En este lugar existe la creencia del Aya Urna. Se dice
que el Aya Uma es la cabeza de un ser humano desprendida
del cuerpo. Cuando una persona se duerme teniendo
mucha sed, a eso de las doce de la noche se le desprende la
cabeza y vaga por doquiera, hasta encontrar un lugar donde
saciar su sed. La cabeza avanza dando saltos, marcando
el peculiar tac pum tac pum tac pum, ruido que dicen que
hace estremecer de miedo a cualquiera. Dicen también
que cuando el Aya Uma no encuentra agua y ve a alguna
persona en su camino, la persigue hasta darle alcance; luego,
da un salto y se le pega en el cuerpo y queda como si la
cabeza fuera parte del cuerpo de esa persona.
Cuentan, que una vez, a medianoche, un individuo
pasaba por un camino llevando su corderito; y sintió el
característico sonido del Aya Uma, luego vio aparecer la
cabeza de una mujer con una cabellera larga y abundante;
la cabeza dio un salto y se pegó al cuello del hombre; este,
muerto de miedo, le decía a la cabeza que por favor lo
dejara, pero como la cabeza no se movía, se le ocurrió una
gran idea; al pasar junto a un manzano dijo al Aya Uma:
«Mira, qué hermosas manzanas, si tú gustas puedo cogerte
una; pero es preciso que te bajes al suelo, porque tus
cabellos se enredarían en las ramas y sería difícil subir».
El Aya Uma aceptó. El hombre, luego de verse libre, trepó
al árbol junto con su corderito. Y desde el árbol le dijo a la
cabeza: «Como ya estoy libre de ti, me voy a escapar». Y
diciendo esto, aventó al corderito, el cual dando un salto
huyó despavorido. El Aya Uma, creyendo que era el hombre
el que se escapaba, fue tras él, quedando este libre del
Aya Uma.
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