sábado, 30 de marzo de 2019

La plazuela y calle del Puente de Villamil

Pocos años después de la ocupación de la ciudad de México, y aun a raíz de
conquistada, Hernán Cortés comenzó a repartir a los capitanes, soldados y primeros
pobladores, los solares en qué edificar sus casas, dentro de la traza, o en qué plantar
sus huertas, en los alrededores; reparto que con el tiempo quedó encomendado a los
ayuntamientos.
Huelga asegurar que el Conquistador para sí y para los capitanes más adictos a su
persona, se reservó y adjudicó los mejores solares y aun los palacios que habían sido
de los caciques o señores indígenas.
Entre estos capitanes predilectos estaba Andrés de Tapia, quien había venido en
su compañía a descubrir, conquistar y pacificar esta tierra, por cuyo motivo, y haber
trabajado y servido a Su Majestad en las guerras con los indios, le hizo merced el 26
de septiembre de 1524, de dos solares que estaban fuera de la traza, a fin de que en
ellos hiciera su casa y morada, teniendo por lindes, por una parte el solar de Francisco
de Orozco, de la otra parte, la calle que iba a Tlatelolco, y de otra parte, la calle que
bajaba de las casas de Blasco Hernández, y de la otra la que iba a las de Monjarrás.
[54]
Como estos solares posteriormente los cedió Andrés de Tapia para que se
edificase el monasterio de monjas de la Concepción, el barrio tomó este nombre.
En la contra esquina de las casas que habían sido de Andrés de Tapia, del otro
lado del canal o acequia que venía desde la parte norte de la ciudad, y en el mismo
siglo XVI, construyó una gran casa Andrés de Barrios, quien dice Dorantes de
Carranza, vino a México una vez ganada la tierra, «desde ha muchos días; y fue
persona muy honrada y de calidad, y obtuvo por repartimiento “la mitad de
Metztitlan”».[55]
Otro cronista asegura que Andrés de Barrios era «caballero muy principal de la
casa del Duque de Arcos», y que casó con doña Leonor Suárez Pacheco, hermana
carnal de la primera esposa de Hernán Cortés, la desdichada doña Catalina, a quien
estranguló su marido al decir de malas lenguas, aunque el cronista aludido afirma que
falleció de «mal de madre».
De doña Leonor Suárez Pacheco decía el virrey don Antonio de Mendoza, «que
había de vivir para ser aya de príncipes». Fruto de su matrimonio con Andrés de
Barrios, agrega Suárez de Peralta, que doña Leonor dejó tres hijas, que casaron con
caballeros nobles y principales, entre los que se contaba un Oidor.[56]
La gran casa del barrio de la Concepción pasó después a ser propiedad del
caballero don Luis de Quesada, que había contraído matrimonio con doña María
Jaramillo, hija de Juan Jaramillo y de doña Marina, la manceba de Hernán Cortés,
como es bien sabido.
Aquella casa parece que estaba destinada a ser de personas célebres en nuestra
historia, pues hacia el año de 1570 la compró a Quesada Jerónimo López, Tesorero
Real e hijo del conquistador del mismo nombre, que tanto se distinguió por su poca
simpatía por los indios, como se puede ver en sus cartas escritas al rey de España.
Jerónimo López, el Tesorero Real, casó con doña Ana Carrillo de Peralta, sobrina
del virrey don Gastón de Peralta, Marqués de Falces, y fundó en unión con ella un
mayorazgo, vinculándolo en la dicha casa junto con otros bienes, y en la escritura
respectiva se describía la finca en estos términos: «que eran casas grandes, con sus
huertas dentro de ellas, que fueron de don Luis de Quesada y antes de Andrés de
Barrios, difuntos, que son de esta ciudad en el barrio del monasterio de monjas de la
Concepción, esquina con esquina, la acequia y tarxea del agua que va del monasterio
de Santiago, en medio; que desde la dicha calle de la Concepción ocupa la dicha casa
toda la cuadra hasta una acequia que viene a dar a espaldas del monasterio de Santo
Domingo y viene hacia el monasterio del Carmen… y por ser las casas muy grandes
y de mucho edificio de piedra muy buena y madera, las estimamos y están apreciadas
en cuarenta mil pesos oro común, y están repartidas en tres moradas y arrendadas
todas…».
Transcurridos muchos años, en el de 1713, don Fernando Antonio de Villar
Villamil, caballero de la Orden de Calatrava, Teniente de Capitán General y
Gobernador de las costas del Mar del Sur, se unió en legítimo matrimonio con la
heredera del mayorazgo fundado por el Tesorero Real Jerónimo López, y pasó a vivir
en la gran casa de la esquina del Puente y Plazuela de la Concepción, los cuales desde
entonces, o poco después, dejaron su nombre primitivo por el de Plazuela y Calle del
Puente de Villamil, pues esta ilustre y linajuda familia dio a la Muy Noble Ciudad de
México cinco regidores y dos alcaldes, durante los siglos XVIII y XIX y habitó la tantas
veces mencionada casa, cerca de una centuria.
En 1788 la casa estaba ya amenazando ruina en muchas de sus piezas, y don José
Jerónimo López de Peralta Villar y Villamil,[57] a quien pertenecía entonces, pidió
autorización a la Real Audiencia para venderla y subrogar otra en su lugar. Su
Procurador decía que «entre los bienes del vínculo había una casa y huerta en el
barrio del convento de Religiosas de la Concepción de esta Ciudad, pasado el puente
que llaman de Villamil, en la que han vivido los poseedores del mayorazgo siempre,
como casa de su habitación, y aún el actual poseedor la ocupó con su familia, hasta el
año pasado de 85, en que le fue indispensable dejarla, no tanto por lo retirado que
está del centro de la Ciudad, cuanto por la ruina que amenazaba en muchas piezas de
la vivienda, motivada de la antigüedad de su edificio».
La Real Audiencia nombró a un maestro alarife para que reconociera el estado de
la finca y apreciara su valor. En el informe que rindió dice que «el sitio en que se
halla la casa, tiene por la Plazuela que nombran de Villamil y parte del Sur, sesenta y
siete varas y una sexma, que corren de Oriente a Occidente; y de fondo por la orilla
de la Azequia, que va del Puente de la Concepción para el de Santa María la
Redonda, ciento veinte y seis varas y una cuarta que corren de Sur a Norte; y en su
respaldo tiene sesenta y cinco varas y una cuarta así mismo de Oriente a Occidente;
de suerte que toda su área se compone de ocho mil cuatrocientas varas y sesenta y
nueve y seis avos quadrados superficiales».
«Y sobre este expresado terreno, se halla la dicha casa antigua compuesta de las
piezas siguientes: por la dicha Plazuela, dos Accesorias, la una con Recámara, una
puerta del Patio de la delantera de la Casa, donde están tres Accesorias, la una es
grande, de diez y siete varas, un Zaguán, dos Quartos, el uno con Recámara, Patio,
Quarto Cocheras, la una con entrada a la Huerta, donde está vna fuente con Merced
de agua, seis Quartos y una Caballeriza larga de veinte y cuatro varas y tres quartas;
la Caxa de la Escalera, y por su Mezeta se baja a un Quarto, y un Corral que fue
Jardín, y un Pozo; en el primero patio tres Corredores cubiertos con seis tramos, los
baxos sobre Columnas de cantería, y planchas de cedro; y los otros sobre columnas y
arcos de cantería, vna Vivienda de dos Piezas grandes, Pasadizo, vn Quarto, otro de
paso a otra Vivienda interior de Sala, y Recámara, quatro corredores baxos y altos, el
uno cuvierto, un Quarto grande, una Vivienda de siete Piezas, tres grandes de Zalas y
otra Zala, Azoteguela, y Común; otra Vivienda de otras tres Zalas, la una dividida con
Cancel y en el ángulo del Corredor ancho principal, un Quarto, y otras dos Zalas, a la
buelta por lo baxo, debaxo de los quatro corredorcitos expresados vn Patio y dos
Piezas. La materia de que se compone la Fábrica muy antigua de la expresada Casa,
es, sus Paredes de mamposteria ya con sus mezclas pasadas, y algunas de Tierra; los
Techos son de vigas de a siete, de a ocho, y de a nueve varas; los Pizos y Azoteas
enladrillados; las Puertas y Ventanas de madera, con sus chapas y cerraduras».[58]
De propósito hemos querido reproducir textualmente el informe en que describe
aquella vetusta casa que por el número de piezas, patios, corredores, columnas,
escaleras monumentales y materiales de construcción, era un verdadero palacio
particular, de los que no fueron raros en aquellos felices tiempos, en que primero los
conquistadores y a la postre sus herederos o familias ricas y distinguidas, tuvieron
amplias habitaciones, dignas de su alcurnia, los cuales no se hubieran desdeñado de
ocupar monarcas o príncipes, si a estos reinos hubieran tenido necesidad o antojo de
venir a visitar.
El anterior informe se rindió el año de 1789. Cuando se fundó el mayorazgo en
1608 por el Tesorero Real, Jerónimo López, la casa había sido evaluada en «cuarenta
mil pesos de oro común», pero a fines del siglo XVIII fue vendida en una cantidad
menor, tal vez por encontrarse en un estado bastante ruinoso o porque ya por
entonces había disminuido en ese rumbo de la ciudad el valor de la propiedad urbana.
El comprador lo fue el Padre Manuel Bolea, con el fin de fundar en la casa un
establecimiento educativo, que se llamó popularmente Colegio de las Bonitas, quizá
porque el P. Bolea se propusiera recoger y educar a jóvenes que por su hermosura
pudieran perderse.
En 1807 entregó el mencionado Padre Bolea la cantidad de nueve mil pesos a la
Real Caja, en calidad de depósito y a petición de doña María Ignacia Rodríguez de
Velasco, madre de Jerónimo López de Peralta Villar y Villamil, que era a la sazón
menor de edad, cantidad que había quedado a deber dicho Padre por la compra de la
casa. Esta señora doña María Ignacia Rodríguez de Velasco, fue la famosa Güera
Rodríguez, tan célebre en la historia galante de aquellos tiempos, pues tuvo sus dares
y tomares con el canónigo Beristáin, con Iturbide, y fue casada tres veces y celebrado
su talento y hermosura, por el Barón de Humboldt, cuando éste visitó a México en
1803.
Años después, extinguido el Colegio de las Bonitas, se establecieron en esta casa
las «Hermanas de la Caridad», y cuando fueron expulsadas en 1875, el viejo y
ruinoso caserón, construido allá en el siglo XVI, que había sido morada de los Barrios
y Quesadas y de la ilustre familia de los López de Peralta y Villar Villamil, quedó
convertido en talleres y cuartos de prostitución, hasta que adjudicado primero a don
Manuel González, y adquirido de nuevo por el Gobierno, fue completamente
derribado para construir el edificio que existe hoy día, conocido por «Escuela de la
Corregidora», frente a la Plazuela llamada ahora de Aquiles Serdán.




[54] El original de este curioso documento, en que figura la firma autógrafa de Cortés,
fue cedido al Museo por la Secretaría de Hacienda. Poseo copia fotográfica. <<
[55] Relación de las cosas de la Nueva España, pág. 272. <<
[56] Noticias históricas de la Nueva España, pág. 134. <<
[57] Usaba todos estos apellidos, porque los fundadores del mayorazgo impusieron a
sus descendientes la obligación de llevarlos perpetuamente. <<
[58] Este documento y otros datos que he tenido presentes para escribir este capítulo,
los debo al Conde de Castro Carreño y Marqués de Montehermoso, quien posee un
rico archivo de sus antepasados. <<


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