jueves, 28 de marzo de 2019

Minos, Teseo y el Minotauro

De las tres ramas principales de la dinastía de Ínaco sólo nos queda por tratar la menos extensa, la que se estableció en Creta con la llegada de Europa a la isla, tras ser raptada por Zeus. Como se ha explicado en el capítulo VII, todas las genealogías reales de Argos, Tebas y Creta descienden de lo, la princesa argiva que vivió en Egipto, a través de uno u otro de los bisnietos de ésta: Belo, rey de Egipto, o Agénor, rey de Fenicia (cf. pp. 307 y ss.). Precisamente Europa y su hermano Cadmo, el fundador de la dinastía real tebana, son hijos del segundo. Ya hemos visto, en el comienzo del capítulo anterior, cómo el rapto de Europa provocó la dispersión de los miembros de la familia de Agénor, dado que éste ordenó a sus hijos que partieran en busca de Europa y ellos, tras fracasar en sus intentos de búsqueda, no regresaron ya a Tebas. Zeus, de manera oculta, se la había llevado consigo, cruzando el mar, hasta Creta, en donde tuvo varios hijos con ella. La descendencia que Europa engendra en Creta es bastante menor en número que la de Cadmo en Tebas o la de Dánao en Argos (a pesar de que algunos mitógrafos han intentado aclarar los problemas que plantea la cronología, como se verá más adelante) y bastante menos importante, aunque haya ciertas figuras de relieve; entre ellas, la más destacada, el gran Minos.
Incluso aquellos que no tienen un conocimiento profundo del mito del Minotauro saben que la historia mítica de Creta en tiempos de Minos está estrechamente vinculada con la de Atenas. Dédalo, exilado de Atenas, había ayudado a Pasífae a dar a luz al Minotauro y había construido el laberinto como morada para el monstruo; por mediación de una flota mandada contra Atenas durante el reinado de Egeo, Minos había impuesto a los atenienses un tributo regular: un grupo de jóvenes que servirían de alimento para el Minotauro; Teseo, hijo y heredero de Egeo, mata finalmente al Minotauro gracias a los consejos de Dédalo, y esto desencadenará una serie de acontecimientos que serán la causa de la muerte del propio Minos. Debido al estrecho vínculo que se crea entre Atenas y Creta durante el único período de la historia mítica en la que ambas compartieron una posición hegemónica, conviene que en este capítulo estudiemos los mitos atenienses y cretenses en paralelo. Por ello analizaremos en la primera parte del capítulo las conexiones entre la historia de Teseo y la de Minos y su familia; en la segunda parte, nos centraremos en la familia real ateniense, para trazar el resto de la historia desde su inicio hasta su final después de la guerra de Troya.
Las genealogías de la rama cretense de la familia de Ínaco no están correctamente sincronizadas con las de las ramas argiva y tebana, dado que Minos vivió sólo dos generaciones antes de la guerra de Troya, mientras que Cadmo y Dánao vivieron, al menos, siete generaciones antes de la guerra. El comandante del contingente cretense en Troya es Idomeneo, nieto de Minos; por tanto, Teseo y su padre Egeo, los rivales atenienses de Minos, pertenecían a las generaciones inmediatamente anteriores a la guerra de Troya. Para poner fin a las incoherencias cronológicas, algunos mitógrafos intentaron alargar la genealogía cretense afirmando que el hijo de Europa llamado Minos, era en realidad el abuelo del célebre Minos, cuyo padre había sido Licasto, héroe epónimo de la ciudad cretense del mismo nombre.[1]
Zeus rapta a Europa, la lleva a Creta y engendra tres hijos con ella
En las más antiguas fuentes que conservamos sobre el rapto de Europa, atribuidas a Hesíodo (es decir, al autor del Catálogo) y a Baquílides, Zeus, al verla recogiendo flores en un prado de Fenicia en compañía de sus sirvientas, se enamoró de ella y se metamorfoseó en toro para llevársela. La sedujo exhalando una flor de azafrán, la montó sobre su lomo y cruzó el mar con ella hasta llegar a Creta, en donde retomó su forma original y la convirtió en su amante.[2] Los autores posteriores no añaden nada importante a esta historia, incluso aunque suministren un repertorio de detalles pintorescos. Según el poeta helenístico Mosco, que aporta la narración más elaborada del episodio, el toro era amarillo y tenía un círculo blanco en la frente, además emanaba de él una fragancia divina que se impuso sobre el perfume de las flores del prado. Después de ganarse la confianza de Europa mediante su mansedumbre, su coquetería y sus melodiosos mugidos, se dobló de rodillas para invitarla a montar sobre su lomo. En la versión de Ovidio, bastante semejante, era tan blanco como la nieve virgen. Algunos mitógrafos siguen al antiguo mitógrafo argivo Acusilao y lo describen como un toro normal que había sido enviado por Zeus o por algún otro dios; en ese caso podría ser identificado con el toro de Creta capturado después por Heracles (cf. p. 345).[3]
En su nueva patria, Zeus y Europa tuvieron tres hijos de renombre: Minos, Radamantis y Sarpedón. Zeus le entregó magníficos presentes: un collar labrado en el taller de Hefesto (en ocasiones identificado con el collar de Harmonía, cf. p. 391), un gigante de bronce llamado Talo, que protegió las costas de la isla hasta que Medea le dio muerte (cf. pp. 516-517), y un perro de caza y una jabalina que jamás fallaban (que luego se llevaría Procris al Ática, cf. p. 486).[4] Cuando le llegó el momento de marcharse, la desposó con Asterio (o Asterión), rey de Creta, que se convirtió en padre adoptivo de los hijos de Europa y Zeus y no tuvo descendencia con ella. Según Diodoro, este Asterio era hijo de Téctamo y nieto de Doro, había llegado a Creta en un viaje por mar desde la Grecia central, junto a una tripulación de eolios y pelasgos, y una vez allí se había proclamado rey de la isla.[5]
Minos, Pasífae y el origen del Minotauro
Una vez muerto su padre adoptivo, Minos y Sarpedón se enfrentaron por el trono, Minos se impuso sobre su hermano y ordenó que Sarpedón y sus seguidores fueran desterrados.[6] En algunas versiones, la razón de la disputa entre los dos hermanos reside en que ambos se habían enamorado del mismo muchacho, Mileto, hijo de Apolo. Cuando Mileto mostró su preferencia por Sarpedón, Minos, airado, expulsó a ambos de la isla.[7] Más adelante (cf. pp. 456 y ss.) trataremos en detalle las narraciones sobre Sarpedón y Mileto, como también las de Radamantis, el otro hermano de Minos (cf. p. 459). Ahora nos centraremos en el reinado de Minos y en la historia del Minotauro.
Minos desposó a Pasífae, hija del dios del sol, Helios, y la pareja concibió cuatro hijos, Catreo, Deucalión, Androgeo y Glauco, y varias hijas, entre las que se encuentran Ariadna y Fedra.[8] Tuvo además varios hijos ilegítimos con ninfas locales, por lo que Pasífae, irritada por las repetidas infidelidades de su marido, lo hechizó. Como consecuencia del sortilegio, Minos comenzó a eyacular serpientes, escorpiones y ciempiés cada vez que se acostaba con otra mujer; pero, finalmente, fue curado de este embarazoso mal por una amante, la heroína ateniense Procris (cf. p. 486).[9] Para los detalles de su infructuosa persecución de la ninfa Britomartis, cf. p. 257. En lo relativo a su actividad política, Minos era célebre por dos virtudes: su sabiduría como legislador y su poder como fundador de un vasto imperio marítimo. Minos fue el primer gobernante que se dio cuenta de las posibilidades de la talasocracia y se sirvió de su flota para extender su hegemonía sobre la mayor parte de las islas del mar Egeo; a los autores griegos de las épocas clásica y helenística les gustaba imaginar que su imperio era comparable al que poseyó Atenas en la época de Pericles.[10] Minos pasó también a la historia como el que sentó las bases de la constitución cretense, tan admirada durante la Antigüedad; en estas tareas se sirvió de los consejos de Zeus, al que visitaba cada nueve años en una cueva secreta del monte Ida, en donde le hacía consultas acerca de su actividad legisladora.[11] Como ya ha quedado indicado (cf. p. 177), Minos fue tan célebre en vida por su sentido de la justicia que fue elegido juez de los muertos durante su existencia póstuma en el Hades. Sin embargo hay una tradición, alentada especialmente en Atenas —tierra que aparece sometida a la presión de Minos en las narraciones míticas—, que se aparta de esta imagen y lo presenta como un tirano. Su nombre ha servido para denominar a la distinguida civilización minoica de Creta desde que así la bautizara sir Arthur Evans, a comienzos del siglo XX, pero es mejor quitarse estas ideas de la cabeza cuando se estudian los mitos antiguos.
La mayor parte de las leyendas principales que se centran sobre Minos están conectadas de un modo u otro con la historia del Minotauro. Este monstruo fue engendrado por su esposa, Pasífae, tal como vamos a explicar ahora. Para demostrar a los cretenses que su pretensión al trono gozaba del beneplácito de los dioses, Minos pidió a Poseidón que le enviara un toro desde el mar con la promesa de que lo sacrificaría una vez en tierra. Cuando lo vio aparecer, quedó tan impresionado por la belleza del animal que ordenó que lo escondieran entre sus rebaños y que sacrificaran otro toro. De acuerdo con otra fuente, Minos solía sacrificar todos los años el toro más hermoso de sus rebaños como ofrenda a Poseidón, pero un año nació un animal de una incomparable belleza: se lo guardó para sí y sacrificó otro a cambio. En ambas versiones, Poseidón se enfureció por no recibir el toro que le correspondía, hizo que el animal se volviera agresivo y que Pasífae concibiera una pasión contra natura por él.[12] Por entonces Dédalo, el mejor de todos los artesanos, se encontraba en Creta, huido de Atenas por asesinato (véase infra). Pasífae le confió su secreto y él hizo posible satisfacer su deseo construyendo para ella un toro de madera cubierto con una piel de vaca, la conminó a introducirse en el artilugio y presentarse así ante el toro. A consecuencia de su relación con el toro, dio a luz un monstruo que tenía cabeza y cola de toro y cuerpo de hombre.[13] Se le conoce generalmente como el Minotauro (Minotauros, «toro de Minos»), aunque algunos mitógrafos cuentan que su nombre real era Asterio o Asterión, como el padre adoptivo de Minos.[14] A petición de Minos, Dédalo construyó un enorme laberinto cubierto, el Laberinto, para que sirviera de morada y prisión del monstruo.[15]
Dédalo había abandonado Atenas porque había dado muerte a su sobrino Talo (o Calo o Pérdix). Le había tomado como aprendiz, pero sus celos aumentaban a medida que el ingenio del joven crecía y amenazaba con ensombrecer a su maestro. Talo había inventado toda clase de objetos maravillosos, incluso el tomo de alfarero y un instrumento para trazar círculos; un día, la visión de una mandíbula de serpiente, con su hilera de dientes mellados (o quizá las espinas de un pez), le inspiró para la construcción de la primera sierra. Ésta fue la gota que colmó el vaso de la envidia de Dédalo, que asesinó a su sobrino despeñándolo desde la Acrópolis. Cuando se descubrió el cadáver, Dédalo fue culpado de asesinato en el tribunal del Areópago (cf. p. 478); pero escapó del seguro castigo huyendo a Creta.[16] Los mitógrafos le concedían a Dédalo un linaje regio, como nieto o bisnieto de Erecteo, rey de Atenas, por su padre Eupálamo o Metión.[17]
Minos ataca Atenas y Mégara y obliga a los atenienses a entregar jóvenes como tributo para alimentar al Minotauro
El alimento del Minotauro consistía en jóvenes muchachos y muchachas que eran regularmente enviados desde Atenas, desde que los atenienses se vieron obligados a compensar a Minos por la muerte de su hijo Androgeo. Éste, que era uno de los mejores atletas de su época, había viajado a Atenas para competir en los juegos de las Panateneas y había resultado muerto después de una discusión. La versión más común afirma que sus continuas victorias en todas las competiciones le habían granjeado el odio de todos, y en una en particular se cuenta que sus envidiosos rivales le habían tendido una emboscada mientras viajaba en dirección a Tebas para competir en los juegos funerales en honor de Layo.[18] Según otra, Egeo, rey de Atenas, le había mandado enfrentarse con el feroz toro de Maratón (cf. p. 452) por razones de estado, porque temía que el joven cretense estuviera conspirando con algunos de sus enemigos, los hijos de Palas (cf. p. 466).[19] Cuando Minos se enteró del destino que había corrido su hijo, comenzó inmediatamente los preparativos de una guerra contra Atenas. Le llegó la noticia mientras ofrecía un sacrificio a las Gracias en la isla de Paros; Minos hizo que pararan las flautas y se quitó la guirnalda de la cabeza, pero continuó con el sacrificio. Desde entonces en Paros se celebraban los sacrificios sin flautas ni guirnaldas.[20]
Antes de lanzar su ataque contra Atenas, Minos había sitiado la vecina ciudad de Mégara. Esa ciudad tenía por entonces estrechas relaciones con Atenas dado que la gobernaba Niso, hijo de Pandión, un hermano del rey de Atenas. Algunas fuentes señalan además que Minos tenía razones para atacarla ya que algunos atletas de Mégara se habían unido a los atenienses para asesinar a su hijo.[21] Niso demostró entonces que era un rival difícil, debido a que tenía un cabello púrpura —o un mechón de cabello púrpura— que le hacía invulnerable o garantizaba la salvaguarda de su ciudad mientras permaneciera en ella. El problema se resolvió cuando la hija de Niso, Escila, se enamoró de Minos al verle desde las murallas y arrancó el mágico cabello de la cabeza de su padre mientras éste dormía.[22] Según Esquilo, Minos la sobornó ofreciéndole collares de oro cretense.[23] Si ella había albergado la esperanza de ganarse el amor de Minos ayudándole a tomar la ciudad, pronto fue víctima del desengaño: él se horrorizó tanto por el acto de traición que había cometido contra su padre que la ató a la popa de su nave y la arrastró por el mar hasta ahogarla. De acuerdo con otros autores, Minos ordenó que la arrojaran del barco en el cabo Escila, en la Argólide.[24]
La leyenda de Escila fue muy popular en época helenística y romana, por lo que se conservan diferentes versiones de la historia de su muerte. La mayor parte de los autores coinciden en que se transformó en un pájaro mítico, el kiris (o ciris en latín); y parece que la etimología se explica porque cortó (en griego keiro, «cortar») el cabello mágico de su padre. En la narración del poeta helenístico Partenio, se convierte en ese pájaro misterioso mientras es arrastrada por el mar en la popa del barco de Minos.[25] Versiones posteriores añaden que fue perseguida en la nueva vida por su padre, transformado en una feroz águila marina.[26] De acuerdo con Ovidio, Minos simplemente la abandona en lugar de tirarla de su nave; ella se arroja al mar y se aferra al barco que parte, pero el terror al ver a su padre revoloteando sobre ella con la forma de un águila hace que se metamorfosee en un ciris y caiga al mar.[27] Una narración más larga y elaborada, en la que se combinan varias fuentes, es la que se encuentra en Ciris, el poema atribuido a Virgilio. Higino se hace eco de la versión más usual y afirma que Escila se transformó en un pez llamado ciris que fue atacado salvajemente por el águila marina.[28] Dado que en la literatura griega aparece mencionado un pez llamado kiris, podría parecer que esta variante es la correcta[29] y que Higino, en contra de lo habitual, no cometió aquí un error. Para otro mito en el que una doncella encuentra un final trágico tras arrancar un cabello mágico de la cabeza de su padre, cf. p. 326.
Atenas era capaz de oponer una resistencia más firme y la guerra persistió hasta que Minos perdió la paciencia y elevó una plegaria a su padre Zeus para pedirle ayuda, quien respondió con una hambruna y una peste que diezmaron a los atenienses. Tras intentar liberarse de estas infaustas circunstancias mediante sacrificios humanos (cf. supra p. 484), los atenienses realizaron una consulta al oráculo de Delfos, que les aconsejó que entregaran a Minos la indemnización que les reclamara. Para llegar a un acuerdo, Minos ordenó que enviaran a Creta siete muchachos y siete muchachas cada año —o cada nueve años en otras versiones— como alimento para el Minotauro mientras éste estuviera vivo.[30]
El tributo llegó a Creta año tras año hasta que Teseo, hijo y heredero de Egeo, fue enviado como uno de los jóvenes y dio muerte al Minotauro en su guarida. Antes de contar la historia y explicar de qué modo el triunfo de Teseo fue la causa indirecta de la muerte de Minos, tenemos que examinar los orígenes y los primeros años de la vida del más importante de los héroes atenienses.
Nacimiento de Teseo y aventuras de camino a Atenas
A pesar de que Egeo, rey de Atenas, había contraído matrimonio en dos ocasiones antes de subir al trono, con Meta, hija de Hoples, su primera esposa, y Calcíope, hija de Rexénor, su segunda esposa, no consiguió tener hijos de ninguno de sus matrimonios y comenzó a sentirse cada vez más vulnerable sin un heredero que le apoyara y le sucediera en el trono. Cuando consultó al oráculo de Delfos sobre este asunto, recibió una enigmática respuesta que le aconsejaba que «no desatara el cuello del odre hasta que llegara a las alturas de Atenas». Entendido dentro de unos parámetros simbólicos bastante evidentes, esto significaba que no debía mantener relaciones sexuales con ninguna mujer hasta que se reencontrara con su esposa de vuelta en Atenas, evidentemente porque de ellas resultaría la concepción de un hijo. Sin embargo, Egeo se sintió confuso y se desvió del camino de vuelta para preguntar a Piteo, hijo de Pélope, el rey de Trecén, que era célebre por su sabiduría. Aunque Piteo dio al momento con el significado del oráculo, no se lo reveló a Egeo para asegurarse de que su hija Etra sería la madre del hijo de Egeo, ya que ser el primer y quizá el único hijo del rey de Atenas aseguraba ciertamente un glorioso futuro. Agasajó a Egeo con vino y con un banquete en la misma noche de su llegada y luego hizo que Etra se colara en la cama de su huésped. Cuando Egeo se despertó a la mañana siguiente y se dio cuenta de lo que había sucedido, dijo a Etra que sería ella la que criaría a su hijo, si llegaba a concebirlo, pero que debía mantener en secreto el nombre del padre. A continuación escondió una espada y unas sandalias debajo de una enorme roca que estaba en los alrededores y ordenó a Etra que llevara a su hijo allí cuando fuera mayor y le dijera que, si era capaz de mover la roca, podría recuperar los objetos escondidos y llevárselos consigo a Atenas como prueba de su identidad.[31]
Ésta es la versión más común, aunque hay también otra tradición que afirma que Teseo era hijo de Poseidón. De acuerdo con una leyenda local de Trecén, Etra había tenido una noche un sueño que le había inducido Atenea, en el que le ordenaba pasar a la pequeña isla de Esferia, justo a la costa, y hacer allí una libación en honor de Esfero, un antiguo auriga de Pélope que estaba enterrado en esa isla; mientras estaba allí, Poseidón la cogió por sorpresa y mantuvo una relación sexual con ella de la que nació Teseo. Como consecuencia de esto, levantó un altar en la isla dedicado a Atenea Apatouria (Atenea engañadora) y cambió el nombre de la isla por el de Hiera (la Sagrada).[32] Para conciliar ambas versiones sobre el nacimiento de Teseo, algunos mitógrafos llegaron a sugerir que Etra se había acostado con Egeo y Poseidón la misma noche.[33]
A su debido tiempo Etra dio a luz a un hijo que fue presentado a la corte de Trecén con el nombre de Teseo. Sólo se recuerda una historia sobre su infancia en Trecén. Heracles llegó un día allí y dejó su piel de león en el suelo mientras cenaba con Piteo. Teseo, que a la sazón tenía siete años, y sus jóvenes amigos, vieron la piel, y todos corrieron aterrorizados a excepción de él que agarró un hacha y la atacó al creer que se trataba de un león vivo.[34] Cuando llegó a la edad convenida, movió la roca con facilidad, recuperó los objetos de su padre y comenzó los preparativos para su viaje a Atenas. Dado que Trecén se encuentra en la costa oriental de la Argólide, frente a Atenas en la otra orilla del golfo Sarónico, tenía la posibilidad de viajar por mar, en línea recta, o por tierra, bordeando la costa en dirección norte, hasta el Istmo de Corinto. Optó por el segundo camino, el más largo, a pesar de las advertencias, dado que le ofrecía más oportunidades de aventura.[35] Sus expectativas se cumplieron con creces, porque fue atacado por toda una serie de pintorescos villanos y en un ciclo de cinco o seis hazañas recibió sus credenciales como héroe.[36]
La referencia literaria más antigua acerca de este ciclo heroico se encuentra en una oda de Baquílides escrita en la primera mitad del siglo V a.C., que enumera todas las hazañas que vamos a narrar excepto la primera de ellas, la muerte del macero Peripetes en Epidauro.[37] Este ciclo aparece frecuentemente representado en la cerámica ática; los testimonios artísticos indican que estuvo en boga (incluso sin incluir al Macero) durante la última década del siglo VI a.C., posiblemente después de la composición de un poema épico en los últimos años de ese siglo. Aunque Diodoro es el primer autor que se refiere de modo explícito al enfrentamiento de Teseo con el Macero, ya Eurípides menciona que Teseo tenía una maza labrada en Epidauro, lo que podría significar que el poeta trágico conocía el episodio.[38] Los datos iconográficos confirman que la historia era conocida con seguridad en el siglo V a.C.
Al llegar a Epidauro, tras avanzar por la costa oriental de la Argólide, Teseo se enfrentó a Peripetes, también conocido como Corinetes (el Macero), que tenía las piernas débiles y llevaba una maza de bronce o de hierro que usaba para matar a golpes a los extranjeros que pasaban por allí. A menudo se le menciona como hijo de Hefesto, evidentemente por su cojera. Cuando Peripetes se abalanzó sobre él, Teseo le arrebató la maza y lo mató con ella. Los mitógrafos antiguos aseguran que Teseo adoptó la maza como arma, aunque realmente esta arma no sea un atributo tan característico de Teseo como lo es de Heracles.[39]
En el Istmo de Corinto luchó contra Sinis, también conocido como Pitiocamptes (el Doblapinos), un salvaje hijo de Poseidón, o de Polipemón, que utilizaba los pinos para matar a los viajeros. De acuerdo con una versión, doblaba dos pinos hasta que tocaban el suelo, luego ataba a su víctima a ellos y los soltaba, con lo que ésta quedaba partida por la mitad cuando los árboles se levantaban.[40] Según otra, obligaba a su víctima a que le ayudara a doblar un pino hasta el suelo y a continuación lo soltaba de repente, de modo que el infortunado viajero salía despedido por los aires y encontraba así la muerte.[41] Teseo le aplicó su propia medicina y lo mató del mismo modo en que él había dado muerte a otros. Su hija Perigyne se escondió en una mata de espárragos salvajes, pero Teseo la encontró y la sedujo, como resultado de esta relación tuvieron un hijo, Melanipo, un héroe menor del Ática que tenía un altar en Atenas.[42]
Teseo continuó avanzando por el istmo en dirección norte y allí mató a la cerda de Cromión, una bestia feroz que había supuesto durante mucho tiempo una amenaza para los viajeros. Su nombre era Fea (la Anciana), ya que había sido criada por una anciana. En la cerámica, Teseo aparece generalmente enfrentándose a la bestia con una espada mientras la anciana, a la que se le da en una única ocasión el nombre de Cromión, apremia a la bestia a atacarle extendiendo uno u ambos brazos.
En las rocas Escironias, ya en Mégara, la región que limita con el Ática por el oeste, Teseo se enfrentó con Escirón, un bandido que obligaba a los que pasaban por allí a lavarle los pies. Cuando estaban haciéndolo les propinaba una patada, entonces sus víctimas se despeñaban y caían al mar, donde servían de alimento de una tortuga gigante. Teseo fingió que obedecía sus órdenes y, cuando se agachó, lo agarró de un pie y lo arrojó al mar, en donde fue devorado por la tortuga.
Los megarenses se negaban a aceptar que Escirón fuera un villano. Según una tradición local recogida por Pausanias, era bisnieto del antiguo rey Lélex, y había contraído matrimonio con la hija de Pandión (el rey exilado de Atenas que había acabado por gobernar en Mégara, cf. p. 488). Tras la muerte de Pandión, Escirón se vio envuelto en una lucha sucesoria con Niso, un hijo del rey fallecido, y el asunto se puso en manos de Éaco (el rey de Egina célebre por su justicia, cf. p. 683) para que hiciera de árbitro de la disputa. Éaco resolvió que Niso se hiciera con el trono de Mégara y que Escirón se convirtiera en su polemarco (general en jefe).[43] En el servicio de este cargo, Escirón no sólo había acabado con los bandidos sino que había construido la vía principal a través del istmo, el camino Escironio, que atravesaba el abrupto paisaje hasta llegar al sudoeste de la ciudad de Mégara. Heródoto señala que, cuando los griegos comenzaron a fortificar el istmo en las Guerras Médicas, lo primero que hicieron fue cerrar este paso.[44] Los megarenses afirmaban que la esposa de Éaco, Endeide, era hija de Escirón (en lugar de ser la hija de Quirón, según la versión tradicional) y sostenían que el piadoso Éaco no hubiera tomado una decisión de esa clase si Escirón hubiera sido un villano, como pretendía el resto de los griegos. Aunque estaban de acuerdo en aceptar que había muerto a manos de Teseo, reivindicaban que había sido en circunstancias honorables, cuando Teseo, como rey de Atenas, tomó Eleusis arrebatándosela a los megarenses que por entonces la controlaban.[45]
En el camino a través del Ática, Teseo luchó contra Cerción, rey de Eleusis, hijo de Poseidón (o de Hefesto o de Branco), que solía obligar a los viajeros a pelear con él y los mataba en la lucha. El joven héroe le dio muerte levantándolo por los aires y estrellándolo contra el suelo. En época histórica era aún visible la arena del combate de Cerción, junto al camino que iba de Mégara a Eleusis. Como se puede deducir de esta historia, Teseo tenía fama de haber sido un luchador excelente, o incluso de ser el primero que había sentado las bases de la lucha como práctica en lugar de como mero ejercicio de fuerza bruta.[46]
Este Cerción de Eleusis ha sido a veces identificado con Cerción, el hijo de Agamedes, un arcadio de Estínfalo; para las circunstancias de esta identificación, cf. p. 717.
Cerción tenía una hija llamada Álope, que quedó embarazada de Poseidón y dio a luz a Hipotón, héroe epónimo de una de las tribus instituidas por Clístenes en Atenas.[47] Entregó al recién nacido a la comadrona para que lo dejara abandonado, pero fue amamantado por una yegua hasta que un pastor lo rescató. Cuando otro pastor manifestó su deseo de criarlo, el hombre que lo había encontrado se lo dio, pero se guardó la preciosa tela en la que el niño estaba envuelto. Como consecuencia de esto, surgió una discusión, ya que el segundo pastor quería esa tela como prueba de que el niño era libre por nacimiento, por lo que ambos acudieron ante el rey para que hiciera de árbitro de la disputa. Al ver las prendas reales, Cerción obligó a la comadrona de Álope a revelarle la verdad y ordenó asesinar a su hija y que abandonaran de nuevo al niño. Sin embargo el niño, al igual que en la primera ocasión, fue amamantado por una yegua y descubierto de nuevo por los pastores, que sospecharon que debía estar bajo protección divina; Poseidón, por otro lado, transformó a Álope en la fuente que lleva ese nombre cerca de Eleusis. Después de que Cerción muriera tras la lucha con Teseo, Hipotón, que por entonces ya había crecido, pidió heredar el reino de su abuelo y Teseo le concedió gustoso su deseo cuando supo que era hijo de Poseidón.[48]
En Erineo, muy cerca ya de Atenas, Teseo se encontró con el villano al que se recuerda en el dicho «lecho de Procrusto». Los griegos lo conocieron bajo diferentes nombres: Procrusto (el Martilleador), Damastes o Polipemón. Tenía una casa junto al camino y en ella había dos lechos especiales: uno corto y otro largo. Invitaba a los viandantes a gozar de su hospitalidad y luego les conducía a la muerte. Si eran bajos de estatura, les demostraba su hospitalidad tumbándoles en el lecho largo y les estiraba las piernas a golpes de martillo hasta que llegaban hasta el borde; si eran altos, hacía que se tumbaran en el lecho corto y les cortaba las partes del cuerpo que lo rebasaran. Según otra versión de la historia, tenía un único lecho y hacía que los visitantes encajaran en él bien serrándoles, bien estirándoles a martillazos según demandara la ocasión.[49] Teseo hizo lo mismo con él y llegó finalmente a Atenas sin más complicaciones.
Teseo es reconocido como heredero al trono de Atenas y parte a Creta con el tributo
A su llegada a Atenas, Teseo hubo de enfrentarse con peligros de una naturaleza más insidiosa, ya que Medea se había casado con Egeo después de dejar a Jasón y había concebido de él un hijo, Medo (cf. p. 520), y estaba resuelta a urdir la muerte de Teseo para proteger su posición y la de su hijo. Medea, consciente de quién era el joven antes de que éste revelara su identidad a su padre, convenció a Egeo de que el extranjero que acababa de llegar conspiraba contra él para arrebatarle el trono. Entonces el rey dio una misión a Teseo: enfrentarse al salvaje toro de Maratón, al que generalmente se identifica con el toro de Creta al que Poseidón había vuelto salvaje (cf. p. 444) y al que Heracles había traído de vuelta a Maratón (cf. p. 345). Teseo viajó hasta su guarida, al noreste del Ática, logró dominarlo sin sufrir daño alguno y viajó de vuelta a Atenas, en donde él, o el rey, lo ofreció en sacrificio a Apolo. Se contaba que Teseo, mientras llevaba a cabo esta hazaña, había permanecido junto a una anciana llamada Hécale. Después de este primer fracaso, Medea tramó un nuevo plan: preparó una pócima envenenada y ordenó a Egeo que se la sirviera a Teseo durante un banquete. Egeo, en el último momento, se dio cuenta de que el joven llevaba la espada que él había escondido en Trecén bajo una roca y dio un manotazo a la copa, que cayó de las manos de Teseo antes de que el veneno tocara sus labios. Los planes de Medea se hicieron evidentes y Egeo (o Teseo) la expulsó del reino junto a su hijo (cf. p. 521). Por su parte, Teseo recibió reconocimiento público de su padre y fue proclamado, a partir de entonces, heredero legítimo del trono. Hay una versión de esta leyenda en la que el único plan de Medea consiste en el intento de envenenamiento y Teseo parte por propia voluntad contra el toro de Maratón para granjearse el favor de los atenienses.[50]
Mientras Teseo cruzaba el Ática para enfrentarse al toro, se produjo de repente una tormenta y una anciana llamada Hécale, que vivía en el demo (o aldea) de ese mismo nombre entre Atenas y Maratón, le dio cobijo y hospitalidad. Cuando partió a la mañana siguiente, hizo un voto de ofrecer un sacrificio a Zeus si Teseo volvía sano y salvo tras enfrentarse con el toro. Pero Teseo, a su vuelta, se la encontró muerta y agradeció su gentileza dando la orden de que recibiera honores durante las fiestas de Zeus Hecaleio, que se celebraban anualmente en el demo. También recibe el nombre de Hecalina, quizá porque era ése el apelativo cariñoso con el que la llamaba Teseo cuando fue acogido por ella. Este mito etiológico sirvió de fuente para un poema extenso de Calímaco, el epilion Hecale, conservado sólo en fragmentos.[51]
Cuando estaba ya listo el tercer grupo de muchachos y muchachas para ser enviado a Creta como alimento del Minotauro, Teseo se presentó voluntario con la esperanza de que sería capaz de matar al monstruo y de liberar así a Atenas del tributo; o quizá fue simplemente elegido por sorteo junto al resto de los jóvenes.[52] Según otra versión, era el propio Minos el que solía viajar hasta Atenas para elegir a las víctimas y en esa ocasión escogió a Teseo en primer lugar.[53] De acuerdo con la narración más corriente, en la que era un barco ateniense el que llevaba el tributo, se cuenta que la nave llevaba izadas velas negras como señal de su infausta misión, y que Egeo había dado la orden a Teseo de izar velas blancas como prueba de que estaba sano y salvo, en caso de que lograra regresar indemne.[54]
Se cuenta también una historia curiosa y bastante antigua en relación con el viaje de Teseo a Creta. En ella se da por sentado que Minos navegó hasta Atenas para recoger el tributo y que Teseo era hijo de Poseidón, al igual que aparece en la tradición de Trecén (cf. p. 448). Cuando Minos, que era conocido por sus impulsos amorosos, se fijó en una de las muchachas y comenzó a acariciar sus mejillas, Teseo le ordenó que la dejara; y para justificar su intervención contra un hijo de Zeus, proclamó que su origen era también divino, ya que era hijo de Poseidón, el gran dios de los mares. Minos, entonces, pidió a Zeus que hiciera caer un rayo como prueba de su nacimiento y luego se quitó un anillo de oro de un dedo y lo arrojó al mar, retando a Teseo a que lo recuperara si realmente era hijo de Poseidón. Teseo saltó de la popa de la nave y se encomendó a su padre. Unos delfines se acercaron nadando hasta él y le condujeron hasta el palacio de Poseidón en las profundidades del mar, donde Anfitrite, la esposa del dios de los mares, le hizo obsequio de un manto púrpura y de una corona de oro que había recibido de Afrodita el día de su boda (y posiblemente le garantizó asimismo que se haría dueño del anillo de Minos, aunque el detalle no aparece en esta fuente).[55] En otra versión, Tetis le hace entrega de una corona mientras que son las Nereidas las que le traen el anillo.[56] En las pinturas de algunos vasos áticos se puede ver a Poseidón recibiéndole en persona. Cuando Teseo salió del mar con los dones divinos y el anillo, Minos quedó abochornado y los jóvenes atenienses dieron muestras de júbilo.
Teseo mata al Minotauro con la ayuda de Ariadna, pero la abandona durante el viaje de regreso
Después de su llegada a Creta, Teseo recibió la impagable ayuda de una de las hijas del rey, Ariadna, que se enamoró de él y preguntó al constructor del laberinto para ayudar a su amado. Dédalo le dijo que Teseo sería capaz de encontrar el camino de vuelta si ataba el cabo de una madeja de hilo en la puerta en cuanto entrara, la fuera soltando según avanzaba por los pasillos y la rebobinara de camino de vuelta después de enfrentarse con el Minotauro. Ella comunicó a Teseo este consejo y le entregó una madeja de hilo. Éste prometió, a cambio, que la llevaría de vuelta a Atenas como esposa.[57] En una versión menos conocida, ella tenía un objeto que podía asegurar la salvación de Teseo, ya que Dioniso la había seducido antes entregándola una maravillosa corona con piedras preciosas hecha por Hefesto que brillaba en la oscuridad. Ella le entregó la corona de su futuro esposo, y Teseo la utilizó de lámpara para alumbrar el oscuro laberinto.[58]
Cuando se encontró con el Minotauro en el corazón del laberinto, Teseo se enfrentó a él y lo mató, en la mayoría de las versiones con su espada. Los pintores de los vasos cerámicos dan rienda suelta a su imaginación, sin embargo, y lo muestran con una lanza, una maza, una piedra, o incluso con sus puños. Después de escapar del laberinto con el ardid del hilo (o la corona), marchó a toda prisa al puerto en compañía de Ariadna y los jóvenes que iban a servir de tributo al Minotauro. Antes de partir, hicieron agujeros en los barcos cretenses para evitar que pudieran salir en su persecución.[59]
De camino al norte, Teseo paró en la isla de Naxos (o Día), en donde abandonó a Ariadna. Una tradición temprana sugiere que lo hizo adrede ya que estaba enamorado de otra mujer, llamada Egla, hija del héroe focio Panopeo.[60] En la tradición posterior se está generalmente de acuerdo en que se vio obligado a abandonar a Ariadna porque Dioniso la quería como esposa. Atenea se le apareció mientras dormía en la playa y le ordenó hacerse a la mar sin Ariadna, o fue Hermes el que se lo ordenó;[61] o bien Dioniso se la llevó mientras él dormía.[62] Se encontró, en todo caso, con un destino feliz, dado que Dioniso no sólo la convirtió en su esposa, sino que incluso fue un esposo devoto y, más o menos, fiel (cf. p. 242). La Odisea da una versión extraña de la historia de Ariadna en la que Ártemis la mata en Día a instancia de Dioniso.[63] La historia que subyace a este breve y sorprendente apunte de Homero parece que quedó en el olvido en un momento temprano.
Después de hacer una parada en Delos, en donde los jóvenes que formaban parte del tributo realizaron por primera vez la danza de la grulla, un bañe que imitaba los recovecos serpenteantes del laberinto,[64] Teseo y sus compañeros finalmente llegaron a la vista del Ática. En la celebración del momento, o porque estaba aún triste por la pérdida de Ariadna, Teseo se olvidó de izar las velas blancas en el barco para mostrar a su padre que estaba a salvo. Cuando Egeo vio las velas negras desde la Acrópolis, o cabo Sunion, en el extremo meridional del Ática, se tiró al mar y se mató. Algunos afirman que el mar Egeo recibió ese nombre porque fue donde él se arrojó. Después de tomar tierra en Falero, el puerto antiguo de Atenas, Teseo se dio cuenta de la trágica circunstancia y su ascenso a la ciudad, como nuevo rey de Atenas, no fue una celebración triunfal, sino un funeral.[65] Después de abordar los sucesos en Creta, consideraremos los avatares de su reinado.
El vuelo de Dédalo e Ícaro y la muerte de Minos
Al darse cuenta de que Dédalo había suministrado a Teseo una ayuda muy valiosa, Minos dio la orden de que fuera arrestado y apresado en el laberinto junto con su hijo Ícaro, nacido de su relación con una esclava del palacio. Según una versión diferente, Minos tomó esta medida (posterior al parecer) después de saber que Dédalo había sido el que había construido la vaca de madera utilizada por Pasífae para concebir al Minotauro. Dédalo era demasiado inteligente como para asumir el encarcelamiento sin pensar el modo de escapar y construyó, con cera y plumas, un par de alas para él y otras para su hijo. Antes de salir volando, precavió a su hijo de no remontar mucho el vuelo, ya que el sol terminaría por derretir la cera, ni tampoco volar muy bajo, ya que las arruinaría la humedad del mar. Pero Ícaro estaba tan fascinado con la posibilidad de volar que comenzó a ascender y ascender hasta que sus alas se derritieron, cayó al mar (en la parte sudeste del mar Egeo conocida como mar Icario posteriormente) y encontró allí la muerte. Heracles, que estaba a servicio de Ónfale en Asia Menor en esa época, encontró su cuerpo en una isla y lo enterró allí, dando el nombre de Icaria a la isla en su memoria. Dédalo voló con más prudencia y llegó sano y salvo a Sicilia, donde fue acogido por Cócalo, el rey de Cárnico, en el oeste de la isla.[66]
Después de enterarse de la fuga de Dédalo, Minos marchó en su búsqueda y viajó a lo largo y ancho para encontrarlo. Dondequiera que fuera, presentaba una concha marina en forma de espiral y prometía una atractiva recompensa para aquel que fuera capaz de hacer pasar un hilo por ella, ya que estaba convencido de que sólo Dédalo podría cumplir tan delicada tarea. Cuando llegó a Cárnico y lanzó su reto, Cócalo tomó la concha y se la dio en secreto a Dédalo, que estaba oculto. Dédalo fue capaz de conseguirlo, tal y como Minos había supuesto, realizando un pequeño taladro en la parte superior de la concha, atando el hilo a una hormiga y haciendo que la hormiga diera vueltas por el interior de la concha hasta salir por su abertura natural. Después de que se le hiciera entrega de la concha con el hilo, Minos se dio cuenta de que Dédalo estaba cerca y exigió que se lo entregaran. Cócalo le aseguró que así harían y le invitó a gozar de su hospitalidad hasta entonces. Mientras Minos estaba tomando un baño, las hijas del rey le dieron muerte echándole por encima agua hirviendo (o brea fundida). Se cuenta también que Dédalo preparó una tubería especial en el techo del baño para ello.[67
Los hermanos y descendientes de Minos
Sarpedón y Mileto en Asia Menor
Antes de centrarnos en los hijos y descendientes de Minos, debemos abordar los mitos en torno a sus dos hermanos, Sarpedón y Radamante. Como se ha apuntado, Sarpedón se enfrentó con su hermano por la sucesión (o por un asunto amoroso) después de la muerte de Asterión, su padre adoptivo, y fue obligado a marchar al exilio a Asia. Una vez allí, se proclamó rey de Licia, la provincia más occidental de la costa meridional de Asia Menor.
Licia era una región muy importante para los mitos griegos, en parte porque los licios que comandaron Sarpedón y Glauco son, en la Ilíada, el contingente extranjero más importante en apoyo de los troyanos; en parte también porque un rey de esa tierra, Yobates, tiene un papel central en las leyendas en torno a Preto, rey de Argos (cf. p. 315) y el héroe corintio Belerofonte (cf. p. 561). En la Ilíada, contrariamente a la tradición posterior, el Sarpedón que luchó en Troya no es ni hermano de Minos ni desciende de familia cretense, sino un hijo de Zeus y Laodamía, hija de Belerofonte.[68] En correspondencia, cuando Homero hace referencia a la relación amorosa entre Zeus y Europa, cita sólo a Minos y a Radamantis como los retoños de ésta.[69] En el canto VI de la Ilíada, Diomedes se encuentra con Glauco, primo de Sarpedón, en la batalla y queda tan impresionado por su valor que le pregunta por sus ancestros, incitándole a hacer un listado detallado de sus orígenes familiares, a partir del cual podemos reconstruir el árbol genealógico de los descendientes de Belerofonte tal y como se muestra en la Tabla 4.
Glauco afirma[70] que su tío Isandro había recibido la muerte a manos de Ares mientras luchaba contra los solimos (un pueblo muy fiero al que Belerofonte había producido menoscabo, cf. p. 562) y que su tía Laodamía había muerto por la cólera de Ártemis por razones que no quedan explicadas. Después de escuchar a Glauco, Diomedes le dice que sus dos familias están unidas por lazos de hospitalidad, ya que su padre Eneo había alojado a Belerofonte en su palacio de Etolia y le propone, por ello, que ellos dos no sólo tienen que dejar de pelear mutuamente, sino además intercambiarse las armaduras en signo de hospitalidad.[71] Dado que Diomedes llevaba una armadura normal de bronce y Glauco una espléndida armadura de oro que había costado cien bueyes, Homero menciona que Zeus le había arrebatado a Glauco el juicio. A partir de este pasaje, la expresión «bronce por oro» se convirtió en proverbial para referirse a un intercambio desigual.[72]
Lo que Homero cuenta sobre los orígenes de Sarpedón queda desplazado en la tradición posterior por la versión que le hace hijo de Zeus y Europa, y de origen cretense. La primera aparición de esta genealogía se da en el Catálogo atribuido a Hesíodo y en la Historia de Heródoto.[73] Es evidente que este cambio debió de ser visto como deseable, aunque se ha sugerido que la genealogía nueva pudo haber sido introducida para dotar a Sarpedón de un linaje mejor, dado que Sísifo era mal visto y sus descendientes terminaron todos mal. Los mitos fundacionales de Asia Menor están vinculados, en muchos casos, con los cretenses, debido a que se consideraba que el cretense era un pueblo muy antiguo y el emplazamiento de su isla estaba bien situado en relación con Asia Menor. Las dificultades cronológicas, no obstante, aparecen si consideramos al Sarpedón homérico como hijo de Minos, dado que esto significaría que nació dos generaciones antes de la guerra de Troya (cf. p. 443). El Catálogo atribuido a Hesíodo resuelve el problema y sugiere que Zeus le garantizo el privilegio de vivir más que un mortal normal (quizá tres generaciones, como dice Apolodoro, aunque en el fragmento de la obra atribuida a Hesíodo hay una laguna considerable en ese punto de la narración).[74] Autores posteriores prefieren reconciliar esta genealogía con la de Homero y postulan que hubo dos Sarpedones, uno hijo de Europa que había nacido en Creta y su nieto, también llamado así, que comandó a los licios en Troya. Si esto es así, el Sarpedón cretense tuvo un hijo en Licia llamando Evandro, que contrajo matrimonio con Didamía, hija de Belerofonte, y engendraron juntos al Sarpedón del que habla Homero.[75]
Aunque los fragmentos que conservamos del Catálogo atribuido a Hesíodo no llegan a explicar por qué Sarpedón abandono su Creta natal, Heródoto sí explica su marcha a causa de una lucha de poder en la que Minos salió vencedor. De acuerdo con Heródoto, a los seguidores de Sarpedón, que fueron quienes le ayudaron a establecerse en Asia Menor, se les conocía como los térmilos (aparentemente un nombre que los licios se aplicaban a sí mismos), pero la gente del reino acabó llamándose licios cuando Licos, hijo de Pandión II, rey de Atenas, se estableció allí después de que su hermano Egeo le expulsara del Ática (cf. p. 489).[76] En una versión posterior de la expulsión de Sarpedón, como se ha dicho antes, se cuenta que éste se había peleado con Minos por el amor de un muchacho llamado Mileto. Según Apolodoro, este muchacho era hijo de Apolo y de una joven llamada Aria, hija de Cléoco, y Minos los había expulsado a ambos porque Mileto había preferido a Sarpedón. Después Mileto fundó la ciudad homónima en Caria a su llegada a Asia, mientras que Sarpedón ganó un reino al sur, en Licia, al unirse con Cilix, el epónimo de Cilicia (cf. p. 388), en una guerra contra los licios.[77] El origen de esta historia debe ser tardío, dado que Mileto no fue fundada por el Mileto cretense en la narración más antigua que conservamos sobre la fundación de la ciudad, la que da Éforo (un historiador del siglo IV a. C.), sino que es el propio Sarpedón quien le dio ese nombre en recuerdo de la Mileto que hay en Creta.[78]
En un cuento atribuido a Aristicrito, un autor milesio que probablemente vivió en el siglo III a.C., se cita a un Mileto como fundador epónimo de la ciudad. Aria, hija de Cléoco, tuvo a Mileto en Creta después de una relación con Apolo, como en la versión de Apolodoro, y lo escondió en un tejo (milax) después de darlo a luz. El niño fue encontrado por su abuelo Cléoco, que lo llamó Mileto por el lugar en el que estaba escondido. La versión conservada es confusa acerca de las circunstancias de su exilio y simplemente señala que se vio obligado a marchar al extranjero porque Minos se enemistó con él. La historia ha podido seguir el mismo curso que el de la narración de Apolodoro (o quizá Minos sospechó que Sarpedón estaba tramando algo contra él, como cuenta Ovidio, quien dice que Mileto era hijo de Apolo y una mujer llamada Deyone). En primer lugar viajó a la isla de Samos, donde fundó la Mileto samia, a continuación al continente asiático, donde fundó la Mileto de Caria, mucho más célebre.[79] En una versión posterior atribuida a Nicandro, Mileto es un miembro de la familia real cretense. Nace de Apolo y de Acacalis, hija de Minos, que le abandonó en un bosque por miedo a la cólera de su padre. Fue amamantado por las lobas, por deseo de Apolo, hasta que lo rescató y crio un pastor (cf. p. 765). Cuando creció se convirtió en un bello joven. Minos se enamoró de él y resolvió violarlo, pero Sarpedón le avisó y huyó a Caria esa noche, donde fundó la ciudad de Mileto.[80]
Mileto contrajo nupcias con una mujer del lugar que le dio dos hijos, un varón, Cauno, epónimo de la ciudad de ese nombre al sur de Caria, y una hija, Biblis, que estaba vinculada con un arroyo de Mileto llamado Lágrimas de Biblis. La pareja se hizo célebre en la tradición posterior por la historia acerca del amor incestuoso de Biblis por su hermano. De acuerdo con una de las versiones, finalmente ella le confiesa su amor e intenta seducirlo, lo que le provoca a él tal conmoción que se marcha de Mileto para siempre y funda la ciudad de Cauno. Al darse cuenta de que no es capaz de superar su pasión por su hermano ausente, Biblis se ahorca y una fuente surge de sus lágrimas.[81] En otra narración, ella intenta mitigar su pasión, pero se ve incapaz e intenta suicidarse arrojándose desde una montaña vecina. Las ninfas locales se apiadan de ella y la transforman en una ninfa hamadríada (cf. p. 281) y acaba viviendo entre ellas como amiga y compañera. Se menciona aquí también el nombre de la fuente, pero no se afirma que naciera de sus lágrimas.[82] Ovidio, en su relato excepcional, sugiere que se convirtió en fuente. Se volvió loca de tristeza cuando su hermano rechazó sus proposiciones. Comenzó a vagar por los alrededores enloquecida hasta que cayó rendida de cansancio y se deshizo en un incesante llanto que la convirtió en manantial.[83]
Radamantis, hermano de Minos
Radamantis, el otro hermano de Minos (o su único hermano según otra tradición) se quedó con él en Creta, no como Sarpedón, al menos por unos cuantos años. No era menos célebre que su hermano Minos por su justicia y sabiduría como legislador y se decía de él que había fijado el principio según el cual si un individuo inflige un mal debe repararlo en la misma proporción (ius talionis).[84] Como ya hemos visto (cf. p. 330), el joven Heracles se salvó a sí mismo de una acusación de asesinato al apelar a otra ley que justificaba la venganza contra una violencia iniciada por otro. Dado que se le acreditaban actividades semejantes a su hermano en cuanto a legislador y juez, los mitógrafos intentaron distinguir sus esferas de acción de diversas maneras. De acuerdo a determinadas versiones, Minos gobernó como rey y fijó las leyes y la constitución de Creta, mientras que Radamantis sirvió a su hermano como juez y guardián de los principios que Minos fijaba.[85] En otra, Minos gobernaba y legislaba en Creta mientras que Radamantis llevaba a cabo una función semejante en las pequeñas islas del norte y en algunos distritos costeros de Asia Menor. Se decía, en este caso, que los isleños habían quedado tan impresionados con su reputación como hombre justo que se habían puesto a su mando libremente.[86] En otra narración, Minos estaba tan celoso de su fama que había intentado apartarle de la primera fila mandándole a las zonas más remotas de su imperio.[87]
Radamantis, por otra parte, tenía vínculos con Beocia, dado que se decía que había abandonado Creta en algún momento para contraer matrimonio con Alcmena, la madre de Heracles, después de la muerte de Anfitrión, su primer esposo. Se suponía que la pareja había vivido en Ocalea, en la parte occidental de Beocia. Algunos señalaban que Radamantis había sido quien había instruido al joven Heracles en el manejo del arco e incluso que lo había criado, aunque en la mayoría de los relatos se considera que Anfitrión vivió hasta que Heracles era ya un joven crecido. Apolodoro señala que salió exiliado de Creta, por lo que debía haber alguna historia que explicara las razones de su marcha, pero la literatura que conservamos no sirve de mucha ayuda en este punto (aunque una fuente sugiere que se marchó después de dar muerte a un hermano suyo, lo que parece un lugar común).[88]
Una versión alternativa señala que Radamantis se casó con Alcmena póstumamente, en las Islas de los Bienaventurados (cf. p. 169). Cuando ella murió en Tebas, ya muy anciana, Zeus ordenó a Hermes que robara su cuerpo y lo llevara allende los mares hasta la isla para convertirse en la novia de Radamantis (que evidentemente ya se encontraba allí). Hermes puso una piedra en su ataúd, pero ésta resultó ser tan pesada que los hijos no podían cargar con él y decidieron abrirlo. Al descubrir esa misteriosa piedra, la dejaron en una gruta sagrada cerca de Tebas, al lado del altar heroico de Alcmena. Aunque esto se cuenta como parte de una narración atribuida a Ferécides, se puede sospechar que aquí subyace un mito etiológico de origen helenístico.[89] La tradición del matrimonio póstumo debe ser, sin embargo, bastante antigua. Cabría citar la historia de la petrificación del cadáver de Alcmena para explicar por qué no tenía tumba en Tebas.[90]
En la Odisea se alude a que los feacios transportaron a Radamantis por el mar hasta Eubea, en donde se encontró con Ticio por razones que no se explican.[91]
Radamantis recibió en la otra vida los honores que merecían sus elevadas virtudes. Homero menciona en la Odisea que vivía en la llanura Elisia, aunque no explique la razón. Píndaro lo emplaza en las Islas de los Bienaventurados (lo que viene a ser casi lo mismo), en donde asiste con sus consejos a Crono, por lo que continúa ejercitando su sabiduría y justicia en tan excelso lugar.[92] En la tradición más usual, que data de los tiempos de Platón en adelante, se decía que era uno de los jueces de los Infiernos, junto a su hermano Minos (cf. p. 177).[93]
Los hijos de Minos y Pasífae y la leyenda de Glauco
Minos y Pasífae tuvieron, según la versión más usual, cuatro hijas: Ariadna, Fedra, Acacalis y Jenodice; así como cuatro hijos varones: Catreo, Deucalión, Androgeo y Glauco.[94] Como hemos visto (p. 454), Ariadna se fugó con Teseo, pero éste la abandonó en Naxos para que se convirtiera en consorte de Dioniso, quien en algunas versiones le otorga la inmortalidad. A pesar de las humillaciones que Teseo había impuesto a Creta y a su familia real, Deucalión, hijo de Minos, le ofreció a Fedra como esposa, evidentemente un movimiento diplomático. El matrimonio terminó de forma trágica cuando ella se enamoró de su hijastro Hipólito (cf. p. 468). Acacalis (o Acale) es una figura curiosa que surgió como diosa menor. Se la recordaba en la leyenda cretense como una heroína que había dado a luz a varios epónimos y fundadores de ciudades fruto de sus relaciones con Apolo y Hermes.
Acacalis dio a luz a Naxos, hijo de Apolo, y con Hermes engendró a Cidón, epónimo de la ciudad cretense de ese nombre.[95] Como se ha señalado antes, fue también la madre de Mileto en una versión de la historia, aunque seguramente no sea la más antigua. De acuerdo con Apolonio, Minos se encolerizó tanto con ella una vez que se quedó encinta de Apolo que la expulsó. Entonces se marchó a Libia, donde dio a luz a Garamas, epónimo del pueblo libio llamado garamantes. Uno de los hijos de éste mató a uno de los argonautas durante su paso por África (cf. p. 395).[96] No se sabe nada de la vida de Jenodice, otra de las heroínas hijas de Minos.[97]
Dos hijos de Minos nunca alcanzaron el poder en Creta: Androgeo, que murió joven mientras estaba en el Ática como atleta (cf. p. 446) y Glauco, que fue el último en nacer. Como primogénito que era, el sucesor de Minos fue Catreo, al que, a su vez, sucedió su hermano Deucalión después de que aquél y su hijo murieran en trágicas circunstancias. Deucalión fue el padre de Idomeneo, quien reinó en Creta durante los años de la guerra de Troya y condujo el contingente cretense. Antes de trazar la historia de esta línea familiar, abordaremos por separado un mito que se transmite sobre el joven Glauco.
En su más temprana infancia, Glauco cayó en un tonel de miel mientras intentaba dar caza a un ratón (o mientras jugaba con una pelota) y se hundió. Perplejo por su desaparición, Minos lo buscó por todas partes y acabó llamando a los mejores adivinos de la época para que le dijeran qué era lo mejor que podía hacer. Bien los Curetes, o bien Apolo, le dijeron que encontraría a Glauco aquel hombre que hallara la mejor forma para describir una maravillosa vaca que pertenecía al rey. La vaca cambiaba de color cada cuatro horas (o dos veces por día), del blanco al rojo y luego al negro. Minos planteó esto a los adivinos y Poliido, un adivino corintio que descendía de Melampo (cf. p. 558), respondió apropiadamente que la vaca parecía una mora negra, que cambia así de color según es cogida del arbusto. Poliido utilizó al momento todas sus habilidades para descubrir el lugar en que se encontraba el niño. Cuando vio cómo una lechuza hacía volar a los pájaros sobre el tejado de la bodega en la que había sucedido el accidente de Glauco, entendió que eso era una señal y buscó por allí hasta que encontró al niño. Minos, sin embargo, no quedó satisfecho con el hallazgo del cadáver y ordenó que Poliido fuera encerrado junto al muchacho muerto hasta que descubriera el modo de devolverle la vida. Cuando una serpiente se acercó al cadáver del niño, Poliido le tiró una piedra y la mató, pensando que la situación empeoraría si el cuerpo resultaba además dañado. Esta acción acabó siendo su salvación, dado que otra serpiente se dirigió hacia su compañera muerta y le devolvió la vida aplicándole una hierba especial. Cuando Poliido imitó a la serpiente y aplicó la hierba al cuerpo de Glauco, el joven retornó a la vida. Antes de permitir que el adivino regresara a su casa con su recompensa, Minos le exigió que enseñara a Glauco a convertirse en adivino. Poliido le enseñó obligado, pero en el momento en que partía, le dijo a Glauco que le escupiera dentro de la boca. Una vez que lo hizo, el muchacho olvidó todo lo que había aprendido.[98]
Catreo y sus hijos: Idomeneo y Meriones
Catreo, el hijo mayor y sucesor de Minos, tuvo cuatro hijos: un varón, Altámenes, y tres hijas, Apemósine, Érope y Clímene.[99] Una vez que consultó un oráculo para que le indicara cómo terminaría su vida, se le dijo que moriría a manos de uno de sus hijos. Aunque intentó mantener la profecía en secreto, su hijo Altámenes se enteró de ella y se marchó a Rodas para evitar ser su cumplidor. Según otra versión, Altámenes llevó a cabo esta acción porque él mismo había recibido en un oráculo que su destino era matar a su padre.[100] Una de sus hermanas, Apemósine, le acompañó en su exilio. Después de llegar a Rodas, ascendió al monte Atabirion, el pico más alto de la isla, y miró en derredor fijándose en las islas de los alrededores. Cuando sus ojos se detuvieron en Creta, empezó a pensar en sus dioses ancestrales y decidió levantar un templo dedicado a Zeus en esa montaña de Rodas.[101] Tal era la leyenda que explicaba el culto de Zeus Atabiros, que era muy antiguo, quizá de origen fenicio.
Su huida no fue suficiente para evitar derramar la sangre de su padre y antes de ello, además, provocaría la muerte de su hermana Apemósine. Hermes se enamoró de Apemósine, pero era incapaz de consumar su relación con ella debido a que, por mucho que lo intentara, siempre se le escapaba porque era capaz de correr más rápido que él. En tal situación, él recurrió a una artimaña: esparció unas pieles frescas por su camino para que resbalara y cayera al suelo cuando volviera corriendo de un manantial. Después de esto, la violó (una acción que no es típica de Hermes que generalmente es un dios amable). Cuando ella comunicó a su hermano lo que había pasado, él se negó a creerla, pensando que intentaba ocultarle una relación con un hombre mortal, y le dio una patada tan fuerte que la mató.[102] Tiempo después, Catreo, considerando que era demasiado viejo ya para seguir reinando en Creta, navegó a Rodas para recuperar a su hijo después de tantos años. Cuando el rey y sus compañeros desembarcaron en una parte remota de la isla, los habitantes de esa zona les tomaron por piratas y les arrojaron piedras. Aunque Catreo intentó explicar cuáles eran sus intenciones, sus palabras quedaron enmudecidas por los ladridos de los perros. Cuando Altámenes se presentó en el lugar para ver qué pasaba, mató a su padre arrojándole la lanza sin saber quién era. Cuando se dio cuenta de su acción y del cumplimiento del oráculo, pidió a los dioses que no lo dejaran seguir en la tierra. En ese momento, se abrió una grieta que se lo tragó, o en una versión más sencilla, murió de pena.[103]
Encontramos la primera aparición de Altámenes en fuentes helenísticas. Parece que fue un héroe de origen rodio que estaba vinculado con la familia real cretense. De acuerdo con una versión diferente, era un heraclida descendiente en tercera generación de Témenos (el primer rey heraclida de Argos, cf. p. 383). En ese caso, abandonó el Peloponeso con un ejército de dorios y pelasgos después de pelearse con su hermano mayor y un oráculo le indicó dirigirse a Zeus y a Helios (el Sol) para preguntarles qué tierra debía colonizar. Recaló en primer lugar en Creta, cuna de Zeus, y dejó allí a algunos de sus seguidores, partiendo él a Rodas, la isla de Helios (cf. p…81), donde derrotó a los canos que la habitaban y fundó las tres ciudades rodias de Lindos, Yálisos y Camiros.[104] Se decía que esta colonización había sucedido a la vez que el asentamiento de los jonios en Asia Menor (cf. p. 532), bastante después de la guerra de Troya, pero de acuerdo con la tradición más corriente, la fundación de estas tres ciudades tuvo lugar antes que la guerra contra el heraclida Tlepólemo (cf. pp. 385-386).
Después de enterarse por el oráculo antes mencionado de que moriría a manos de uno de sus hijos, Catreo comenzó a sentir tanto miedo que sus hijas Clímene y Érope representaban un peligro para él y se las entregó al marino Nauplio para venderlas en tierras extranjeras. Nauplio las trató cortésmente, al igual que en la historia que se cuenta sobre Auge (cf. pp. 699-700) y ofreció a Érope a Plístenes, rey de Micenas, como esposa, mientras que él contrajo matrimonio con Clímene.[105] De acuerdo con una tragedia perdida de Eurípides, Catreo pidió a Nauplio que arrojara a Érope al mar después de descubrir que había sido seducida por un esclavo, pero Nauplio, en cambio, se la entregó a Plístenes.[106] Aunque no hay acuerdo en si la boda fue con Atreo o con Plístenes (una figura oscura que a veces se interpone en la lista de reyes de Micenas entre Atreo y Agamenón, cf. p. 654), en cualquier caso, fue la madre de Agamenón y Menelao. Se la recuerda sobre todo por la leyenda que cuenta su adulterio con Tiestes, el hermano de Atreo, su esposo (cf. p. 651). En cuanto a Clímene, tuvo dos o más hijos con Nauplio, entre los que se cuenta el príncipe de los inventores: Palamedes (cf. p. 314).
Deucalión, hijo de Minos, el sucesor de Catreo, no tiene mitos propios. Se cuenta de él que había conseguido llegar a establecer buenas relaciones con Teseo y Atenas a través de la entrega como esposa de su hermana Fedra (cf. p. 468). Su hijo y sucesor, Idomeneo, del que se consideraba que era el último de los descendientes de Europa que había reinado en Creta, comandó un gran contingente de guerreros cretenses, transportados en ochenta barcos, a la guerra de Troya.[107] Fue el primer rey griego que se dio cuenta de que había una guerra en ciernes, ya que Menelao se encontraba en Creta cuando supo del rapto de su esposa Helena (cf. pp. 576-577).[108] Idomeneo aparece en la Ilíada como uno de los guerreros más valerosos, aunque era mayor en edad que la mayoría de sus compañeros de armas y tenía canas en su pelo.[109] Se le cuenta entre los guerreros que se enfrentaron a Héctor en combate singular y que incluso dominó el combate por un tiempo en el momento en que los griegos soportaban un fuerte ataque junto a sus barcos.[110] En la Odisea se cuenta que regresó a casa sano y salvo y no parece que encontrara problemas a su llegada.[111] Sin embargo, la tradición posterior cuenta que se vio obligado a partir al exilio. Hay dos versiones principales acerca de este suceso. En una, Idomeneo había confiado su reino a un tal Leuco, hijo de Talo, al que había recogido cuando había sido abandonado. Leuco aprovechó la ausencia de su benefactor para matar a su esposa y a sus hijos y hacerse con el poder proclamándose tirano, y se hizo tan fuerte que logró obligar a Idomeneo a partir al exilio después de su regreso.[112] Fuentes latinas dan otra versión: una fuerte tormenta cayó sobre las naves de Idomeneo durante su viaje de regreso. Este prometió sacrificar al primero que se encontrara en cuanto llegara a Creta a salvo. Sucedió que fue su hijo (o su hija) el primer humano que se encontró. Cuando intentó cumplir con su voto, los cretenses lo expulsaron. En otra narración, lleva a cabo el sacrificio, lo que provoca una peste y el pueblo lo expulsa.[113] Después de su marcha, vivió en Salencio, en el tacón de la bota itálica. Virgilio se hace eco de su presencia allí sin explicar las razones de su exilio.[114]
Meriones, el cretense que sirvió de segundo comandante de Idomeneo en Troya, era hijo de un tal Molos, que era hijo ilegítimo de Deucalión u otro hijo de Minos.[115] Aparece frecuentemente en la Ilíada como un guerrero bravo y se postula junto a su comandante para un combate singular contra Héctor, pelea valientemente en el ataque contra los barcos griegos, en el que hiere a Deífobo y da muerte a muchos, y ayuda a Menelao a recuperar el cadáver de Patroclo.[116] Se le conoce más, sin embargo, por su casco de cuero rematado con colmillos de jabalí, un tipo de casco micénico que debía parecer ya muy obsoleto incluso antes de la época de Homero. Este dato se utiliza a menudo para enseñar hasta qué punto la épica oral puede transmitir material antiguo. Meriones entrega su casco a Odiseo cuando sale por la noche en misión de reconocimiento en el canto X del poema.[117] Meriones se cuenta entre los guerreros que se introducen en el caballo de madera[118] y, aparentemente, regresa a Creta sano y salvo según las tradiciones locales antiguas (a pesar de que algunas fuentes afirman que terminó sus días en Sicilia o en Paflagonia).[119] Diodoro menciona que compartía tumba con Idomeneo en Cnosos y que los cretenses honraban a ambos en el culto heroico, invocando además sus nombres en tiempos de guerra.[120] A Plutarco, una vez que asistió a una curiosa festividad en Creta, en la que se mostraba la imagen de un hombre sin cabeza, se le dijo que dicha imagen representaba al padre de Meriones, a Molos, que había sido encontrado decapitado después de que intentara violar a una ninfa.[121
Teseo, rey de Atenas
Teseo se convierte en rey. Guerra contra las Amazonas
Volvamos ahora a Teseo para abordar los acontecimientos de su vida después de su regreso de Creta. Tras su llegada, asumió al punto el trono a consecuencia del suicidio de su padre (cf. p. 455) y comenzó a llevar a cabo una serie de reformas en las instituciones de Atenas. Por encima de todas, se menciona la unificación (sinecismo) del Ática, mediante la unión de las diversas comunidades independientes de su territorio (doce según la tradición) en un estado único dirigido desde Atenas.[122] Tucídides describe cómo se suponía que había derogado los consejos y magistraturas de cada pueblo para crear una asamblea única y establecer la sede del poder en la capital.[123] En realidad, esto tuvo que ser un proceso gradual. Atenas era célebre en época clásica por su gran población de metecos (metoikoi), que hicieron una muy valiosa aportación a la vida económica y cultural de la ciudad, y este rasgo propio de la ciudad se le atribuía a Teseo y a su visión, ya que se contaba de él que había promovido el asentamiento de extranjeros. Para conmemorar estos dos logros, fundó el festival anual de la Synoikia y la Metoikia. Otra de las innovaciones que se le atribuyen fue la introducción de la primera moneda ateniense. Se decía que en tiempos antiguos las monedas estaban acuñadas con la imagen de un buey, en lugar de la de una lechuza. Un catálogo de sus innovaciones, si no completo, sí bastante ilustrativo (que incluso se extiende hasta atribuirle la introducción de una forma de democracia) se encuentra en la Vida de Teseo de Plutarco. La mayor parte de este material pseudohistórico es de época helenística.[124]
Teseo se enfrentó en un momento con Palas, hijo de Pandión, hermano pequeño de Egeo, y a sus 50 hijos, los Palántidas. Palas reclamaba el trono alegando que el padre verdadero de Egeo no había sido Pandión, rey de Atenas, sino un tal Escirio, presumiblemente el epónimo de la isla de Esciros, donde se pensaba que Teseo había tenido ciertas posesiones (cf. p. 474). El choque surgió bien cuando Palas encabezó la revuelta inmediatamente después del ascenso de Teseo al trono, bien más tarde cuando Teseo contrajo matrimonio con Fedra, o bien en cuanto Teseo llegó por primera vez a Atenas.[125] En la narración más completa sobre este punto, la que suministra Plutarco, Palas dividió su fuerza, marchando abiertamente contra Atenas desde Esfeto con una parte, mientras que la otra parte se escondía en el Gargetos, en la otra zona de la ciudad, para llevar a cabo un ataque sorpresa desde la retaguardia enemiga. Un heraldo llamado Leos abortó esta estratagema contándosela a Teseo, que mediante un ataque sorpresa masacró a las tropas ocultas. Cuando se enteró, el otro contingente se dispersó y la revuelta quedó frustrada. El primer testimonio que conservamos sobre este episodio en una alusión de Eurípides, quien menciona que Teseo marchó una vez a Trecén en compañía de Fedra para purificarse después de la matanza de los Palántidas.[126] Una tradición ateniense afirmaba que Teseo fue juzgado por asesinato en la corte de los delfinios, pero quedó libre porque el crimen tenía justificación.[127]
En su primera aventura extranjera, nada más asumir el poder, Teseo navegó hacia la tierra de las Amazonas, en la punta nororiental de Asia Menor y raptó a una amazona para convertirla en su esposa o en su concubina. Se le suele dar el nombre de Antíope, en ocasiones de Hipólita o Melanita.[128] En una versión de la leyenda, Teseo navegó hasta esa región como aliado de Heracles cuando el héroe marchó allí para apoderarse del cinturón de la reina de las Amazonas, Hipólita (cf. p. 346) y Antíope fue la recompensa que le otorgó Heracles por su valiosa ayuda.[129] En otra versión Heracles intenta tomar la ciudad amazona de Temiscira por asedio, pero fracasa. Entonces Antíope se enamora de Teseo y traiciona a su ciudad para estar con él.[130] Según argumentos cronológicos, sin embargo, la mayoría de los mitógrafos se muestran partidarios de la tradición alternativa en la que Teseo condujo por sí mismo una expedición a esa región años después de la que dirigió Heracles.[131] Se recuerda muy poco sobre ella en las fuentes antiguas. Píndaro apunta que Teseo estuvo acompañado por su amigo Pirítoo (cf. infra), que en la pintura cerámica ática aparece como uno de sus aliados, y se cuenta que Ferécides escribió que Teseo se apoderó de la amazona con la ayuda de su auriga Forbas.[132] Se le puede ver subiéndola en su carro o llevándosela sencillamente en la pintura de vasos a partir de finales del siglo VI en adelante. Plutarco cita una versión en la que las Amazonas resultan más amigables de lo que suele ser la costumbre y envían al barco de Teseo a una amazona con presentes. Entonces el héroe se aprovecha de la situación y la rapta: primero la invita a subir al barco y luego parten a toda prisa.[133] En cualquier caso, Teseo se llevó de regreso a Atenas a una amazona, y parece que ambos vivieron felizmente y que ella le dio un hijo: Hipólito.
Las amazonas estaban muy airadas por el rapto de su hermana, como es natural, y determinaron llevar a cabo una incursión en Grecia por primera vez en su historia para vengarse de Teseo. De acuerdo con Helánico, viajaron hacia las costas septentrionales del mar Negro, y cruzaron por el Bósforo cimerio (los estrechos del mar de Azov, entre Asia y Crimea) en invierno, mientras estaba congelado.[134] Cuando llegaron a Atenas, acamparon en un lugar conocido como el Amazeion, que aparentemente estaba situado en las laderas del Areópago. Según Esquilo, el Areópago (la colina de Ares, cf. p. 478) recibió ese nombre porque ellas hicieron allí sacrificios en honor de Ares mientras estuvieron acampadas.[135] Antíope, según la tradición, no deseaba que la llevaran de vuelta a su patria, y se unió a Teseo en la batalla hasta que recibió la muerte a manos de una amazona llamada Molpadia. Cuando la derrota de las mujeres guerreras se hizo evidente, las supervivientes huyeron a toda prisa en dirección a la vecina Mégara y más allá, de ahí que (según se cuenta) hubiera tumbas de Amazonas en diversas partes de Grecia. En la Vida de Teseo de Plutarco se encuentra una descripción exhaustiva de la batalla y se citan, además, versiones en las que la esposa de Teseo arregló un tratado de paz después de la guerra, que se extendió durante tres meses, o acordó que las Amazonas heridas permanecieran en Calcis hasta que se curaran. En época histórica se mostraba la tumba de Antíope en Atenas, al igual que la de la amazona que la mató.[136]
La tragedia de Fedra e Hipólito
Era necesario que Antíope desapareciera de la escena, dado que Teseo iba a contraer nupcias con la princesa cretense Fedra,[137] ya como segunda esposa o como su única esposa legítima si la amazona no había sido más que su concubina. Sin embargo hay un testimonio, cuyo origen aparentemente está en la épica arcaica, en el que Antíope estaba aún viva en el momento de la boda. Plutarco menciona que el autor de la Teseida contaba que ella y otras compañeras amazonas atacaron a Teseo después de las nupcias, pero fueron abatidas por Heracles.[138] Apolodoro cita una historia semejante en la que la esposa anterior de Teseo y otras amazonas intentan irrumpir en el banquete de bodas, armadas hasta los dientes, con la intención de matar a los invitados, pero los hombres de Teseo logran cerrar las puertas y Antíope se queda fuera y cae allí muerta.[139] Deucalión, rey de Creta, había ofrecido a su hermana Fedra a Teseo como medida diplomática para hacer más fluidas las relaciones entre Creta y Atenas, que desde la muerte de Androgeo habían sido conflictivas. Teseo tuvo dos hijos con ella: Acamante y Demofonte, y los adoptó como herederos, después de mandar a su primer hijo, Hipólito, a Trecén junto a su abuelo Piteo.[140]
Dado que Piteo no tenía hijos, Hipólito podía esperar convertirse en su heredero como rey de Trecén, pero en lugar de eso iba a encontrar una muerte temprana a consecuencia de las maquinaciones de su madrastra Fedra. Fedra concibió una desesperada pasión por él y quedó tan abatida cuando la rechazó que comenzó a calumniarlo con acusaciones falsas y dijo a Teseo que Hipólito había intentado violarla o seducirla. Creyendo en su palabra, Teseo le maldijo ante Poseidón. Entonces un toro salió desde el mar, mientras Hipólito conducía su carro por la costa de Trecén, y aterrorizó a sus caballos. Perdió el control, salió despedido y se mató. Cuando escuchó cuál había sido su destino, Fedra no pudo aguantar sus remordimientos y se ahorcó.[141] Ésta es la versión original de la historia, al menos en la medida en que podemos hablar sobre ello, pero el retrato que de Fedra hace Eurípides en su Hipólito, su segunda tragedia sobre el tema, resulta más conmovedora.
En esta tragedia, Hipólito es un joven cazador, casto y austero, devoto de la diosa Ártemis. Ha despreciado el culto y las obras de Afrodita, por el contrario, por lo que la diosa del amor le ocasionará problemas haciendo que Fedra caiga irremediablemente enamorada de él. Fedra está avergonzada de su pasión semi-incestuosa y lucha en vano por someterla, e incluso intenta quitarse la vida absteniéndose de comer. Su nodriza le sonsaca su secreto e intenta hacer que Hipólito se acerque a ella sin su conocimiento. El joven Hipólito, retratado como rígido y orgulloso, queda profundamente aturdido y contesta con una larga diatriba sobre la vileza femenina. Cuando Fedra escucha esto, teme que Hipólito la denuncie y se quita la vida, dejando una carta en la que le acusa de violación (en parte por cólera, en parte para salvaguardar su reputación y que sus hijos sigan a buen recaudo). Cuando Teseo lee la carta, maldice a Hipólito ante su padre Poseidón (que tiempo ha le había prometido el cumplimiento de tres peticiones) y rechaza con desprecio los intentos que hace su hijo para demostrar su inocencia. Poseidón hace que Hipólito quede herido de muerte en Trecén tal y como se ha contado antes. Sus compañeros de caza lo llevan a casa, junto a su padre, en la última escena de la tragedia. Teseo, que ha sabido la verdad de Ártemis, cuando la situación ya no tenía vuelta atrás, pide a su hijo que lo perdone y se reconcilian antes de que exhale su último aliento.[142]
Hipólito recibe honores divinos en Trecén en un altar que supuestamente había sido erigido por Diomedes. Las doncellas de la ciudad solían acudir a ese altar antes de casarse y le dedicaban un mechón de sus cabellos (una práctica que menciona Ártemis al final del Hipólito de Eurípides).[143] Cuando Pausanias visitó la región, se encontró con que los trecenios se negaban a enseñar su tumba ni tampoco reconocían la historia usual sobre las circunstancias de su muerte (al menos oficialmente) y decían, en cambio, que había sido elevado a los cielos para convertirse en la constelación del Auriga.[144] La historia usual sobre su muerte quedó anclada en el folclore local, dado que su tumba sí se encontraba en esa zona, al igual que el retorcido olivo en el que habían quedado enganchadas sus riendas cuando salió despedido del carro.[145] Los visitantes podían ver también un mirto que había crecido con las hojas perforadas porque Fedra, en su desesperación, las había mutilado un día mientras espiaba a Hipólito cuando éste se ejercitaba en las inmediaciones.[146]
Una tradición muy antigua, que puede retrotraerse a la Naupactia, un poema épico perdido compuesto en torno al siglo VI a. C., aproximadamente, sugería que Hipólito fue devuelto a la vida por Asclepio después de su muerte, quizá porque consideraba que no merecía un destino tal.[147] Esta historia inspiró el desarrollo de un curioso apéndice itálico a la leyenda de Hipólito, en el que se contaba que había sido llevado al Lacio para convertirse en un asociado al culto de Diana, una antigua diosa itálica identificada con Ártemis. El centro cultual más importante de la diosa era el bosquecillo sagrado de Arida, cerca del monte Albano, a unos 15 kilómetros al sudeste de Roma, cerca de un plácido lago, Lacus Nemorensis, que recibía el nombre poético de «Espejo de Diana». Diana compartía el bosque con otras dos divinidades menores, la diosa de las fuentes, Egeria, que recibía culto en Roma y se suponía que había sido consejera del sucesor de Rómulo, Numa Pompilio, y una oscura divinidad menor, representada con edad avanzada, llamada Virbio. Una norma del santuario era que no podían entrar caballos en él y para vincular esta regla con el origen de Virbio, se hizo el siguiente añadido a la historia de Hipólito. Después de que lo devolviera a la vida Asclepio, con la ayuda del dios sanador Peán (según Ovidio), Diana-Ártemis lo recubrió de una niebla espesa porque sabía que el dios de los Infiernos estaba en contra de que se reviviera a mortales. Para asegurarse de que permanecería sano y salvo en el futuro, le cambió su aspecto y le hizo parecer más viejo, le dio un nombre nuevo (deseable en cualquier caso ya que su antiguo nombre le haría acordarse de los caballos, hippoi) y se lo llevó a su bosquecillo de Aricia para que viviera allí bajo su protección como deidad menor. Puesto que habían sido los caballos los que le habían provocado la muerte, no tendría intención de volver a relacionarse con ellos, por lo que fueron prohibidos en ese lugar sagrado desde entonces. La etimología de su nombre, Virbio, podía referirse a que había sido hombre dos veces (vir bis).[148]
Teseo y Pirítoo raptan a Helena e intentan raptar a Perséfone de los Infiernos
En sus últimas aventuras (incluyendo el viaje a la tierra de las Amazonas, según algunas fuentes) Teseo tuvo como compañero a Pirítoo, que era un jefe lapita del norte de Tesalia. Plutarco narra, de una manera un tanto simple, cómo se hicieron compañeros. Para probar hasta qué punto la fuerza y valentía de Teseo eran como indicaba su reputación, Pirítoo se llevó parte del ganado de Teseo que pastaba en la llanura de Maratón, al norte del Ática y cuando Teseo marchó en su busca le salió al encuentro. Ambos se quedaron tan impresionados por el coraje y aspecto del otro que evitaban entrar en pelea. Pirítoo finalmente le alargó la mano y le hizo saber que estaba dispuesto a asumir cualquier castigo que quisiera imponerle. Teseo, en cambio, le pidió que se hiciera su amigo y desde entonces pasaron la mayor parte del tiempo juntos.[149] Cuando Pirítoo se casó con la princesa lapita Hípodamía, Teseo marchó a la tierra natal de su amigo, al norte, para asistir a las nupcias y luchó a su lado cuando surgió el enfrentamiento entre centauros y lapitas (cf. infra p. 713). Los dos amigos acudieron juntos a la cacería del jabalí de Calidón y (en algunas versiones) al viaje de los Argonautas.[150] Su empresa más célebre, no obstante, fue la última, en la que acometieron el rapto de las hijas de Zeus, incluida la reina de los Infiernos, para tenerlas como novias después del fallecimiento de sus esposas.
Comenzaron con la captura de Helena en Esparta. Ésta es una leyenda muy antigua que Homero debió conocer de alguna forma, dado que en la Ilíada se hace mención de que la madre de Teseo, Etra (que fue capturada cuando Helena fue rescatada del Ática, cf. infra) se contaba entre las sirvientas que Helena tenía en Troya.[151] Hay testimonios que apuntan que Alcmán y Estesícoro hicieron mención de este episodio.[152] Aunque en la versión original Helena estaba ya en edad casadera, esto no sería un dato plausible cuando se desarrollaron cronologías racionalistas de estos momentos de la historia mítica. Los mitógrafos, desde Helánico en adelante, sugieren, por tanto, que Helena rondaría entre los siete, diez o doce años.[153] Diodoro transmite que Pirítoo visitó a Teseo después de la muerte de Hipodamía y le propuso el rapto tras saber que su amigo también había perdido a su esposa. Después de raptar a Helena, con tan sólo diez años de edad, aunque ya aventajaba en belleza al resto de mujeres, se la echaron a suertes con la condición de que el que ganara tendría que ayudar a su amigo a conseguir a la novia que se le antojase, sin tener en cuenta el riesgo que conllevara la elección. Pirítoo perdió y dijo que quería como novia a Perséfone, Teseo tenía la obligación de ayudarlo. Plutarco da una versión semejante y apunta que los dos amigos raptaron a Helena mientras bailaba en el templo de Ártemis Orthia en Esparta y que los persiguieron hasta Tegea, al sur de Arcadia.[154] En otra versión cada héroe elige a una novia y Teseo prefiere a Helena por encima de las demás.[155] De acuerdo con Helánico, ambos se consideraban merecedores de casarse con hijas de Zeus, ya que Pirítoo era hijo de Zeus y Teseo de Poseidón.[156] Higino recuerda una extraña versión en la que Zeus asiste como espectador al rapto de Helena y se les aparece en sueños para recomendarles que acudan a Hades para que les entregue a Perséfone como novia de Pirítoo.[157]
Antes de partir para los Infiernos, Teseo toma a Helena y la lleva a Afidnas, al noreste del Ática, y se la confía a Afidnos, el gobernante epónimo de la ciudad, pidiéndole que la mantenga allí en el más absoluto secreto. A continuación emplaza a su madre Etra, en Trecén, que la haga compañía. Sin embargo el secreto fue traicionado, o se filtró de alguna manera, y los dos hermanos de Helena, los Dioscuros, invadieron el Ática durante la ausencia de Teseo y atacaron Afidnas. Se hicieron fácilmente con la ciudad y recuperaron a su hermana. Además se llevaron a Etra con ellos a Esparta, donde se la obligó a convertirse en sirvienta de Helena. Mientras se encontraban en el Ática, se vengaron de Teseo pasándole el trono a Menesteo, hijo de Peteo, miembro de otra rama de la familia real ateniense. Acamante y Demofonte, los dos hijos de Teseo, se marcharon a Eubea para refugiarse en casa de Eléfenor, rey de Abantes, cf. pp. 490-491 para el desarrollo de su historia.[158]
Son dos las narraciones sobre el modo en que los Dioscuros se enteraron del lugar en el que estaba escondida Helena. Según Heródoto, aterrorizaron a la población de Atenas quemando los pueblos hasta que los hombres de Decelia, o quizá el propio Décelo, acordaron llevarles hasta su escondite. Por esta razón, los decelios de entonces en adelante siempre recibieron un trato privilegiado de parte de los espartanos y siempre que invadieron el Ática, dejaron esta población intacta.[159] Decelia, en el norte del Ática, sirvió a los espartanos de base durante la guerra del Peloponeso. De acuerdo con otra versión, el que reveló el secreto fue Academo, el epónimo de la Academia (Akadameia), un bosquecillo sagrado en las afueras de Atenas, célebre porque fue el lugar en donde Platón estableció su escuela (de donde procede el término actual «academia»).[160] Según una tradición curiosa transmitida por Estesícoro, Teseo tuvo una hija con Helena, Ifigenia, que nació en la Argólide mientras regresaban a casa, que terminó por entregar a Clitemnestra (normalmente su madre en la tradición).[161]
Después de descender a la cueva sin fin de Ténaro, al sur del Peloponeso, Teseo y Pirítoo convencen de algún modo a Caronte, el barquero infernal, para que les lleve hasta el reino de Hades. Conservamos dos versos del poema épico Minias en los que se dice que tuvieron que esperar en la orilla durante un tiempo hasta que la barca de Caronte regresó a su embarcadero.[162] Parece que se dirigieron a Hades abiertamente para pedirle que dejara ir a Perséfone en lugar de para intentar raptarla, pero en las fuentes de las que disponemos apenas se recuerda nada de este aspecto de la aventura. Otro fragmento épico nos muestra una aproximación a sus intenciones: Pirítoo consideraba que sus pretensiones sobre Perséfone eran más lógicas que las de Hades, ya que él era hijo de Zeus, como ella, ¡mientras que Hades no era más que su tío![163] Es muy absurdo suponer que Hades iba a entregar a su esposa a un mortal, cualquiera que fueran sus razones, de modo que los hizo prisioneros en su reino subterráneo. Según Apolodoro, les ofreció su hospitalidad y les invitó a ambos a sentarse. Cuando se sentaron, su carne comenzó a pegarse a la silla (la «Silla del Olvido»: thronos Lethes), y comenzaron a aparecer serpientes que, enroscándose en torno a ellos, los dejaron atados.[164] El poeta épico Paniasis señala incluso que su carne quedó adherida a la piedra sobre la que estaban sentados y en otros lugares se lee que les ataron con cadenas o serpientes.[165]
Aunque probablemente quedaron prisioneros eternamente en la historia original, posteriormente se creyó que Heracles había salvado a uno de ellos o a los dos cuando descendió a los Infiernos para capturar al perro Cerbero (como trabajo último o penúltimo, cf. pp. 352-353). Según la versión más común, el gran héroe logró arrancar a Teseo de su silla, pero no a Pirítoo, dado que su culpa era mayor por haber sido quien había tenido pretensiones sobre Perséfone. Según Apolodoro, hubo un terremoto en señal de aviso cuando Heracles tendió sus manos a Pirítoo.[166] Las versiones discrepan sobre si Pirítoo fue o no liberado.[167]
Exilio y muerte de Teseo
De regreso a casa desde el Hades, Teseo descubre que Menesteo se ha hecho con el poder con la ayuda de los Dioscuros. Se ve obligado a buscar una nueva casa y navega a Esciros, una isla del mar de Egeo, al este de Eubea, porque tenía allí tierras desde tiempo antes, o quizá arribó allí de manera accidental mientras intentaba llegar a la corte de su suegro Deucalión, en Creta.[168] Aunque Licomedes, el rey de la isla, parecía feliz de acogerlo, comenzó a tramar su muerte, ya que tenía miedo de perder su posición si un héroe tal comenzaba a vivir en la isla, o porque quisiera hacerle un favor a Menesteo. Logró darle muerte con un engaño: le hizo subir con él a la cima más elevada de la isla con el pretexto de mostrarle sus posesiones y lo arrojó por un acantilado. En una versión más banal, que intenta liberar de culpa a Licomedes, Teseo resbala y cae mientras daba un paseo después de cenar. En todo caso, su momento de gloria había pasado. Plutarco señala incluso que su muerte pasó desapercibida en ese momento.[169]
Menesteo se mantuvo como rey de Atenas hasta que marchó a la guerra de Troya como comandante del contingente ateniense.[170] Bien porque Menesteo murió allí o porque decidiera quedarse lejos de Atenas después de la guerra, los hijos de Teseo recuperaron el reino de su padre después de la guerra de Troya (cf. p. 489).
Teseo ayudó póstumamente a los atenienses en la batalla de Maratón, marchando al frente de ellos completamente armado, liderando el avance contra las tropas persas.[171] Después de las Guerras Médicas, el oráculo de Delfos señaló que sus huesos debían ser llevados de vuelta a Atenas. Cuando Cimón, un eminente político y general ateniense, tomó Esciros en el 475 a.C., albergaba un vehemente deseo de encontrar la tumba del héroe. Un día se dio cuenta de que un águila se había posado en algo que parecía un túmulo y había comenzado a picotearlo y a rasgarlo con sus garras. Lo interpretó como una señal y ordenó a sus hombres que cavaran en ese lugar. Cuando lo hicieron, descubrieron la sepultura de un hombre de un tamaño sobrehumano (como se pensaba que habían sido los héroes) con una lanza de bronce y una espada a su lado. Con la idea de que ésos debían ser los restos de las armas de Teseo, Cimón las llevó de regreso a Atenas, entre el entusiasmo del pueblo, y el héroe exiliado regresó de nuevo a su ciudad.[172]
En algunas tragedias, Teseo aparece representado como un gobernante noble que ayuda siempre a los héroes y heroínas de otros ciclos cuando caen víctimas de la suerte o de la injusticia. Acoge al ciego Edipo en Colono, en las afueras de Atenas, salvando a éste y a su hija de ser devueltos a Tebas a instancias de Creonte (cf. pp. 421-413). Por petición de Adrasto fuerza a Creonte, rey de Tebas, a permitir que se entierre a los argivos muertos en la expedición de los Siete (cf. p. 422). Además, da refugio a los Heraclidas en Atenas después de la muerte de su padre y les ayuda a vencer a su perseguidor Euristeo (cf. p. 378).

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