Es éste, entre los mayores de la humanidad, el muy antiguo mito de
la Inmortalidad, que aparece en las leyendas y mitologías de las grandes
naciones de la Antigüedad.
Seguramente que el gran impulsor del mito de la Fuente de la Juventud
en Europa fue Juan de Mandeville, que publicara sus relatos en
1356. Afirma, describiendo sus viajes por Asia:
Junto a una selva estaba la ciudad de Polombe, y, junto a esta ciudad,
una montaña, a cuyo pie se encuentra una gran fuente, noble y
hermosa; el sabor del agua es dulce y oloroso, como si la formaran diferentes
especerías. El agua cambia con las horas del día; es otro su sabor
y otro su olor. El que bebe de esa agua en cantidad suficiente, sana de
sus enfermedades, ya no se enferma y es siempre joven. Yo, Juan de
Mandeville, vi esa fuente y bebí tres veces de esa agua con mis compañeros,
y desde que bebí me siento bien (...). Algunos llaman a esta agua
Fons Juventutis, pues los que beben de ella son siempre jóvenes.
En 1372 murió Juan de Mandeville en Lieja. Como afirma Gandía:
«En América el mito de la fuente de la eterna juventud nació de la mezcla
de tradiciones indígenas con el recuerdo de la leyenda medioeval
traído por los conquistadores». Es cierto que los indios del Orinoco veneraban
un árbol llamado «El árbol de la vida»; también existían otros
árboles que «proporcionaban a las aguas virtudes curativas», entre ellos
el llamado «Arbol de la Inmortalidad».
Sobre las aguas maravillosas, escribe Gandía: «la historia nos relata
que los indios de Cuba emigraban en busca de un río cuyas aguas rejuvenecían,
y que Juan Ponce de León, después de oír las confidencias de
los indígenas, también se decidió a buscar el río de la vida, en el cual,
bañándose en él “los hombres viejos se volvían mozos”». El cronista
Herrera, que estudiara los manuscritos de Ponce de León, afirma:
Es cosa cierta, que además del principal propósito de Juan Ponce
de León, que fue descubrir nuevas tierras (...) fue a buscar la Fuente
de Bimini y en la Florida un río, dando en esto crédito a los indios de
Cuba, y a otros de La Española, que decían que bañándose en él o en la
Fuente, los hombres viejos se volvían mozos. Y fue verdad que muchos
indios de Cuba, teniendo por cierto que había este río, pasaron (...) a las
Tierras de la Florida, en busca de él, y allí se quedaron y poblaron un
Pueblo y hasta hoy dura aquella generación de los de Cuba. Esta fama
de la causa que movió a estos para entrar en la Florida, movió también
a todos los reyes y caciques de aquellas comarcas para tomar muy a
pechos qué río podía ser aquél (...) y no quedó río ni arroyo en toda la
Florida, hasta las lagunas y pantanos adonde no se bañasen.
Pedro Mártir de Anglería, López de Gomara, Antonio de Herrera,
etcétera, cronistas de Indias, llevaron la fama de la supuesta Fuente de
la Juventud al conocimiento de Europa. Un mito creado por los españoles
en la América, siguiendo las inocentes fábulas de sus indios.
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