Un agricultor tenía su tendal o carpona en el sitio que
hoy ocupa la laguna de Puca-Cucha («laguna roja»). Allí
dejó un perol durante mucho tiempo; mas cuando regresó
al lugar encontró que del perol brotaba agua. Cuando se
acercó para recuperar su perol, casi hundido en el pantano,
sintió que sus pies se hundían, por lo que, temeroso,
salió fuera. La extensión de la laguna seguía aumentando,
pero el perol no desaparecía por completo. Una tarde que
penoso lo estuvo contemplando, vio asomar por sobre el
perol la cabeza de un chancho colorado. Era la madre de la
laguna. Desde entonces esa laguna se llama Puca-Cucha.
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