sábado, 23 de marzo de 2019

LA HISTORIA DE MARIA MAGDALENA

Tú conoces mi estilo de vida, cómo en la noche se acercan a nosotras y durante el día desvían su mirada. Así mismo con Cristo. En la noche se le acercan y durante el día desvían su mirada.
Pensé: “Aquí estoy yo, la más baja y durante el día ellos se avergüenzan de mí. Pero Él, el profeta más elevado, también es evitado durante el día. Así, el más elevado y la más baja son igualmente evitados.”
Así que decidí encontrarlo durante el día y extender mi mano hacia Él. Me vestí con mis mejores vestidos y con mi collar de Esmirna y perfumé mi pelo. Y salí a buscarlo, diciéndole a la gente, “Aquí de día se encuentran lo más bajo y lo más elevado, igualmente evitados por ustedes.”
Y cuando Lo vi a Él sentado entre pescadores con ropas de tela para costales, permanecí al otro lado y no me atreví a acercarme. Entre nosotros la gente pasaba, evitándonos a los dos. De esta forma mi vida quedó determinada. Porque Él le dijo a su discípulo más amado, “Toma este pellizco de polvo y llévaselo a esa mujer para cambiarlo con su collar. Verdaderamente en estas cenizas hay más vida que en sus piedras preciosas, ya que, de cenizas crearé piedras preciosas mas de piedras preciosas sólo polvo.”
El resto ustedes ya lo conocen. Porque Él no me condenó. Él pesó mis cadenas y las cadenas de la vergüenza se desintegraron como polvo. Él simplemente decidió. Él nunca titubeó al enviar el objeto más simple con el que determinó completamente la vida de una. Él tocó lo que envió como bañándolo en espíritu.
Su camino estaba vacío porque la gente, luego de recibir sus regalos, partía apresuradamente. Y deseando posar sus manos, Él encontró sólo vacío. Cuando Él ya estaba condenado, las furias de vergüenza se precipitaron detrás de Él y burlonamente blandieron sus ramas. El precio de un ladrón fue digno de la muchedumbre.
Ciertamente Él partió en dos las cadenas porque Él confirió conocimiento sin aceptar recompensa.

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