Vivía hace tiempo en el Japón un hombre llamado Kkikuo, al
que gustaban muchísimo las flores y sobre todo los crisantemos. Los cultivaba
en su jardín, los cuidaba con cariño, les decía palabras tiernas y los trataba
como si hubiesen sido sus propios hijos.
Los crisantemos, fuese que el hombre poseía algún secreto
sobre el modo de cultivarlos, fuese que se sintieran estimulados y vivificados
por el amor del jardinero, crecían hermosísimos y, según los rumores de la
gente, eran los crisantemos más bellos de todo el Japón.
Pasaron los años. Kikuo se hizo viejo y decrépito, y un mal
día cayó enfermo. Yacía solo y abandonado en su pobre yasija, pensando con
añoranza en su hermoso jardín, que en aquella época del año estaba florido, y
en sus amados crisantemos.
-¡Si muero, tendré que abandonaros!-murmuró, mientras una
lágrima resbalaba por sus marchitas mejillas.
En aquel momento oyó un rumor de voces y un ruido de
pisadas. La puerta se abrió y entraron en la estancia numerosos muchachos,
pintorescamente vestidos de muchos colores, y todos ellos hermosísimos. Los
visitantes rodearon el lechi, se inclinaron sobre el moribundo y dijeron:
-Somos los espíritus de los crisantemos que han plantado.
Nos apena muchísimo verte en este estado y por eso hemos venido a hacerte compañía-.
El anciano sintiose confortado; una sonrisa triste apareció
en su rostro pálido; y casi a pesar suyo, murmuró estas palabras:
-¡Cómo me apena dejaron, florecitas mías! Mas ¿Cómo es
posible que me acompañéis?
-Kikuo- dijeron a una voz los muchachos-; has sido un gran
amigo para nosotros; más que un amigo; un padre; nos has dado toda la ternura
de tu corazón, y nosotros no somos ingratos. En el mismo momento en que mueras,
también nosotros moriremos y te seguiremos al cielo. Te lo prometemos
solemnemente.
Al cabo de unos días. Kikuo murió; cuando llegaron los
vecinos a rendir los honores póstumos a sus restos mortales, vieron con asombro
que todos los crisantemos que el muerto había plantado, yacían en el suelo, marchitos.
tanbien las flores y las plantas tienen vida .y encarnan en espiritu de quien les dio amor .
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