sábado, 22 de junio de 2013

Las mariposas y las flores

El espíritu del aire, Vun, en tiempos remotísimos, creo las mariposas. Pero las mariposas caprichosas, en lugar de seguir a Vun por los espacios, se rindieron al hechizo del lago cristalino y encontraron un gusto loco en revolotear sobre sus quietas aguas. Las aguas reflejaban su gracia multicolor, su leve vivacidad, colmándolas de vanidosa complacencia.
Bam, el genio del lago, se canso de aquel ir y venir alado. Y un día se levantó del agua tan alto, pero tan flaco y pálido que su persona semejaba un palo blanco en medio del coloreado torbellino de las mariposas,
-¡Idos de aquí! - grito iracundo; idos, hatajo de tontas. Hay mucho espacio en el mundo quiero estar solo.
Las mariposas insensibles a la cólera de Bam, siguieron trenzando sobre el agua sus coloridas danzas.
El genio perdió completamente la paciencia.
-¡Liang ven!-llamó. Liang, siervo fiel de los bosques y las aguas, haz que cese la terquedad  de estos fastidiosos animalejos.
Liang, obediente, agarró una por una a las mariposas y ató  a su pequeño cuerpo un hilo verde, cuyo cabo, reforzado por otros filamentos, plantó profundamente en la tierra.
Habían nacido las flores. Cuando el rey de los espacios las vio, quedo entusiasmado. Y para hacerlas más encantadoras concedió a muchas de ellas la gracia del perfume.
Vun, un buen día se acordó de las mariposas y deseando verlas de nuevo llegose a la orilla del lago cristalino.
-Ya no hay mariposas- anuncio Bam, levantándose del agua. Ahora abundan  las flores que embellecen la tierra. Míralas
Vun miró en torno suyo y comprendió.
Son hermosas- admitió-; las flores son realmente bellas. Sin embargo, hacen falta las mariposas.
-No se te ocurra- grito el genio-, hacerme otra vez semejante regalo.
-A ti, no; las regalaré a las flores, que se sentirán hermanas suyas, las regalaré a los niños que aman las criaturitas graciosas e inocentes, las regalaré a los poetas, a todos los hombres que buscan la belleza para consolarse con ella.
Se soltó en el aire una nube de oro, de plata, de purpura, de cobalto, cruzadas de sombras: mariposas, mariposas, mariposas…
Las flores se irguieron en sus tallos implorando una caricia de sus aladas hermanas las hojas de los árboles se estremecieron de una profunda admiración.

La alegría de las mariposas pertenece al aire y a la tierra. Pero el agua fue ajena a ella. Bam y todos los demás genios indolentes, continuaron viviendo entre las ondas de los lagos, del océano  y de los ríos, su sueño sin sueños y sin poesías.

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