viernes, 29 de marzo de 2019

BREVE HISTORIA DE LAS LEYENDAS MEDIEVALES: LANCELOT Y GINEBRA

Lancelot era uno de los caballeros más famosos de la mesa redonda y, a la vez, el
hombre de confianza del rey Arturo. Su amor por la reina Ginebra le arrastró a una
pasión adúltera que acabó por destruir la unidad de la corte de Camelot. En la
segunda mitad del siglo XII, el escritor francés Chrétien de Troyes, de quien ya
sabemos cuando analizamos la leyenda del rey Arturo, escribió sus novelas o romans,
entre ellos el titulado Lancelot o el caballero de la carreta, génesis de esta leyenda.
Chrétien de Troyes nació hacia 1135 y estuvo como escritor bajo el servicio del
conde de Champagne. Después también sirvió a Felipe de Alsacia, conde de Flandes
y rival de su primer mecenas. Chrétien escribió cinco romans en versos octosílabos
pareados: Erec y Enide (1170, aproximadamente), Cligés (1170-1176), Ivain o el
caballero del León (1176-1181), Lancelot o el caballero de la carreta (1177-1181) y
Perceval o el cuento del grial (1181-1190). Con estas obras Chrétien crea un modelo
de novela de tema artúrico basado en la ya conocida materia de Bretaña. Sus obras
sintetizan las leyendas de raíces celtas transmitidas oralmente y la herencia de la
cultura clásica grecorromana.
Lancelot o el caballero de la carreta fue escrita por Chrétien simultáneamente a
Ivain o el caballero del León, cuando ya gozaba de la fama de sus anteriores novelas.
La historia de Lancelot fue una obra por encargo escrita en honor de María, condesa
de la Champagne. Chrétien había sido siempre un defensor de la compatibilidad del
matrimonio con la tarea de caballero, y puede que las discrepancias con su mecenas,
que prefería incorporar elementos del fine amour o amor cortés, fueran el motivo de
algunas incongruencias en la obra, como el amor adúltero del caballero con la reina
Ginebra. También es posible que estas presiones fueran el motivo por el que no
terminó su redacción y dejó el final en manos de su discípulo Godofredo de Leigni.
En el primer tercio del siglo XIII los poemas de la literatura artúrica fueron
prosificados. Esto supuso la consolidación del género y la posibilidad de desarrollar
de forma más extensa y detallada la acción. El Lancelot en prosa formaba parte de la
denominada Vulgata artúrica, que recopilaba las aventuras del rey Arturo y los
caballeros de la mesa redonda, fue compuesta entre 1215 y 1230 por un autor
desconocido y estaba formada por tres partes: Lancelot propre o Libro de Lancelot,
Queste du Saint Graal o La demanda del santo grial y La Morte le Roi Artu o La
muerte del rey Arturo. Más adelante, entre 1469 y 1470, el escritor inglés Thomas
Malory escribió durante su estancia en la prisión de Londres los 21 volúmenes de La
muerte de Arturo, una nueva epopeya de los caballeros de la mesa redonda. La obra
de Malory marcó la transición del roman a la novela moderna por su riqueza y
sencillez de estilo. La pasión por este tipo de obras llegó a España de forma tardía en
1508 con la publicación de la novela de caballerías Los cuatro libros del esforzado
caballero Amadís de Gaula, obra de Garci Rodríguez de Montalvo.

El relato de la obra de Chrétien empieza con una historia originaria de la
mitología celta, el rapto de una reina, en este caso Ginebra, que tenía que ser
rescatada del reino de los muertos por un héroe. La originalidad de Chrétien estuvo
en convertir a Lancelot en el amante de la reina Ginebra, pero el autor prefirió
centrarse más en la historia romántica que ponía el amor por encima del honor y no
profundizó tanto en el adulterio como hicieron los novelistas posteriores.
Conozcamos, ahora sí, el argumento del relato de Chrétien.
Un altivo caballero procedente del reino de Gorre llamado Meleagante apareció
un día en la corte del rey Arturo advirtiendo de que tenía prisioneros a muchos de sus
vasallos. Lanzó un desafío al rey y a quien los quisiera liberar: para que sus hombres
volvieran a Logres, situado en el actual sureste de Inglaterra como sabemos, la reina
Ginebra tenía que ir hasta un bosque vecino acompañada por un caballero.
Meleagante mediría sus fuerzas con el campeón de Logres y si salía vencedor la reina
le acompañaría con el resto de cautivos; si era derrotado por el hombre de Arturo los
prisioneros serían liberados. El escogido para vengar tal afrenta fue el caballero Keu,
un fiel vasallo del rey, que fue derrotado por Meleagante.
Los caballeros de la tabla redonda Gawain, también llamado Gauvain o Galván, y
Lancelot iniciaron la búsqueda de Ginebra por separado. Lancelot vivió diferentes
hazañas hasta llegar al reino de Gorre, donde se batió en duelo con Meleagante por el
rescate de Ginebra. Lancelot venció, bajo la atenta mirada de la reina prisionera en
una torre del castillo. Junto con Ginebra fueron liberados el resto de cautivos, entre
ellos el caballero Keu herido en el primer combate. Ginebra dispensó un frío
recibimiento a su salvador que, decepcionado y después de pactar con Meleagante
que el combate se volvería a repetir al cabo de un año en Logres, decidió ir en busca
de Gawain mientras el resto del grupo se quedaba en Gorre preparando el viaje de
retorno.
Una falsa noticia difundió que Lancelot había muerto a manos de los habitantes
de Gorre después del combate. Al saberlo, Ginebra se llenó de dolor pensando que su
cruel acogida había sido la causa de la muerte. Lancelot volvió al lado de la reina y se
reconcilió con ella. El deseo se había apoderado de ambos y decidieron volver a verse
aquella misma noche. Al oscurecer Lancelot entró en los aposentos de la reina
rompiendo los barrotes de hierro de la ventana, pero se cortó con el filo de una reja.
Después de una noche de amor, el caballero abandonó el lecho de su dama pero dejó
una mancha de sangre en las sábanas. No podemos evitar observar en este punto de la
historia las enormes similitudes entre las leyendas de Tristán y Lancelot, ambos
entregados al amor adúltero de una reina. El personaje de Lancelot fue el modelo
seguido para definir la figura de Tristán. Pero volvamos de nuevo a la narración.
Meleagante, furioso por su derrota, vio las manchas en la cama y las relacionó
con las heridas de Keu que dormía en la misma sala. La lógica le llevó a acusar a
Ginebra de adulterio con Keu, y como este estaba débil, Lancelot fue el encargado de
lavar el honor de su dama volviendo de nuevo a ganar el combate. Después de la
victoria, un enano traidor tendió una trampa a Lancelot y este cayó prisionero de
Meleagante, que siguió conspirando: envió una carta a Ginebra y a los caballeros de
la mesa redonda en nombre de Lancelot para que volvieran a Logres diciendo que él
les esperaba allí. Pero al llegar a la corte de Arturo todos quedaron desolados porque
el héroe estaba desaparecido.
La corte de Arturo organizó un torneo tras la vuelta de Ginebra a Logres.
Lancelot, al saberlo, suplicó a la mujer de Meleagante que le permitiera asistir con la
promesa de que regresaría a su cautiverio al finalizar el certamen. Acudió como el
caballero de las armas bermejas (celui as armes vermoilles) pasando desapercibido
para todos menos para Ginebra, que lo reconoció y como prueba de amor y sumisión
le ordenó que combatiera como el mejor y el peor de los caballeros a lo largo de las
jornadas que duró el torneo. Al final Lancelot venció, pero tuvo que regresar en
cumplimiento de su promesa. A la vuelta, Meleagante fue informado de lo sucedido y
para evitar otra huida lo encerró en una torre a la orilla del mar.
Al cabo de un año Meleagante llegó a Logres reclamando un nuevo combate con
Lancelot, que apareció en el último instante gracias a la ayuda de una dama a la que
había auxiliado en una de sus hazañas antes de rescatar a Ginebra. En el combate
definitivo Meleagante fue derrotado por tercera vez y murió en la lucha. Aquí termina
el relato de Chrétien y su discípulo Godofredo de Leigni.
El Lancelot en prosa relaciona el amor de Ginebra con el asunto del grial, del que
hablaremos en otro capítulo; su búsqueda ya no es una tarea exclusiva de Perceval
sino que afecta a todos los caballeros de la mesa redonda. La primera parte de la
versión en prosa empieza, a diferencia de Chrétien, contando la historia de la infancia
de Lancelot para justificar cómo llegó a convertirse en el mejor de los caballeros del
rey Arturo. En La demanda del santo grial y La muerte del rey Arturo el ciclo
continúa con la búsqueda del cáliz sagrado y el final del mundo artúrico. El Lancelot
en Prosa transmite una sensación de veracidad diferente de las crónicas de Geoffrey
de Monmouth, que hemos visto ya en un capítulo de este libro, o los romans en verso
de Chrétien. La verdad de la versión prosificada se basa en la construcción de un
relato estructurado y coherente aunque irremediablemente fuera de la Historia por
tratarse de un argumento plenamente maravilloso. Pero ¿existieron realmente
Lancelot y Ginebra?
Ginebra es coronada Reina de Mayo con una guirnalda de flores. Pintura al óleo titulada Lancelot y Ginebra,
obra del pintor inglés Herbert James Draper, de 1900. El siglo XIX resucitará el interés por el culto a las
leyendas del rey Arturo y sus caballeros, destacando escritores como el poeta inglés Alfred Tennyson o el
estadounidense Mark Twain.
En la abadía de Glastonbury, 45 kilómetros al sur de Bristol, en Inglaterra,
sobresale una colina llamada Glastonbury Tor, que algunos cronistas medievales del
siglo XII, como los ya conocidos Geoffrey de Monmouth o William de Malmesbury,
habían identificado con la mítica isla de Ávalon. En el año 1191 los monjes de la
abadía afirmaron haber encontrado las tumbas de Arturo y de Ginebra. El secreto se
descubrió porque un bardo galés reveló su ubicación al rey inglés Enrique II
Plantagenêt y este informó al abad de Glastonbury. Los monjes hallaron a dos metros
de profundidad una cruz de plomo con la inscripción: «Hicfacet sepultus inclitus rex
arturius in insula avalonia» (Aquí yace enterrado el ínclito rey Arturo, en la isla de
Avalón). Dos metros más abajo de la inscripción había una tumba con los restos de
un hombre de grandes dimensiones y unos huesos más pequeños con mechones de
pelo rubio que se identificaron con la reina Ginebra. En 1248 los restos fueron
trasladados a un sepulcro de mármol negro frente el altar mayor por orden del rey
Eduardo III. El arqueólogo inglés Ralegh Radford confirmó en 1962 la existencia de
la tumba pero sin poder afirmar a quién había pertenecido. Otros investigadores como
Baram Blackett y Alan Wilson han intentado localizar la tumba del Arturo histórico
en la iglesia de Saint Peter Super Montem, cerca de Bridgend, en el sur de Gales.
La leyenda de Lancelot y Ginebra incluye los elementos clave de toda novela de
caballerías: el espíritu aventurero, la búsqueda de la fama, y el comportamiento que
se rige por las pautas del fine amour o amor cortés. La personalidad de las novelas
artúricas procede de la mezcla entre el imaginario de las leyendas celtas y el universo
del amor cortés creado por Chrétien de Troyes en sus novelas. El mito de Lancelot y
Ginebra es un ejemplo de los libros de caballerías que tanto éxito tuvieron en todas
las cortes europeas. Su argumento pivota sobre tres ejes: la aventura, el amor y el
honor. Al final, los protagonistas del triángulo amoroso tendrán que escoger entre un
amor imposible o la sujeción a la moralidad de la época. Estamos pues ante otra
leyenda conservada por la literatura, como sucede con las de todos los protagonistas
del ciclo artúrico.

Ruinas de la iglesia de San Miguel en la colina de Glastonbury Tor, en el suroeste de Inglaterra. Existe una
leyenda, tal y como veremos en otro capítulo de este libro, según la cual José de Arimatea fundó en Glastonbury
la primera iglesia cristiana de Britania y en ella escondió el santo grial, 30 años después de la muerte de
Jesucristo. A mediados del siglo XII, el monje Caradoc de Llancarfan en su obra Live of Gildas o Vida de Gildas
conectó Glastonbury con la leyenda artúrica al narrar que el rey Melwas de Somerset había raptado a la reina
Ginebra y la retuvo en Glastonbury. Los estudios arqueológicos apuntan a la posibilidad de que existiera un
yacimiento perteneciente a este periodo cronológico.

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