Erase una vez un rey de Frigia que teniendo un solo hijo temía verlo expuesto a los peligros de las armas. Por ello había ordenado que no se hablase nunca al joven de torneos y combates y que en ninguna ocasión se le mostrasen armas, yelmos ni escudos. De acuerdo con estas órdenes, los caballeros de la corte comparecían siempre ante el príncipe enteramente desarmados ; sin embargo sin embargo, un día Blancandino (que éste era el nombre del hijo del rey ) entró en una cámara del castillo de cuyos muros pendían unos tapices representando caballeros y escuderos amados, todos cubiertos de acero y montaos en hermosísimos caballos. Blancandino sintió gran admiración ante aquellas figuras para él tan nuevas y pregunto a su preceptor quiénes eran aquellos hombres maravillosos. De mala gana del preceptor le explico que se trataba de heroicos caballeros , y el joven juro inmediatamente que en lo profundo de su corazón que él también sería algún día un caballero como ellos.
A escondidas fue a encontrar un viejo escudero de su padre , que le prometió enseñarle a caballo, a manejar la lanza y la espada y a protegerse con el escudo. En efecto, todas las mañanas al rayar el alba, cuando el castillo estaba todavía hundido en el sueño, el príncipe recibía las lecciones del escudero, y cuando se sintió bastante hábil, partió del castillo armado sólo con la lanza en busca de aventuras.
Se adentró en una basta selva, y habiendo llegado a una gran explanada, vio tendido sobre la hierba empapada en sangre a un caballero.
-¡Socorredme!- gimió el desgraciado . He sido herido a traición por un caballero que después de vencerme ha huido raptando a la dama a quien yo acompañaba.
-Señor-repuso Blancandino-: Quisiera alcanzar al traidor y castigarlo por su vil conducta, pero no soy caballero, ni tengo armas .
-Eso lo arreglo yo- dijo el herido y haciendo que el príncipe se pusieras su propia armadura , le armó caballero a la usanza de la época.
Entonces, Blancandino montó de nuevo a caballo y se puso en persecución del traidor. Pronto le alcanzó, le invitó a defenderse blandiendo la lanza, arremetió contra el con vehemencia . Después de reñido combate el príncipe logro herir al adversario dejándolo en tierra exánime, tras lo cual condujo a la dama raptada junto al caballero herido y devolviéndole a éste sus armas, reanudo el viaje.
Pasado algún tiempo, llegó ante un río muy ancho sobre el cual no había puente alguno ; pero el joven sin arredrarse por ello, espoleó vivamente al caballo hacía el agua pensando en hallar un vado. Pero he aquí que vio surgir de improviso del rió a un caballero armado de punta en blanco., que quiso persuadirle de que debía marcharse porque en la otra orilla empezaba el reino de la princesa orgullosa , que encarcelaba y enviaba a la muerte a cuantos caballeros extranjeros se presentaban. Pero Blancandino sin dar muestras de temor, afirmó que a toda costa quería proseguir su camino . Admirado ante el valor del joven, el caballero le enseño el vado, y desapareció de nuevo en el agua.
El príncipe paso a la otra orilla sin dificultad . Y he aquí que vio avanzar hacia el a una bellísima seguida de un cortejo de damas y caballeros. Era la princesa orgullosa con su corte , Blancandino permaneció absorto ante la rara belleza de aquélla criatura , se detuvo n instante para admirarla y enseguida espoleó su caballo y se dirigió veloz hacia la capital . Al llegar a ella , sintió a la ciudad muy agitada , pues en el horizonte se divisaban numerosas naves enemigas conducidas por el rey Alimodes. La flota de este rey era muy potente y los enemigos desembarcaron sin dificultad mientras los vasallos de Orgullosa, así sorprendidos, se replegaban ante los asaltantes, que pronto llegaron a las puertas de la capital. Entonces, Blancandino, quiso ayudar a la princesa . Consiguió procurarse una armadura y una lanza y haciendo que le abrieran una puerta de la ciudad, salió al encuentro de los enemigos . Aprovechándose de su estupor arremetió furiosamente contra ellos y logró ponerlos en fuga, persiguiéndolos luego hasta su propio campo. Allí invitó a los más famosos caballeros de Alimodes a batirse con él. Once guerreros entre los más hábiles y valerosos salieron a combatir contra el osado defensor de la ciudad, pero todos invariablemente fueron vencidos por él que los llevo prisioneros a orgulloso. La princesa enamorada del joven a quien tanto agradecimiento debía , le prometió ser su esposa.
La misma noche los enemigos atacaron de nuevo la ciudad, pero también Blancandino logró ponerlos en fuga. Arrastrado , sin embargo, por el entusiasmo de la persecución se hallo muy lejos de la capital, cerca de un bosque en el que penetró sin vacilar. Pero he aquí que entonces numerosos hombres armados, ocultos en la espesura , aparecieron de improviso, lanzándose sobre el . Pronto el joven caballero se halló rodeado de enemigos. No pudiendo resistir el número de los adversarios fue desarmado, atado y llevado a la tienda del re Alimodes que le hizo embarcar en una nave; y ésta inmediatamente zarpó en dirección a una tierra lejana.
Después de algunos días de navegación , se desencadeno una violenta borrasca sobre el océano y el navío terriblemente azotado por las olas fue a estrellarse cerca de la costa . Sólo Blancandino entre todos cuantos se hallaban en el buque logró llegar a tierra a nado siendo acogido por los habitantes de aquel otro país con grandes muestras de hospitalidad . Se presentó entonces en la corte donde el rey lo alojo en el palacio. El joven se hizo querer y respetar por todos, merced de sus dotes verdaderamente raras y especialmente conquisto gran amistad del príncipe Sandino, hijo del rey. En ocasión de una guerra , Blancandino dio pruebas de su gran valor y salvó el reino de su real protector. Sandino quiso entonces demostrar su agradecimiento. Armo una potentísima flota, embarcó en ella numerosos soldados y partió con Blancandino hacia el país de la princesa orgullosa. Después de varios días , d navegación, los buques llegaron ante la capital que seguía asediada y que alcanzando el límite de su resistencia, estaba a punto de rendirse. La flota de Sandino, desembarco asaltando el campamento de Alimodes por la espalda. Los sitiadores, viéndose acogidos por sorpresa, se aterrorizaron y abandonando las armas, huyeron para alcanzar sus naves . Muy pocos pudieron salvarse, quedando muerto el propio rey Alimodes. Los vencedores entraron en la ciudad liberada, llevados en triunfo. Orgullosa salió a su encuentro ¡Y cuál no seria su dicha viendo a Blancandino al que había llorado por muerto, cabalgando a la cabeza del ejercito victorioso! Las fiestas duraron largos días y antes de que Sandino reembarcara para regresar a su patria , se celebraron las bodas con gran boato y esplendor del príncipe Blancandino con la princesa Orgullosa.
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