El espíritu
del aire, Vun, en tiempos remotísimos, creo las mariposas. Pero las mariposas
caprichosas, en lugar de seguir a Vun por los espacios, se rindieron al hechizo
del lago cristalino y encontraron un gusto loco en revolotear sobre sus quietas
aguas. Las aguas reflejaban su gracia multicolor, su leve vivacidad,
colmándolas de vanidosa complacencia.
Bam, el genio
del lago, se canso de aquel ir y venir alado. Y un día se levantó del agua tan
alto, pero tan flaco y pálido que su persona semejaba un palo blanco en medio
del coloreado torbellino de las mariposas,
-¡Idos de
aquí! - grito iracundo; idos, hatajo de tontas. Hay mucho espacio en el mundo
quiero estar solo.
Las mariposas
insensibles a la cólera de Bam, siguieron trenzando sobre el agua sus coloridas
danzas.
El genio
perdió completamente la paciencia.
-¡Liang
ven!-llamó. Liang, siervo fiel de los bosques y las aguas, haz que cese la
terquedad de estos fastidiosos
animalejos.
Liang,
obediente, agarró una por una a las mariposas y ató a su pequeño cuerpo un hilo verde, cuyo cabo,
reforzado por otros filamentos, plantó profundamente en la tierra.
Habían nacido
las flores. Cuando el rey de los espacios las vio, quedo entusiasmado. Y para
hacerlas más encantadoras concedió a muchas de ellas la gracia del perfume.
Vun, un buen
día se acordó de las mariposas y deseando verlas de nuevo llegose a la orilla
del lago cristalino.
-Ya no hay
mariposas- anuncio Bam, levantándose del agua. Ahora abundan las flores que embellecen la tierra. Míralas
Vun miró en
torno suyo y comprendió.
Son hermosas- admitió-;
las flores son realmente bellas. Sin embargo, hacen falta las mariposas.
-No se te
ocurra- grito el genio-, hacerme otra vez semejante regalo.
-A ti, no; las
regalaré a las flores, que se sentirán hermanas suyas, las regalaré a los niños
que aman las criaturitas graciosas e inocentes, las regalaré a los poetas, a
todos los hombres que buscan la belleza para consolarse con ella.
Se soltó en el
aire una nube de oro, de plata, de purpura, de cobalto, cruzadas de sombras:
mariposas, mariposas, mariposas…
Las flores se
irguieron en sus tallos implorando una caricia de sus aladas hermanas las hojas
de los árboles se estremecieron de una profunda admiración.
La alegría de
las mariposas pertenece al aire y a la tierra. Pero el agua fue ajena a ella.
Bam y todos los demás genios indolentes, continuaron viviendo entre las ondas
de los lagos, del océano y de los ríos,
su sueño sin sueños y sin poesías.
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