Cuando Merlín quiso que el rey Arturo instituyese la orden de los caballeros de la Tabla redonda, indicó también que a la izquierda del rey debía quedar siempre, en la mesa, un sitio vacío , que sólo debería ser ocupado un día por el caballero elegido por Dios para una misión especial.
En el sitio vacante se encontraron ,e n efecto, escritas misteriosamente (y nunca se ha sabido por quién) estas palabras: “Setecientos setenta y siete años después de la Pasión de Jesucristo, el día de Pentecostés, este sitio será ocupado por el caballero elegido”.
Un día de Pentecostés, precisamente, en que el rey Arturo celebraba consejo, Lanzarote, al pasar junto al sitio vacío, echó una mirada a estas inscripción. ¡Cuántas veces la abría visto y leído! Pero aquel día, no se sabe por qué inspiración , muy pensativo la consideró con más atención que nunca, y haciendo cálculos exclamó:
-Señores, amigos míos. Si echáis un la cuenta como yo, veréis que el día indicado en esta inscripción, es precisamente hoy, hoy conoceremos por fin , al Caballero elegido, digno de sentarse en este sitio.
No había aún terminado la frase, cuando la puerta de la sala se abrió sola, y por ella entró un caballero con armadura roja y sin escudo, hermosos como el sol de primavera.
-La paz sea con vosotros- dijo el recién llegado. Yo soy Galahad, descendiente directo de José de Arimatea, el discípulo de Cristo. Y en prueba de que digo la verdad, muy pronto tendréis una maravillosa visión celestial.
Los caballeros del rey Arturo, mudos de asombro, aguardaba. Y he aquí que se oyó de pronto el fragor de un trueno, mientras una luz vivísima se difundía por toda la sala. Y en medio de aquella luz, apareció milagrosamente suspendida en el aire una copa en forma de cáliz. La visión duró apenas unos instantes: luego , copa y luz desaparecieron.
Entonces Galahad habló de nuevo:
-La copa que habéis visto es el santo grial, esto, es, la copa en que Jesús bebió en su ultima cena y en la que mi antepasado José de Arimatea, recogió la sangre que brotaba de las heridas del redentor. La copa milagrosa pasó de José de Arimatea a sus descendientes, durante largos años; pero luego desapareció misteriosamente hoy no se sabe dónde se encuentra. Hay que encontrarla; ésta es la misión que nos ha sido confiada. Cada uno e nosotros es necesario que haga voto de ir mañana por la mañana a la búsqueda del Grial.
Al oír esto, todos los caballeros se levantaron de sus sillas y juraron emprender inmediatamente la búsqueda. En efecto, al día siguiente, después de oír misa , se armaron, y saltando a la grupa de sus caballos, partieron uno tras otro. El rey Arturo les acompaño hasta las puertas del castillo y vio con pesar cómo su corte quedaba vacía y desierta.
La noche de aquel mismo día, Galahad llegó hasta un convento de frailes y pidió hospitalidad para aquella noche. Y he aquí que, al bajar a la capilla para rezar sus oraciones, antes de acostarse, Galahad vio sobre el altar un escudo que los frailes le aseguraron que no había estado nunca allí. Galahad comprendió entonces que aquel escudo le estaba destinado y lo tomó. Al amanecer del día siguiente, partió de nuevo. A lo largo del camino, se le interpusieron mil obstáculos que superó fácilmente, como impulsado por una fuerza divina; mil enemigos le salieron al paso, más los venció a todos y dispersó; su escudo detenía los golpes protegiéndole milagrosamente. De este modo llegó hasta un bosque, donde en el tronco de una vieja encina halló clavada una espada, con un letrero que decía: “Soy una espada milagrosa; pero nadie, por fuerte que sea, podrá arrancarme del tronco, excepto aquel a quien estoy destinada.”. Galahad la empuño y la espada se desprendió fácilmente del tronco. En la vaina había esta inscripción: “Sólo la hija de un rey podrá dar el cinturón digno de esta espada, formándolo con la cosa que más quiera.”
-Y ahora, ¿Cómo hacer para dar con una hija de rey?- se preguntó Galahad.
Inmediatamente, una voz muy suave le respondió:
-Heme aquí: yo soy hija de rey.
Y apareció una hermosa doncella rubia que ofreció al héroe un cinturón formado de cabellos finos como filigrana de oro. Apenas entregó el cinturón, la doncella desapareció.
Ceñida la espada, Galahad continuó su camino y a la hora del crepúsculo llegó a un castillo, llamado el castillo de las aventuras. Allí fue acogido, como si se le esperase , por un grupo de caballeros vestidos con larga túnicas blancas, sobre las que aparecía bordada en el pecho, una hermosa paloma de plata. Se sentaron todos a la mesa. Terminada la cena, el más anciano de los caballeros abrazó a Galahad y le dijo:
-Nosotros custodiamos aquí el santo Grial y la lanza que el centurión empleó para herir a Jesús en el costado. Ahora, por mandato divino, que nos ha sido revelado por un ángel, estas reliquias deberán ser transportadas a España, a los pirineos, a un castillo llamado Montsalvat . Y tú eres el Elegido que debe transportarlas. Nosotros te seguiremos devotamente , porque, desde este momento, tú eres nuestro rey.
El cáliz sagrado, llamado Grial, fue traído a la mesa. Galahad lo destapó y miró adentro: un sentimiento de dicha sobrehumana le invadió y se sintió, de pronto, desasido de todas las cosas terrenas: cayó de rodillas y rezó.
Hola un gusto saludarte,,, interesante tu espacio ,,, y queria preguntarte se este articulo es de tu autoria,,, y si me lo puedo llevar a mi blog,,, pero necesito poner los creditos,,, un cordial saludo
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