conocido a un padre tan noble y a una madre tan bella.
En la corte del rey Arturo fue acogido con todos los honores debidos al valiente caballero que había mostrado ser, y cuando se supo que además era pariente del rey, todos le quisieron y admiraron más todavía, en especial la reina Ginebra. Otras muchas hazañas afortunadas realizó Lanzarote, que ahora sería demasiado largo relatar, algún día quizás las leeréis en un relato más largo.
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