Frigildo, de la estirpe gloriosa de los wikingos, había sido en otros tiempos un poderoso señor, dueño de muchas tierras y castillos fortificados y había tenido vasallos que le obedecían, respetaban y temían .Pero uno hombres codiciosos e injustos le habían arrebatado sus riquezas y lo habían arrojado del país como traidor, a él , que siempre había sido el más leal y valeroso defensor de su patria.
Entonces Frigildo se dedicó a recorrer los mares en unión de unos pocos compañeros que le permanecieron fieles en la desgracia. Pronto la fama de su audacia y el valor de sus empresas se difundió por el mundo entero, acudieron a él de todas partes los que gustaban de la guerra y la aventura . Al frente de este minúsculo y valeroso ejército , Frigildo se dedicó a acudir allí donde sabía que un tirano oprimía al pueblo, trayendo la libertad con el fulgor de su espada; capturaba a los bandidos que hacían inseguros los caminos para los honrados mercaderes; socorría a los débiles, castigaba a los tiranos. En todo el Norte no había un solo el hombre que no respetase el nombre de Frigildo el Fuerte. Pero la nostalgia de su tierra, el recuerdo de sus bosques y de sus tranquilos fiordos , donde se refugiaban los pájaros marinos, así como su deseo de vengarse del que tanto daño le había causado, afligían siempre el corazón del guerrero, que , un día, no pudiendo resistir más, abandonó a sus compañeros y regresó a su patria. Apenas puso el pie en tierra, se juró a sí mismo llevar a cabo la venganza que tantas veces meditara en las largas noches de insomnio, pasadas en el destierro, contra el rey Ring, causante de todos sus males.
Se dirigió , pues , al castillo vestido de mendigo y se unió a los demás desgraciados que esperaban una limosna. El rey se acercó ; se paró ante él y, sorprendido por algo extraordinario que había en su aspecto, lo miró largamente, como sí , a través de aquellos harapos, quisiera escrutar el alma del mendigo.
Luego ordenó que se le vistiera con suntuosos ropajes; lo puso a su lado en la mesa rea, le trató con gran gentileza y respeto, como si fuese un personaje de alto rango. No se separaba nunca de él; no tomando ninguna decisión, por grave y secreta que fuera, sin antes pedir consejo al joven.
Un día , el rey se dirigió con Frigildo al bosque y, habla que hablarás, se adentraron sin darse cuenta en la espesura del bosque y se extraviaron. El rey, que era muy viejo y se hallaba cansado del largo camino, se hecho al pie de una encina durmiéndose enseguida. Por fin Frigildo tenía en su poder a su enemigo ¿Qué hacer? Una terrible lucha se entablo en su ánimo: el odio y el respeto, la ira y la gratitud atormentaban a un tiempo al desgraciado joven. Finalmente, resuelto a matar al rey, Frigildo desenvainó la espada con gesto decidido ; pero al ver la hoja desenvainada, su lealtad triunfó y, para alejar de sí toda tentación, arrojó el arma con fuerza, lejos de sí entre las matas.
En tanto el rey Ring despertó y, sonriendo al guerrero, le dijo:
-Frigildo, durante mi sueño pensamientos extraños han ocupado tu espíritu, pero los buenos sentimientos han vencido por fin . Nunca dudé de ellos. Has de saber que desde el primer instante en que te vi te reconocí. Sé que me equivoqué respecto a ti, por lo que te pido perdón : trataré de reparar lo hecho, lo mejor que pueda.
Dicho esto lo tomó de la mano, lo llevó al castillo y allí ante toda la gente de la corte, proclamó a Frigildo su sucesor al trono.En efecto, en poco tiempo moría el rey Ring y era proclamado soberano el joven y valeroso Frigildo, que desde entonces reinó en paz sobre sus súbditos, haciéndoles felices y gloriosos.
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