Verán lo que hicieron en cierta ocasión un hombre y una mujer: El hombre estornuda haciendo ¡atchís! La mujer dice:
«¡Viva!». La mujer dice: «Necesito una falda, collares y pañuelos».
El hombre dice: «Necesito agua de un pozo en que no canten los sapos».
La mujer parte en busca del agua. Anda y anda. Al fin, encuentra un pozo. Pero cuando va a echar el cubo oye:
«Rwerwé, rwerwé». Ve otro pozo; quiere sacar agua, y enseguida: «Rwerwé, rwerwé».
Al cabo llega al verdadero pozo en que no canta ningún sapo, y empieza a sacar agua.
Allí estaba un pájaro nandindi, que advierte que la mujer quiere sacar agua. Se esconde en un hormiguero. El nandindi, en cuanto ve al animal dueño del pozo, se pone a cantar:
Ndindi sobre el hormiguero,
se esconde en el hormiguero.
Ndindi sobre el hormiguero,
se esconde en el hormiguero.
El animal acude al sitio, ve a la mujer que saca agua y se apodera de ella. La convierte en su esposa y le hace un hijo, a quien da el nombre de Kaskapaleza.
El niño dice:
—Mamá, ponme a asar.
La madre lo pone en la cazuela de asar. El niño dice:
—Cuando me oigas hacer ¡pom!, sácame.
La madre lo saca. Al punto el niño se pone a correr y a andar.
Cuando grita, hace ¡nyé! Y dicen:
—¿Qué pide el niño con ese grito?
Responden:
—Pide un hacha.
El niño repite:
—¡Nyé!
Preguntan:
—¿Qué quiere el niño?
Responden:
—Quiere una azuela.
De nuevo hace:
—¡Nyé!
Preguntan:
—¿Qué quiere el niño?
Responden:
—Quiere un banco de carpintero.
Otra vez hace:
—¡Nyé!
Preguntan:
—¿Qué quiere el niño?
Responden:
—Quiere un cuchillo.
Entonces su padre le da el cuchillo, la azuela, el hacha y el banco de carpintero.
Su padre va a trabajar al campo. Kaskapaleza se queda en casa y fabrica un cajón. En él mete arroz, judías, agua, guisantes, judías rojas de la especie llamada uyemba, judías verdes de la especie llamada soloko. Hecho esto se mete con su madre en el cajón y huye por los aires en dirección a la morada del primer marido de su madre. El animal los sigue desde lejos. Corre, corre, corre, y llega, por fin, a casa de ese hombre. Entonces el cajón regresa. Y ellos regresan también, y llegan a su casa.
La mujer se adelanta y dice:
—Marido: mi hijo y yo queríamos morir.
El marido se muere inmediatamente.
La madre de Kaskapaleza era bruja y dice:
—Kaskapaleza, haz una trampa para matar ratas, las echaremos en el arroz.
Kaskapaleza hace la trampa. Su madre llama entonces al leopardo y le dice:
—Haz caer la trampa, y, cuando salga Kaskapaleza a ver lo que hay, lo coges y lo matas.
El tigre hace caer la trampa. La madre dice:
—Escucha, Kaskapaleza, la trampa se ha cerrado.
Responde:
—La trampa que pone al niño esforzado no cae dos veces, se ha de cerrar tres veces.
En cuanto el horizonte empieza a clarear, la mujer dice:
—Kaskapaleza, ve a buscar lumbre.
Quería que el leopardo lo cogiese. Kaskapaleza llama a sus amigos. Cuando llega el leopardo, todos, todos gritan:
¡Kaskapaleza!, como si el nombre les fuese común. Su verdadero nombre es Tintiwene.
La madre dice:
—Kaskapaleza, sopla esa paja, aviva la lumbre.
Y le corta el pelo, para que esta vez el tigre lo distinga de los demás. Entonces él llama a sus amigos y les dice:
—Córtense el pelo.
Cuando se han rapado todos llega el tigre; todos comienzan a gritar: ¡Kaskapaleza, Kaskapaleza! Y le hacen huir.
A su regreso, dice el tigre:
—Tuve miedo de matar al hijo de mi amante.
La bruja dice:
—Déjalo; hoy le afeito la cabeza, después haré que duerma detrás de mí.
Cuando le ha afeitado la cabeza, Kaskapaleza se duerme.
Entonces lo coloca a su espalda. Cuando, durante la noche, Kaskapaleza se despierta, afeita la cabeza a su madre y le pone color en el cráneo. El tigre llega y se apodera de la madre.
—¡Uwi! —exclama ella.
Kaskapaleza dice:
—Mi madre ha muerto.
Y la entierra diciendo:
—Me quería matar a mí.
Kaskapaleza va en busca de sus compañeros y mata al tigre.
Se casa y vive con su mujer
No hay comentarios:
Publicar un comentario