sábado, 16 de marzo de 2019

Kuniraya y el inca Huaina-Chapac (mito inca)

Poco antes de que aparecieran los europeos en esta tierra, el dios
Kuniraya se dirigió a la ciudad del Cuzco. Allí conversó con el inca
Huaina-Chapac y le dijo:
-Vamos, hijo mío, al Titicaca. Allá te revelaré quién soy.
Una vez en el lago, la deidad se dirigió al inca en estos términos:
-Soberano, ordena que comparezcan tus súbditos, de entre los magos
y los más sabios, al objeto de que los enviemos allá donde se encuentran
los cimientos de la Tierra.
Huaina-Chapac se apresuró a cumplir el mandato del dios. Entre los
que acudieron a su llamado, unos decían que eran del linaje del cóndor;
otros, del linaje del milano; otros, en fin, del linaje de la golondrina.
Una vez reunidos todos ellos, Kuniraya les habló así:
-Dirigios al sitio donde se hallan los cimientos de la Tierra. Llegados
allí, decidle a mi padre: «Me envía vuestro hijo a fin de que le
mandéis conmigo a una de sus hermanas».
Como todos los otros emisarios, el del linaje de la golondrina partió
del Titicaca para regresar al cabo de cinco días. Llegado al sitio donde
se hallan los cimientos de la Tierra, y transmitido el mensaje, al del
linaje de la golondrina le entregaron un cofre con esta recomendación:
-No suceda que quiera abrir este cofre. Sólo podrá abrirlo tu señor
Huaina-Chapac en persona.
El hombre emprendió el viaje de regreso y en el trayecto, ya muy
cerca del Cuzco, se dejó vencer por la curiosidad y, ansioso por ver el
contenido del cofre, lo abrió. Dentro del cofre vio a una joven de maravillosa
belleza. Su cabellera era ondulada y rubia como el oro. Su traje
se veía asombrosamente lujoso. Dentro del cofre ella era de diminuta
apariencia. No bien sus ojos la hubieron sorprendido, la joven desapareció
sin rastro.
Hondamente afligido, el mensajero llegó al Cuzco y luego al Titicaca.
-Si no pertenecieras al linaje de la golondrina yo mismo te hubiera
dado muerte. Anda, regresa al mismo sitio -le ordenó Kuniraya.
El emisario repitió el viaje y esta vez no se dejó seducir por la curiosidad.
De regreso con el nuevo cofre, cuando en el camino sintió
hambre y sed, no tuvo más que decirlo y se le presentó de por sí una
mesa admirablemente servida y, de noche, un mullido lecho para que
durmiera. En cinco días también estuvo de regreso en el Titicaca, con el
cofre cerrado. Muy complacidos le recibieron Kuniraya y el inca.
Aun antes de que se abriera el cofre, Kuniraya le habló así a Huaina-
Chapac:
-Inca, hemos de abandonar este mundo. Yo me internaré en este otro
mundo y tú vete a aquél, junto con mi hermana. Tú y yo no volveremos
a vemos.
Dicho esto, el dios abandonó la Tierra. Enseguida Huaina-Chapac
abrió el cofre. De súbito, un soberbio resplandor cubrió la Tierra. El
inca dijo entonces:
-Ya no regresaré de aquí. Aquí viviré con esta princesa y reina mía
así dijo, y dirigiéndose a un vasallo pariente suyo-: Anda tú como
representante mío y preséntate en el Cuzco diciendo que eres Huaina-
Chapac.
Acto continuo el inca y su esposa desaparecieron en la misma forma
que Kuniraya. Después, cuando el llamado Huaina-Chapac dejó de
existir, uno y otros entraron en disputa tratando de erigirse en señores
del Imperio. Fue en este tiempo que por primera vez aparecieron los
europeos en Cajamarca.

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