La leyenda de Tristán e Isolda, tal y como la conocemos actualmente, es una herencia
del romanticismo difundida en el siglo XIX a través de la ópera homónima del
compositor alemán Richard Wagner. El verdadero origen de la leyenda lo hallamos en
la Edad Media, en la ya citada materia de Bretaña, que sintetiza la tradición de origen
celta con la literatura medieval francesa. Las primeras referencias a la historia
tristaniana las descubrimos en el siglo XII, en los versos de trovadores provenzales
como Cercamon, Guerau de Cabrera o Bernat de Ventadorn, afianzando la hipótesis
de que la leyenda ya era conocida en Francia antes de su fijación por escrito.
Las fábulas transmitidas oralmente por los bardos se fijaron en la literatura
medieval francesa cambiando el centro de interés de los autores, que pasó de la
recreación de escenas del mundo clásico griego y romano a las tradiciones del mundo
céltico. Los orígenes literarios de la leyenda tristaniana los encontramos en las cortes
señoriales del norte de Francia, en la segunda mitad del siglo XII. Tristán e Isolda es
un poema escrito contemporáneamente a algunas obras de Chrétien de Troyes como
la historia de Lancelot; ambas piezas clave de la literatura artúrica, tal y como
veremos en este capítulo.
La primera versión escrita conservada es obra del autor anglonormando Tomás de
Inglaterra, fechada entre 1172 y 1175. Más adelante, en el último tercio del siglo XII,
el poeta normando Béroul compuso una nueva versión para alguna corte nobiliaria
del norte de Francia de la que solo se han conservado 4.485 versos. Entre 1170 y
1185, el poeta alemán Eilhart von Oberge debió de escribir la primera versión de la
leyenda fuera del ámbito francés, dedicada a Matilde, hija del rey inglés Enrique II
Plantagenêt y de Leonor de Aquitania. Por último, cabe destacar otro poeta alemán,
Gottfried von Strassburg, que retomó a principios del siglo XIII la leyenda de Tristán e
Isolda con un poema del que se han conservado casi 20.000 versos. Es posible que
existiera un poema común anterior que sirvió de fuente de inspiración a todos estos
autores, pero no se ha conservado, así que de momento no deja de ser una conjetura.
La historia de Tristán e Isolda es uno de los grandes mitos amorosos de la Edad
Media que se difundió por todas las cortes europeas con gran rapidez a partir de la
segunda mitad del siglo XII. La traducción a las principales lenguas literarias de la
Europa medieval y las bellísimas miniaturas que ilustraban los ejemplares
atestiguaban su fama internacional. En las primeras décadas del siglo XIII se
prosificaron las aventuras de los caballeros de la mesa redonda y la leyenda
tristaniana siguiendo la moda literaria de la época, cosa que contribuyó a perpetuar su
éxito.
La prosificación de la leyenda de Tristán e Isolda convirtió la historia en un relato
de aventuras de caballerías muy vinculado a la corte del rey Arturo. Tristán ocupó el
lugar del caballero Morholt en la mesa redonda y participó en la búsqueda del santo
grial. El Tristán en prosa tuvo una gran influencia del Lancelot en prosa, ambos eran
considerados un prototipo de caballero del fine amour o amor cortés y sus leyendas se
desarrollaron en un mismo espacio tiempo: la Britania del rey Arturo. En la figura de
Lancelot el amor era la fuente de sus proezas, él era el modelo perfecto de amante y
caballero. Pero en Tristán la figura del héroe estaba opuesta a la del amante, su amor
por la reina Isolda le empujó a romper con sus obligaciones sociales y huir de
Cornualles. Lancelot y Tristán fueron los héroes que más influyeron en la tradición
literaria caballeresca española. Sobre todo en la figura de Amadís de Gaula,
contribuyendo en la configuración del personaje y en algunos episodios de la obra.
Tristán era hijo de Rivalín, rey de Leonís, y de Blancaflor, hermana del rey Mark
de Cornualles. Su padre perdió la vida luchando en el campo de batalla contra el
duque Morgan, y su madre murió al dar a luz. Debido a estas trágicas circunstancias
el nombre del recién nacido fue Tristán, triste, en su lengua original. Tras la muerte
de sus padres, se encargó de su educación el caballero Governal, que se convirtió en
su maestro y amigo. Pasados unos años, su tío, el rey Mark de Cornualles, ordenó a
Tristán caballero en la corte de Tintagel. Recibió las armas y volvió a Leonís para
derrotar al duque Morgan, al que mató en un duelo.
Tintagel, situado en la costa atlántica de Cornualles, en el suroeste de la actual
Inglaterra, era sometido a un tributo deshonroso por el rey de Irlanda, que exigía el
pago de trescientos jóvenes y trescientas doncellas cada cinco años. El encargado de
recaudar el tributo era Morholt, un hombre de tamaño descomunal con una fuerza
sobrehumana que ningún caballero se atrevía desafiar. Tristán retó y mató a Morholt,
pero este antes de morir lo hirió con su espada. La muerte de Morholt conmocionó al
reino de Irlanda y a su sobrina, la joven princesa llamada Isolda la Rubia, también
conocida como Iseo o Yseult, que prometió odiar a su asesino.
La herida de Tristán empeoraba cada vez más y los médicos de la corte de
Tintagel no la podían sanar. Pensó en buscar el remedio en un país lejano y partió en
una barca a mar abierto sin rumbo. Después de siete días, las olas lo empujaron a la
costa, pero para su desgracia aquel país era Irlanda. Oculto bajo el nombre de Tantris,
sus heridas fueron curadas nada más y nada menos que por una princesa, Isolda la
Rubia, que había aprendido de su madre cómo preparar pócimas y ungüentos. Al
cabo de unos días la herida sanó, y Tristán decidió volver a Tintagel antes de ser
descubierto.
En el reino de Cornualles el rey Mark había llegado a la edad de tomar esposa,
pero anunció que solo convertiría en reina a la dueña de los cabellos rubios que le
habían traído unas golondrinas. Al observarlos, Tristán identificó que pertenecían a la
bella Isolda y se ofreció para ir a buscarla con un centenar de caballeros. Llegados de
nuevo a Irlanda, liberó a sus habitantes del yugo de un dragón que atemorizaba el
país, pero la lengua de la bestia infectó su sangre y cayó sin sentido. Por segunda vez,
Isolda curó las heridas de Tristán con raíces y hierbas aromáticas; durante el proceso,
descubrió que él era el asesino de su tío Morholt e intentó matarle, pero sus
explicaciones la convencieron. Tristán pidió al rey de Irlanda la mano de la princesa
para el rey Mark de Cornualles.
Durante el viaje a Cornualles, la víspera de San Juan, Tristán e Isolda bebieron
por accidente un brebaje preparado por la reina de Irlanda para que el amor entre
Isolda y el rey Mark fuera eterno. Aquel mismo día se hicieron amantes. Llegados a
la corte de Tintagel, los barones del rey Mark empezaron a sospechar de los
frecuentes encuentros entre Tristán y la reina en ausencia del monarca. Presionado
por sus caballeros, Mark decidió espiarlos sin descubrir inicialmente su historia de
amor. Pero al final, en un descuido, Tristán manchó con la sangre de una herida las
sábanas del lecho de Isolda y el rey descubrió el romance condenándolos a la
hoguera.
Los amantes huyeron al bosque de Morois perseguidos por los barones del rey
Mark. Allí se escondieron durante más de dos años hasta ser sorprendidos por el
monarca una mañana mientras dormían. Mark, al verlos dormir vestidos, pensó que la
relación era casta y les perdonó la vida, pero dejó objetos que descubrían su presencia
allí. Finalmente, con la mediación del ermitaño Ogrín, el rey perdonó a Isolda, que
volvió a Tintagel, y Tristán se exilió fuera de Cornualles.
Tristán corteja a Isolda bajo la atenta mirada del rey Mark de Cornualles. The end of the song es obra del pintor
inglés Edmund Blair Leighton, fechada en 1907. Leighton centra su producción en los personajes históricos de la
Edad Media, su obra muestra una clara nostalgia por el pasado caballeresco.
Después de servir a varios reyes con su espada, Tristán llegó a la Armórica, en la
Bretaña continental. Allí conoció a Isolda de las Blancas Manos, hija del duque Hoel
y hermana del caballero Kaherdín. Tristán se casó con Isolda de las Blancas Manos
porque era bella y su nombre le recordaba a su amada, pero en realidad no era un
hombre feliz y ocultaba su tristeza a los que le rodeaban. Viajó de incógnito varias
veces a Cornualles para ver a la primera Isolda, acompañado por Kaherdín en alguna
ocasión.
De regreso a la Armórica, Tristán y Kaherdín se enfrentaron al caballero Estolt el
Orgulloso de Castel Fer y sus seis hermanos. La lucha fue dura y no cesó hasta la
muerte de todos los hermanos. Tristán recibió una herida de una espada envenenada
que ningún médico sabía curar, por ello pidió a Kaherdín que volviera a Tintagel en
busca de Isolda la Rubia, que con sus artes curativas era la única que podría impedir
su muerte. Isolda de las Blancas Manos se enteró de los planes de su esposo y
maquinó una venganza poseída por los celos. Cuando la nave de Kaherdín e Isolda la
Rubia llegaba izó una vela blanca, pero Isolda de las Blancas Manos le dijo a Tristán
que el barco llevaba una vela negra. Tristán pensó que su amada, Isolda la Rubia, no
iba en la embarcación y murió. Isolda la Rubia saltó a tierra y tan rápido como pudo
llegó al lado de Tristán, pero no encontró sino el cadáver de su amado, se acostó a su
lado y murió junto a él.
La singularidad del amor de Tristán e Isolda no es el adulterio, que incluso era
literariamente consentido por los trovadores de la época, sino el amor accidental pero
inevitable que enfrenta a los dos amantes con la sociedad que los rodea. La obra está
llena de dramatismo porque ninguno de los dos protagonistas puede luchar contra la
pasión desatada por la poción mágica en forma de vino de hierbas que toman
casualmente. El filtro mágico es una novedad que no tiene antecedentes en la
literatura de caballerías, sirve para justificar el adulterio y la traición de los
protagonistas. Su amor quebrantará las reglas del amor cortés, pues deja a la corte del
rey Mark sin uno de sus mejores caballeros y la propia reina abandona su puesto para
huir con su amado. El amor de Tristán e Isolda es un amor trágico nacido de una
poción que será fuente de dolor y muerte. Esta fatalidad sirvió como ya dijimos a
Richard Wagner para inspirar una de sus óperas más conocidas, estrenada en 1865
con gran éxito.
Pero ¿existieron históricamente las figuras de Tristán e Isolda? Un argumento
favorable a esta hipótesis fue el hallazgo de un monumento funerario conocido como
la Piedra de Tristán en el Castillo de Dore, cerca del pueblo de Fowey, en Cornualles.
En la piedra hay una inscripción latina que dice: «Drustanus hic iacit cunomori
filius» (Aquí yace Drustanus hijo de Cunomorus). Según esta hipótesis, la letra de
Drustanus se transformó en una T y derivó en el nombre de Tristán. Cunomorus era la
forma latina del nombre Cynvawr, un rey de Cornualles en la primera mitad del siglo
VI y contemporáneo del rey Arturo. Wromonoc, un monje bretón del siglo IX autor de
Life of Saint Paul Aurelian, también cita al rey Cynvawr como Mark.
La Piedra de Tristán es un monolito funerario de la alta Edad Media que se encuentra al noroeste del pueblo de
Fowey, en Cornualles (Inglaterra). Una placa colocada por la Fowey Old Cornwall Society informa a los
visitantes de que en la cara sur del monumento se puede leer la inscripción «Drustanus hic iacit cunomori filius»
(Aquí yace Drustanus hijo de Cunomorus). En el siglo IX la obra Life of Saint Paul Aurelian relacionó a
Cunomorus con el rey Mark de Cornualles, contemporáneo del rey Arturo.
Todas estas pruebas nos hacen pensar que tal vez existió en el siglo VI un
caballero llamado Drustanus, hijo del rey Cynvawr de Cornualles. Los romans
medievales transformaron Drustanus en Tristán y Cynvawr en el rey Mark, novelando
la historia de sus vidas. Por lo que respecta a la historicidad de la figura de Isolda, el
pueblo irlandés de Chapelizod (topónimo que significa capilla de Isolda) afirma
albergar los restos de la princesa en un intento de demostrar la existencia de la hija
del rey de Irlanda.
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