Bueno, y es que a mi abuelo le salió de todo, él era perseguido
por El Cadejo, a él le salió El Mosmo, a él la Chancha
Encaitada, La Mona, El Gritón, a éste así lo llamaban
porque antes así se comunicaban los campistas, con gritos,
para saber quién andaba “poraí”, ese señor que quedó
sin cabeza era un hombre que andaba buscando unas vacas
que se le habían perdido, hay andaba montado en su
caballo gritando: ¡Hay va hom! se metió a la espesura de
la selva en el cerro El Chonco y con mala suerte que el caballo
se asustó por los rugidos del tigre que andaba cerca
y sale a todo galope el animal y pasa por unos bejucos que
estaban colgados y le pasa arrancando la cabeza al pobre
hombre y el caballo se desnuca, así andaba sin cabeza y
todavía montado en su caballo.
Mi abuelo lo escuchaba de vez en cuando, hasta que
un día se topó con él. Esa noche lo escuchaba bien cerca
¡Hay va hom! gritando, y rápido se puso su chaqueta de
dril al revés y sacó su cordón bendito y lo puso de frente
con la mano estirada en dirección de los gritos y El Gritón
pasó de largo, sólo la sombra miró pero aún así pudo observar
que el hombre no llevaba la cabeza.
Sí, es que antes todo era monte, montaña espesa y
muchos campistos desaparecieron sin dejar rastros, ese
cerro El Chonco era selva casi impenetrable, de todo animal
había, abundaban los venados, las guardas tinajas, los
cusucos, todo eso, la gente tenía bastante para comer, no
padecían de hambre, hasta frutas por todos lados había,
ahí estaban los árboles llenos de frutas, si estaban cerca
de una casa, sólo pedía permiso y cortabas hicacos, mangos,
mandarinas, fruta de pan, aguacates y otra más. A
los animales los cazaban con perros y algunos que tenían
escopetas. Pero el garrobo no se comía, se miraban los
grandes garrobones, iguanas verdes grandotas, ¡Ah! Pero
se tenía uno que cuidar de los animales feroces como los
tigres y leones que ahí vivían. Con el deslave de 1960 eso
quedó todo pelado, poco a poco se fue recuperando pero
ya no como antes por la misma gente que comenzaron
a despalar para cultivar. Pero antes del deslave ese cerro
estaba resguardado por los duendes.
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