LA DAMA DEL AMBOTO
En el confín de Vizcaya, donde se encuentra esta provincia con las de Guipúzcoa y Alava, eleva el monte Amboto su cónica y rocosa punta envuelta en los misteriosos cendales de las nieblas y las no menos temerosas brumas de las leyendas.
Durante siglos nadie, ni los pastores que llevaban a pastar sus rebaños a las laderas del Amboto, se atrevían a subir hasta la cima donde, en una cueva oscura y siniestra, habitaba la bruja, la hechicera, la legendaria Mari Urraka, la Dama del Amboto. De allí salía montada en una nube para, según unos, repartir desgracias o, según otros, llevar favores y beneficios a los habitantes del llano.
En este mismo siglo se escaló por vez primera el monte Amboto, y a pesar de estar en un lugar de muy difícil acceso, se visitó la cueva de la Dama. Nosotros también estuvimos allí. La cueva está en la cara Este, encima del valle de Arrázola, y un terrible precipicio se desploma bajo su boca.
Para vosotros, después de haber visitado la cueva de la Dama y de haber leído viejos libros, os voy a contar la historia, la leyenda de la Dama o Señora del Amboto.
Una vez estábamos en el valle de Aramayona a la puerta de un caserío, cuando un niño se acercó corriendo y gritó, excitado:
—¡Mira, amoma, la Señora del Amboto se va de viaje!
En efecto: el día estaba despejado y claro, pero de la cima del Amboto se despegó una nubecita que, rápida y sin perder la línea recta, se dirigió hacia el lejano pico de Aitzgorri.
Los sabios, que sacan su sabiduría de sus libros polvorientos y aburridos, dirán que es una nube que se quedó en la cavidad de la peña y que, impulsada por una corriente de aire, se desplaza derechamente hacia el Aitzgorri.
Pero la abuela de aquel caserío les dijo a sus nietos que era que la Dama del Amboto se iba a pasar siete años a su cueva del Aitzgorri. Y nos contó su historia.
Pero años más tarde estábamos en Abadiano, y allí nos dijeron que adonde iba era a una cueva de Sarrimendi, en Andikona. ¡Diablos! La cosa se complicaba, pues nos contaron otra historia. Y en Marquina visitamos también la cueva de Gabaro, que nos dijeron solía ser visitada por la Dama del Amboto, y aun nos narraron otra leyenda.
Ya nos picó la curiosidad y nos dedicamos a ir juntando todas las historias y leyendas que se sabían de la Dama del Amboto, y os las vamos a contar.
El Señor de Vizcaya.
Hace dos siglos, en las montañas de la verde Erin, salió de cacería el rey de Erin con su hijo Lémor. Este, al ver un jabalí, disparó su flecha con tan mala fortuna, que se hincó en el pecho de su padre. Entonces los ancianos, jefes de las tribus de la verde Erin, dijeron al heredero:
—Príncipe, aunque nuestras leyes condenan a muerte al parricida, tú no debes morir, pero tampoco debes vivir entre nosotros. Mañana, al alba, te esperará en el puerto una nave aparejada. Aléjate de aquí para siempre.
Lémor, el que tenía que haber sido rey de la verde Erin, con solo dos servidores se embarcó en la nave, la cual, como no llevaba piloto, anduvo por el Océano durante meses. Se acabaron las provisiones y se morían de sed cuando, a punto de desfallecer, vieron una tierra suave y verde, como la de su patria abandonada.
Era Mundaca, en el País Vasco, donde desembarcaron en su desierta playa, y después de beber agua dulce, quedaron dormidos. El Señor de Busturia, que había visto la navecilla, fue a la playa y se encontró con los tres extranjeros.
Precisamente en aquellos días, le llegó al Señor de Busturia la noticia de que un ejército extranjero asomaba por Orduña dispuesto a aniquilar al pueblo vasco.
Este ejército no era musulmán, sino unas legiones castellanas y aragonesas, que infamaban el nombre de cristianos, pues estaban compuestas por viles aventureros a los que acaudillaba Ordoño el Malo, villano usurpador de la corona de Sancho el Craso y que, arrojado del trono leonés, quería ahogar su despecho con los vascos y buscar un nuevo trono.
El Señor de Busturia despertó a los tres extranjeros y estos, al saber que estaban en la tierra de los vascos, la patria que había desafiado el poder de Roma sin temor, dieron gracias al cielo.
Como el Señor de Busturia era viejo y no podía vestir la cota de mallas, ordenó al príncipe de Erin que ocupara su lugar, pues era hijo de rey y merecía mandar.
La batalla contra el ejército leonés se dio en Padura, y es tanta la sangre que vertieron los leoneses, que cubrieron de rojo las piedras y, desde entonces, Padura se llama Arrigorriaga, que significa «Piedras rojas». Lémor mismo mató a Ordoño, cuyo sepulcro de piedra aún lo podéis ver en el pórtico de la iglesia de Arrigorriaga.
Y después de la batalla, el hijo de la verde Erin, que era conocido entre los vascos con el nombre de Jaun Zuría (Señor Blanco) por el color blanco de su tez y pelo, se casó con la hija del Señor de Busturia.
Los vizcaínos, después de esta batalla, eligieron a Jaun Zuría como Señor de Vizcaya, y cuyo hijo se casó con la Dama del Amboto…
Pero antes de comenzar la historia del Señor de Vizcaya y de la Dama del Amboto, os diremos que otros historiadores cuentan otra versión del primer Señor de Vizcaya. Don Lope García de Salazár, en su «Crónica de siete casas de Vizcaya», publicada en 1454, dice que fue una hija del rey de Escocia la que llegó a Mundaca con sus servidores, y allí tuvo un hijo «ome mucho hermoso y de buen cuerpo y llamáronle don Zuría, que quiere decir en castellano, don Blanco».
Otros dicen que fue Lope Fortún, hijo de Lope Fruiz, Señor de la torre de Montalbán, en Arrazua, quien fue en un barco pirata y robó a María, hija de Donald V, rey de Escocia.
También hemos visitado la torre de Montalbán, en Arrazua, pero, ¡qué pena! Está en ruinas y cubierta de yedra y no hay ningún libro allí que pueda aclararnos si el padre de Jaun Zuría, fue Lémor, hijo del rey de Erin, o su madre María, hija del rey de Escocia.
Pero esto no importa. A partir de Jaun Zuría empiezan los vizcaínos a tener un Señor y a ser independientes.
Y ahora que os hemos contado la historia del primer Señor de Vizcaya, os contaremos la del segundo Señor de Vizcaya, que se casó con la Dama del Amboto. ¿Y sabéis dónde se publicó por vez primera esta leyenda? ¡Pues en Portugal! ¡Qué cosas! Hasta Portugal hemos tenido que ir para enterarnos de la leyenda de la Dama del Amboto.
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