Cuando a la persona que está dormida, se le pone sobre el pecho el zapato correspondiente al pie izquierdo del que ejecuta el acto, revela los secretos que tiene contra éste.
Las personas que se lavan de una misma agua, se aborrecen.
La mano izquierda escuece para recibir dinero y la derecha para pagar.
No hay que consentir que nos rasquen la palma de la mano, porque atraen y se llevan el dinero que debíamos ganar o recibir.
No deben quemarse las prendas de vestir cubiertas de piojos, porque el fuego tiene la particularidad de hacer que aquellos parásitos, se propaguen rápidamente en el cuerpo de la persona a la que pertenecen las especies quemadas.
Las patatas no pueden cocerse en la comida cuando la cocinera ha resuelto retirarse de la casa.
No hay que agitar en la noche tizones encendidos, haciendo círculos en el aire, porque se atrae a los ladrones.
Los que han nacido en el invierno, pueden detener o desvanecer las nubes cargadas de lluvia, con sólo soplarlas desde la tierra con fuerza.
Cuando el perrito faldero se alegra, es para que haya dinero en la casa.
Si al salir fuera de la casa se atraca en el empedrado el bastón, debe regresarse porque algo malo le ocurrirá a quien insista en continuar su camino.
Tropezar con un remolino de viento, es para tener pelea con alguien.
Cae de la boca lo que tratamos de comer cuando alguien se acuerda de nosotros.
Se siente zumbido en el oído derecho para tener noticias malas y calor en las orejas, cuando hablan mal de nosotros.
El bostezo dado inadvertidamente es seña de aburrimiento con el que se está.
No debe pegarse con escoba sino se quiere hacer desgraciada a la persona que sufre los golpes.
El que recoge cosas viejas de los basureros nunca tendrá fortuna.
No se debe barrer la casa tarde o en la noche, porque se ahuyenta la buena suerte.
El que tiene costumbre de defecar en su dormitorio será siempre desgraciado.
El equivocarse en una oración que se sabía bien de memoria es de mal augurio.
La avaricia hace crecer verrugas en las nalgas.
El que toma el sobrante de un líquido, que queda en el vaso, sabe los secretos de quien la ha dejado.
Cuando el hombre sirve platos de comida en la mesa, siguen con hambre los concurrentes. Para que queden satisfechos, es necesario que les distribuya la mujer.
No se debe señalar con el dedo en cuerpo propio el lugar en que recibió otro una herida causada por alguna arma blanca o de fuego, porque puede repetirse en el mismo sitio el hecho.
No hay que mirarse de noche en el espejo porque suele mostrarse el diablo.
Cuando se golpea el rostro, tampoco debe mirarse inmediatamente en el espejo, porque sale el cardenal con mayor fuerza.
El viudo o viuda, son los únicos que pueden limpiar el hollín de las cocinas, porque cuando lo hace un soltero o soltera, se augura que en el matrimonio que realice, nunca conservará con vida a su consorte.
Los cabellos de la mujer comienzan a caer cuando los manosea el hombre.
La mosca penetra en la copa de licor, cuando el que deba servirse tiene que embriagarse.
Quien pasa por debajo de una escalera tendrá algún disgusto doméstico.
Para evitar los brujeríos, aconsejan ponerse las enaguas al revés los días martes y viernes.
La persona que encuentra nueve granos de arvejas en una sola vaina, tendrá buena suerte en lo que se propone hacer.
En el comienzo de una faena o en el estreno de algún objeto, nunca se debe desconfiar de su buen éxito, o decir que durará poco o traerá inconvenientes el objeto estrenado, porque se predice y se atrae el mal sin pensarlo, a lo que llaman arjaña. Al menos rechazan y motiva un disgusto, el pronosticar mal de una persona. Temen que por haberse dicho en mala hora se cumpla el vaticinio. Suponen que en el curso del tiempo hay momentos buenos y malos, que influyen decisivamente sobre el resultado de lo que se desea, dice o hace.
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