La mitología iraní aquí explicada hace referencia a la antigua religión de los iranios, pueblo indoeuropeo que a su vez estaba compuesta por varias tribus: los medos y los persas, que ocuparon el actual Irán y fundaron bajo Ciro el Grande el primer gran imperio del mundo antiguo; los escitas, que crearon una civilización local importante en el sur de Rusia; los partos, fieles a las tradiciones iranias y muy permeables al helenismo, que llegaron del este y fundaron el segundo imperio iranio; los saces que, originarios de las estepas del Asia Central, crearon en el este de Irán y en el noroeste de la India un gran número de estados y una civilización original; los sogdianos, que se asentaron al este de Irán y acapararon el comercio entre China y Occidente, y los sasánidas, que mantuvieron durante más de cuatrocientos años la lucha contra Roma primero y después contra Bizancio.
Fuentes
La fuente principal para reconstruir la religión en este período son los yasht, cantos de sacrificios; además del libro de Firdausi, la literatura pahlevi, los Rivayats persas y otros poemas épicos que recogen mitos antiguos.
Aparte de los testimonios escritos, también son importantes los estudios comparativos con otras religiones, como las de la región nororiental, el actual Afganistán, que tuvo gran influencia en los orígenes de la religión irania, o la religión india, cuyos mitos, ritos y creencias ayuda muchas veces a entender aspectos poco claros o prácticamente desconocidos.
Religión anterior a Zaratustra
Panteón.
En la religión irania anterior a Zaratustra, al igual que en la India, se distinguía entre dos clases de dioses: los que encarnaban la buena conducta (los ahura) y la mala (los daeva); esto marca una diferencia entre otras religiones indoeuropeas, pues en la mitología grecorromana, por ejemplo, no existen dioses de la maldad propiamente dichos, sólo una serie de personajes causantes del lado negativo de la existencia, como la Muerte, la Burla, el Lamento, etc.
Los ahura, claramente vinculados a otras religiones de origen indoeuropeo, eran un conjunto de dioses regidos por una divinidad principal de carácter celeste llamado Ahura Mazda, que venía a ser como el Zeus helénico, el Thor germánico, el Júpiter romano o el Dyaus pitar. Ahura Mazda personificaba la Sabiduría, como indica su propio nombre ('señor de la sabiduría).
El resto de los dioses principales formaba una especie de corte de divinidades independientes, llamadas Amesa Spentas, que conformaban el panteón iranio. Estas deidades, que provenían de los antiguos dioses funcionales indoiranios, eran personificaciones de conceptos abstractos en origen, aunque los límites entre las diversas funciones eran siempre fluctuantes, como ocurría con los dioses indios. Sus nombres eran Ameretat, Aramati, Asha, Haurvatat, Xshathra y Vohu Manah.
Ameretat
Ameretat personificaba la Inmortalidad. El elemento de la naturaleza que tenía asignado era el conjunto de las plantas. En la mitología hindú, corresponde a Nasatyas, igual que Haurvatat.
Aramati
Aramati era la personificación de la Moderación y su elemento, la Tierra. Sarasvati es la divinidad hindú equivalente.
Asha.
Asha representaba el Orden Justo y equivale a Varuna en la India. Su elemento era el Fuego.
Haurvatat
Haurvatat personificaba la Salud y se corresponde con Nasatyas en la mitología hindú, al igual que Ameretat. Su elemento era el Agua.
Xshathra
Xshathra era la personificación de la Realeza y su elemento era el Metal. Indra era la divinidad hindú a la que equivalía.
Vohu Manah
Vohu Manah representaba el Pensamiento Bueno y era el equivalente a Mitra en la India. Tenía asignado el Buey como animal consagrado.
Otras divinidades
Sraosa y Asi
A los dioses principales les acompañaban otras deidades secundarias, como Sraosa y Asi (la retribución), que iban siempre ligadas a Vohu Manah. Así tuvo un carácter escatológico posteriormente.
Vayu
Vayu es el dios de los soldados, pero igualmente de los muertos y de la fecundidad. Se le suele representar como el militar perfecto. Vayu también significa la atmósfera en movimiento, por lo que se le considera un dios de carácter naturalista, motor principal del mundo y principio de todas las cosas. Su culto se establecía sobre todo en la región este de Irán.
Varathrayna
Varathrayna es el equivalente de Indra en la India y actuaba sobre los seres humanos, los animales y el viento. Más tarde adquirió un papel de mayor relevancia.
Anahita
Anahita era la diosa de la fecundidad. Su culto estaba ligado al de Mitra y solía aparecer en compañía de los Nahaithya. Se vinculaba al agua de un gran río, probablemente el Oxus, y era representada como una muchacha. El castor era su animal sagrado.
Atar
En la región este de Irán se veneró también el Fuego, llamado Atar, que era hijo de Ahura Mazda.
Espíritus y almas
Los iranios primitivos creían en gran número de espíritus y almas, como ahu, manah, urvan, tanu, etc. Los más importantes eran los fravasis ('protectores'), que son espíritus tutelares y las almas de los hombres piadosos. Las almas de los muertos o urvan se unían a su fravasi para recibir culto al atardecer o en la primera mitad de la noche. Los fravasi representaban también a los espíritus de los antepasados. En general, eran tenidos por soldados o ayudantes del bien frente al mal, por lo que eran representados como jinetes armados que defendían el cielo. Se les vinculaba al viento y la lluvia.
Cosmogonía
Se conoce la visión cosmogónica gracias a la tercera gatha, poema en el que se describen los orígenes del mundo. Al principio existían dos espíritus primordiales contrapuestos, bueno y malo, que se daban conjuntos en Vayu. Este dios creó el mundo y lo puso en su seno donde lo perfeccionaba y agrandaba: de su cabeza, hizo el cielo; de sus pies, la tierra; de sus lágrimas, el agua; de sus cabellos, las plantas, y de su pensamiento, el fuego. Así, Vayu es descrito como el árbol cósmico que servía de pilar entre el cielo y la tierra.
Esta forma de entender la creación implicaba que cada individuo era un universo en pequeño.
La vida de ultratumba
El tratamiento del cuerpo una vez muerto variaba entre los distintos pueblos: las tribus nómadas de las estepas de Asia Central exponían los cadáveres para que los buitres o los perros los devorasen o, simplemente, se descompusieran; los escitas y sármatas, situados en la zona oriental de Irán, incineraban los cuerpos y colocaban las cenizas en una urna; Heródoto cuenta que entre los massagetas, los sármatas y escitas de las regiones este y norte se practicaba el embalsamamiento y que los habitantes del oeste practicaban el enterramiento en tumbas rupestres y mausoleos.
Parte del ritual era llorar, lamentarse, golpearse el pecho y arrancarse cabello; a veces, incluso, llegaban a suicidarse. El zoroastrismo prohibiría todos estos ritos. También se hacían sacrificios sobre las tumbas.
Una vez muerto, creían que el alma viajaba al cielo. Según la descripción de Ardai Viraz Namak, que recoge creencias más antiguas, el alma debía pasar las esferas estelares, la luna y el sol, llamadas respectivamente, humat, hext y huvarst. Tras pasar estos astros alcanzaba la luz del paraíso y, finalmente, llegaba el alma al paraíso propiamente dicho. Allí, Vohu Manah se levantaba de su trono y llevaba de la mano al alma hasta Ahura Mazda y a su corte de dioses, donde se le asignaba una sala, un trono, un vestido, una diadema de luz y una corona.
En el Hadoxt Nask se dice que era el daena del hombre quien recibía al alma. Pensaban que el hombre tenía dos mitades, una celeste (el daena) y otra terrestre (el alma), ambas de naturaleza espiritual. La suerte de la daena dependía de los actos del alma en la tierra y, a su vez, el alma recibía en el más allá la constitución de la daena; por ejemplo, la buena daena tomaba la forma de una muchacha de quince años acompañada de dos perros, la casta guerrera vestía un manto cósmico decorado con piedras preciosas, plata y oro, etc.
El culto
Al frente de la comunidad sacerdotal se encontraba el zaotar, encargado de alabar al dios y de ofrecer las ofrendas. Por debajo de éste, se encontraba el kavi o sacerdote inspirado por los dioses, término que también designaba al príncipe; el usij, que sacrificaba los toros o participaba en el sacrificio, y el vifra.
El culto era oficiado por el zaotar y constaba de dos partes: la recitación y el sacrificio.
La recitación
La recitación se componía de la alabanza, la invocación y el canto a los dioses. El zaotar era ayudado en el sacrificio por los usij, que solían cantar unas fórmulas establecidas para tales ocasiones que pasaron al zoroastrismo.
El sacrificio
Los animales sacrificados solían ser toros o caballos, aunque los escitas en algunas ocasiones ofrecían hombres a los dioses.
El ritual iranio requería de cuatro elementos: las ramas de la quema (barsman), las bebidas sagradas (haoma o hura), el fuego y las libaciones (zaothra).
El barsman, manojo de pequeñas ramas de árbol atadas con una cinta, podía ser ofrecido por un sacerdote o por el príncipe. Sobre ellas se hacía el sacrificio, pues eran el objeto del que hacía presa el fuego purificador.
El haoma era la bebida sagrada y, por tanto, venerada como lo eran los dioses. Contaban con una segunda bebida alcohólica, la hura, que hacía la misma función.
Las libaciones podía hacerse con leche, agua o bebidas que contuviesen alcohol, como el vino. Era importante purificarse, mediante agua y fuego, antes de hacer la libación.
El fuego, además de servir de instrumento en los sacrificios, recibía culto propio debido a su extrema importancia en todos los ritos, pues servía para ahuyentar los malos espíritus, purificar, renovar y quemar las ofrendas. Este culto será mantenido por Zaratustra. El fuego de los sacrificios debía tomarse de "la llama que arde sin apagarse", ubicada en el centro de un círculo dentro de los santuarios iranios del fuego.
Otra de las funciones del fuego dentro de los ritos era purificar, para lo que se debía atravesar las llamas y "quemar", de este modo, la falta cometida. Estas purificaciones u ordalías se llevaban a cabo con un tipo especial de madera y requerían otros elementos accesorios, como las esencias. El fuego, en este rito, tenía que ser sagrado.
Además de estas funciones, se consideraba que este elemento era el mejor de los que el hombre disponía, ya que le unía directamente con la deidad (Atar), santificaba y renovaba la vida. Creían que, al morir, el hombre retomaba el fuego celeste, hecho que explicaría los ritos de incineración.
Religión a partir de Zaratustra (mazdeísmo o zoroastrismo).
Datos biográficos de Zaratustra.
En realidad, es muy arriesgado aventurar datos precisos sobre la vida de Zaratustra, pues hay casi tantas biografías como especialistas sobre la materia. No se cuenta con ningún testimonio fiable de su existencia, ya que no está certificado que los Gathas, fuente principal para la reconstrucción de una biografía, fueran escritos por Zaratustra; por otra parte, al ser textos litúrgicos, no se puede dar demasiado crédito a lo que en ellos se dice.
De todos modos, aquí se ofrece la información que los Gathas aportan. Estos poemas son los más antiguos del Avesta y están redactados en un dialecto muy arcaico, próximo a los Vedas. Este lenguaje corresponde al de la región este de Irán, lo que podría indicar el lugar de procedencia de Zaratustra o, al menos, de sus primeros seguidores. Tampoco es posible precisar con exactitud la época en la que ejerció su actividad, aunque ésta se sitúa entre el 1000 y el 600 a.
Según los poemas, pertenecía al clan Spitama, cuyos antepasados se dedicaban a la cría de caballos. El nombre de su padre era Pourusaspa y el de su madre Dughdghova. Tuvo dos hijos, un varón, de nombre Isatvâstra, y una hija, Pourucista, que se casó con uno de sus discípulos.
Zaratustra fue un adversario decidido de la religión irania antigua, por lo que se vio obligado a huir de su tribu. Encontró refugio junto al rey-sacerdote Vistaspa, que pertenecía a la tribu Fryana. Sus dos principales seguidores, aparte de Vistaspa, fueron Frasaostra y Jamaspa, marido éste de la hija de Zaratustra.
Como ya se ha indicado, la escasa fiabilidad de estos textos hace difícil determinar incluso la propia existencia de Zaratustra, ya que cabe la posibilidad de que éste fuera una mera abstracción de las ideas de un grupo de reformadores. Bien es cierto que algunos autores griegos antiguos lo citan como una persona real, pero si se tiene en cuenta que éstos escribieron varios siglos después de la composición de los Gathas, tampoco sirven como base para certificar su existencia.
Principios de la religión.
La religión creada por Zaratustra toma el nombre de mazdeísmo o zoroastrismo. Según la creencia de sus seguidores el dios Ahura Mazda ('Señor de la Sabiduría') le reveló su doctrina mediante visiones y éxtasis.
El mazdeísmo se caracteriza por la lucha entre el Bien y el Mal. En principio esta concepción cosmogónica no es del todo original, puesto que ya existían en la religión indoeuropea de los iranios unas divinidades que encarnaban la buena conducta (ahuras) y otras, la mala (daevas); sin embargo, sí se aparta completamente de la tradición al acabar con el politeísmo y ofrecer un único dios, Ahura Mazda. En esta visión de tendencia monoteísta, tienen cabida el resto de las divinidades, pero sólo como simples servidores arcangélicos del dios, si seguían la causa del Bien, o como demonios maléficos, si defendían el mal. La visión teológica de Zaratustra parte de la concepción de la doble naturaleza de Vayu, aunque espiritualizada; de este modo, se habla también en los Ghatas de un espíritu divino bondadoso, Spenta Mainyu, así como de un espíritu maléfico, Angra Mainyu. El texto es lo bastante claro como para entender que Azura Mazda no puede ser identificado con Spenta Mainyu, la deidad bondadosa, como llegó a afirmar el mazdeísmo en épocas posteriores. Así, por lo que leemos en los Gathas no podemos hablar de un auténtico dualismo en el que el bien se opondría al mal, sino de una coexistencia de dos divinidades antagónicas que combaten bajo la supremacía de un dios soberano, el “Señor de la Sabiduría”.
En otros himnos que no son los Gathas pero que también forman parte de la Avesta se menciona el culto a otros dioses. En el caso de Mithra, deidad emparentada con el Varuna venerado en la India, su culto llega a equipararse con el de Ahura Mazda; no obstante, la mayoría de las deidades que se mencionan mantienen su supeditación a la figura del “Señor de la Sabiduría”. Para justificar su presencia, se presenta a estas deidades como partes de Ahura Mazda; es decir, aspectos del dios que habían salido de él, pero que funcionaban como entes independientes. Estos seres no son otra cosa que la reestructuración de los antiguos dioses funcionales indoarios, aunque ya no son considerados dioses, sino asistentes arcangélicos del dios. Sus nombres son: Buen pensamiento, Orden (Verdad), Poder (Fuerza), Devoción, Salud y Vida. Su paralelo con las deidades indias se ofrece en la siguiente tabla:
DEIDAD INDIA: ENTIDAD
Mitra: Buen pensamiento
Varuna: Orden
Indra: Poder
Saravasti: Devoción
Nasatya I: Salud
Nasatya II: Vida
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