viernes, 29 de marzo de 2019

BREVE HISTORIA DE LAS LEYENDAS MEDIEVALES: BREVE HISTORIA DE LAS LEYENDAS MEDIEVALES

Santiago, hijo de Zedebeo y de María Salomé, formaba parte del grupo de los 12
apóstoles y era uno de los hombres de confianza de Jesucristo. Según los hagiógrafos,
nuestro protagonista recibió el calificativo de «el Mayor» para diferenciarlo de otro
apóstol llamado Jacobo o Santiago el de Alfeo o «el Menor». El hallazgo de su tumba
siempre ha estado rodeado de misterio y sobre el contenido del sarcófago planean
varias preguntas: ¿realmente los huesos del apóstol se encuentran en el cofre de la
ciudad compostelana? Y, ¿cómo es posible y por qué sus restos fueron trasladados de
Palestina a la lejana Galicia?
Jacopo della Voragine, un hagiógrafo dominico italiano del siglo XIII al que hemos
mencionado en la leyenda de los Cuernos de Hattin, relató en su obra La Leyenda
Aurea la llegada del apóstol Santiago a la península ibérica. En el 33 d. C., tras la
muerte de Jesucristo los apóstoles decidieron dispersarse para predicar el Evangelio
por todo el mundo. Santiago empezó predicando en Samaria y Judea pero luego cruzó
el Mediterráneo para llegar a Gallaecia, actual Galicia, con el objetivo de cristianizar
el país.
Al principio sus palabras tuvieron una escasa aceptación entre los paganos y por
lo que parece su seguidor más fiel era un perro que le acompañaba allá donde fuese.
Según la tradición cristiana, al final consiguió reclutar siete discípulos conocidos
como los varones apostólicos, que completaron la tarea de evangelizar la península
ibérica. Una leyenda recogida en un manuscrito del siglo XIII titulado Moralia in Job,
del pontífice Gregorio Magno, afirma que la Virgen María se apareció, rodeada por
un coro de ángeles, al apóstol Santiago y sus discípulos mientras rezaban en el río
Ebro, cerca de la ciudad de Cesaraugusta, la actual Zaragoza. Como testimonio de la
visita quedó una columna o pilar de jaspe sobre el que se había posado la Virgen y
que da nombre a la basílica construida para su advocación. Para desazón de sus
seguidores, de la leyenda pilarista no se conserva ninguna crónica contemporánea al
suceso. La referencia más antigua data del siglo IV y se encuentra en un bajorrelieve
del sarcófago de Santa Engracia, conservado en la basílica de Santa Engracia de
Zaragoza, que representa la aparición mariana al apóstol Santiago.
El descenso de la Virgen se produjo la noche del 2 de enero del año 40 y por
increíble que parezca, María todavía vivía en Palestina y tenía unos cincuenta y cinco
años de edad. No hay rastros arqueológicos de la considerada primera aparición
mariana del cristianismo ni de la evangelización de Hispania por Santiago; a estos
hechos hay que sumarle que la presencia de los primeros cristianos en Galicia no está
documentada antes del siglo III. Por todo ello, la veracidad de los hechos antes
relatados es más que discutible y su aceptación seguramente se debe a la necesidad
estratégica de afianzar la expansión del cristianismo por Europa tras la muerte de
Jesucristo.
Según el antes citado Jacopo della Voragine, el apóstol regresó a Judea donde
siguió predicando hasta ser decapitado por el rey Herodes Agripa I el 25 de marzo del
41 d. C. Tras su muerte, algunos discípulos robaron su cuerpo durante la noche y lo
depositaron en un barco que navegó a la deriva, guiado por un ángel, llegando de
nuevo a las costas de Galicia. Los discípulos descargaron el cuerpo dejándolo sobre
una enorme piedra que se fundió transformándose en un sarcófago. Después, la
localización de su sepultura fue olvidada durante siglos.
La Historia Compostelana, una crónica del siglo XII, nos da la siguiente pista para
localizar la tumba del apóstol. Al parecer, un eremita llamado Pelayo advirtió al
obispo Teodomiro de Iria Flavia de que había visto unas luces sobrenaturales encima
de un monte deshabitado. El obispo descubrió que las luces indicaban el lugar exacto
donde los discípulos habían enterrado el cuerpo del decapitado Santiago el Mayor,
oculto tras una densa vegetación. Esto sucedió en el 813, siendo rey de Asturias
Alfonso II el Casto, quien, en un intento de romper la hegemonía de la iglesia de
Toledo, pactó con el rey franco Carlomagno que este presionaría al papado para
certificar la autenticidad del descubrimiento a cambio de una reliquia. Muy pronto la
noticia del hallazgo se extendió por toda Europa y multitudes de peregrinos
empezaron a llegar al sepulcro.
El culto a los huesos de Santiago el Mayor culmina con la creencia en que el
apóstol participó de la reconquista contra la ocupación musulmana en las decisivas
batallas de Clavijo (844) y las Navas de Tolosa (1212), esta última ampliamente
analizada en el capítulo anterior. Este resurgir de las cenizas como caballero armado
en defensa de la cristiandad le valió para convertirse en patrón de España.
Muchos siglos más tarde, en 1884, el papa León XIII autentificó las reliquias de
Santiago el Mayor con la bula Deus Omnipotens, pero diversas investigaciones han
reabierto la polémica sobre la autenticidad de los restos del apóstol. Una pregunta sin
respuesta es la identidad de quién yace en la catedral compostelana: ¿es Santiago el
Mayor o un hereje llamado Prisciliano? Estudiosos como el hagiógrafo francés Louis
Duchesne, autor del artículo Saint Jacques en Galice publicado en 1900 por la revista
Annales du Midi, o el teólogo inglés Henry Chadwick, autor en 1976 de Prisciliano
de Ávila, afirman que la urna de la catedral de Santiago de Compostela contiene los
restos de Prisciliano, un hereje del siglo IV ajusticiado por promover una escuela
ascética y una actitud crítica con la opulencia de la jerarquía eclesiástica, el primer
cristiano ejecutado por otros cristianos. Esta teoría ha sido secundada por prestigiosos
historiadores españoles como Claudio Sánchez Albornoz.
La controversia continúa ante la imposibilidad de realizar pruebas de ADN para
determinar a quién pertenece el cuerpo enterrado, debido a una bula papal que impide
abrir las reliquias. Según muchos historiadores, la aparición del sepulcro en Galicia
fue una invención de la Iglesia católica para luchar contra la invasión musulmana. De
ser falso el hallazgo, incluso el nombre de la ciudad de Santiago de Compostela que
alberga la tumba del apóstol y que anualmente recibe miles de peregrinos estaría en
tela de juicio. El Vaticano guarda silencio mientras la leyenda sobrevive.
Puede que el mundo necesite creencias y posiblemente lo más importante no sea
si Santiago el Mayor está en Santiago de Compostela sino la construcción y
evolución de una leyenda que ha movido millones de peregrinos desde la Edad
Media. El botafumeiro de la catedral compostelana volverá a volar a diario cada vez
que sea año santo jacobeo, en una muestra de que la leyenda continúa.


Fachada de la catedral de Santiago de Compostela, en la provincia de La Coruña, que acoge la tumba del
apóstol Santiago el Mayor. Es uno de los mayores centros de peregrinación europeos a través del Camino de
Santiago.


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