domingo, 24 de marzo de 2019

Los chanchitos (Loreto)

Cuenta una señora que a su padre le sucedió un caso
extraordinario cuando volvía del campo. El señor tenía
la costumbre de regresar de su chacra de noche, y aquella
vez, cuando estaba en la mitad del camino, siendo ya
las diez, más o menos, se le presentaron una infinidad
de chanchitos muy pequeños, los cuales lo seguían impidiéndole
continuar su viaje. Bien pronto los chanchitos
comenzaron a ponerse grandes, asustando al viejo, quien
trataba de ahuyentarlos; pero los animales se tornaban
cada vez más grandes y más furiosos. El hombre se afanaba
por encontrar la manera de salvarse de esos feroces
animales. Así, luchando, llegó a la ceja del pueblo. Pero
de repente, sin que se diera cuenta, se encontró dentro
de un inmenso bosque, de árboles gigantescos y tupidos
espinales; era algo misterioso lo que le sucedía. El se encontraba
en su sentido, por lo que trataba de valerse de
cuanto medio había para salir de ese lugar tan extraño.
Cortaba árboles, ramas, pero todo en vano; los chanchos
se volvían cada vez más grandes y furiosos y le cerraban el
paso, obligándolo a internarse más. En esos instantes, en
que ya no sabía qué hacer, comenzó a invocar a Dios con
todo fervor; y de pronto, se encontró en el mismo sitio
donde se le aparecieron los chanchitos... Al verse en lugar
libre, comenzó a correr velozmente hasta llegar a su casa,
adonde entró empujando violentamente la puerta, y cayó
desmayado en el suelo; su esposa e hijos, al oír el tremendo
ruido, se levantaron y lo encontraron sin conocimiento,
botando espuma por la boca. Le prestaron auxilio, sin
saber lo que le pasaba. Y cuando ya estuvo sano Ies contó
lo que le había sucedido. No cabía duda: era el Chullachaqui
el autor de todas esas visiones... Desde entonces no
volvió más a viajar de noche.

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