La diosa Niu-kua
arregla el cielo
En
la mitología china Niu-kua (a veces Nv-Kua) es una de las divinidades femeninas
más antiguas. Niu-kua es definida en el más antiguo diccionario chino por el filólogo
Xu Shen como «la encargada de la reproducción de todos los seres vivos», por lo
cual, muy posiblemente su origen está asociado con la fertilidad. Hay varios
relatos que nos hablan de esta diosa y según cuenta una leyenda ella es quien
creó al ser humano
Según
relata una de estas legendas la tierra era muy bonita, en ella crecían las
flores, los árboles y estaba llena de animales, pájaros, peces y muchas otras
criaturas. Pero, a pesar de ello Niu-kua se sentía soledad. Ella descendió y
cogió un pedazo de tierra, la mezcló con agua y la moldeó hasta formar una
figura a su semejanza. A medida que la iba amasando, la figura cobraba vida,
hasta que se convirtió en el primer ser humano. Niu-kua estaba tan complacida
con su creación que continuó elaborando más figuras, tanto de hombres, como de
mujeres. Ellos danzaron alrededor de Niu-kua llenos de gozo y agradecimiento y
dejó de sentir soledad. Sin embargo, no es este el aspecto que más nos interesa
de la diosa Niu-kua.
En
algunas interpretaciones de la leyenda, Niu-kua aparece al mismo tiempo como la
hermana y la esposa de Fu-hi, el legendario gobernante que enseñó al ser humano
a domesticar a los animales y el que le mostró el matrimonio. Niu-kua y Fu-hi
fueron pintados como con colas de serpiente entrelazadas y con un niño entre
ellos, en un mural de la Dinastía Han del Este (25-220 d. C.) en el templo de
Wu-liang en el pueblo de Jiaxiang (provincia de Shadong).
Otro
relato, más relacionado con el tema de este Cuaderno Didáctico, nos cuenta cómo
Niu-kua arregló el cielo. Según esta leyenda, dos deidades estaban en guerra:
Gong-Gong, dios del agua, y Zhu-Rong, el dios del fuego. Estos dioses,
ferozmente enfrentados, lucharon por todas partes del cielo y de la tierra,
causando en todo lugar desorden y destrozos. El dios del fuego ganó, y,
encolerizado, el dios del agua, golpeó la cabeza de Zhu-Rong contra la montaña
Buzhou (una cumbre mítica). La montaña se derrumbó y así el gran pilar que
sostenía al cielo y lo sujetaba, cayó. Como consecuencia de aquello, la mitad
del cielo se desplomó, dejando un enorme agujero negro. De repente, llegó un
gran caos, la tierra se agrietó, los bosques ardieron en llamas, las serpientes
y otros criaturas feroces atacaban a los humanos. Muchas personas ardieron, otros
se ahogaron, y muchos más fueron devorados por las bestias. Fue un desastre sin
precedentes. La diosa Niu-Kua, afectada por lo que le estaba sucediendo a la
humanidad y por su sufrimiento y dolor, decidió arreglar el desastre y enmendar
el cielo, terminando así con aquella catástrofe. Para ello, mezcló varios tipos
de piedras de colores y con la mezcla resultante reparó el cielo. Entonces,
mató a una tortuga gigante y utilizó sus cuatro enormes patas para sostener el
trozo de cielo caído. Además, cogió un dragón y lo mató, con la finalidad de
espantar al resto de las malas bestias. Finalmente, recogió y quemó una gran
cantidad de juncos; con sus cenizas paró la inundación desbordada para que la
gente pudiera vivir de nuevo feliz.
En
otras versiones, se hace referencia a Niu-kua como hermana de Fu-hi y se les
describe como seres superiores con forma de dragón, generalmente unidos por sus
colas. Según explica una de esas legendas, se produjo un diluvio y éste provocó
un gran desastre (es necesario señalar que la idea del diluvio también está
presente en otras culturas, recordemos el «Poema de Gilgamesh» o el «Antiguo
Testamento»). Niu-kua reparó el cielo con piedras de cinco colores y cortó las
patas de una gran tortuga para levantar cuatro columnas en los cuatro polos.
Después mató al dragón negro (Kong-kong) para salvar al mundo y acumuló gran
cantidad de cenizas para detener las aguas.
El
único elemento dejado de aquel desastre, según cuenta la legenda, fue que el
cielo quedó inclinado hacia el noroeste y la tierra hacia el sureste, y esto
explica que, desde entonces, el sol, la luna y todas las estrellas vayan hacia
el oeste y los ríos fluyan hacia el sureste. En este caso, el mito de la diosa
Niu-kua, se utiliza para explicar un fenómeno natural, igual que el mito
egipcio del dios escarabajo Khepri explica el surgimiento del sol cada mañana,
su avance por el cielo durante el día y su puesta al anochecer. Recordemos que
el hombre en la antigüedad no podía conocer bien algunos fenómenos de la naturaleza
y recurría a los mitos para poder explicarlos.
El Emperador
Huang-ti
Los
chinos frecuentemente se describen a sí mismos como los descendientes de
Huang-ti (también encontrado como Huang Di), el «Emperador Amarillo», un
personaje mitad ficticio, mitad real, al cual se le atribuye la fundación de la
nación china hacia el 4000 a. C., aproximadamente. Historias extravagantes han
surgido en torno a su persona y una colección de legendas escrita en el Periodo
de los Estados Combatientes (475-221 a. C.) nos da cuenta de ello. Huang-ti
vivió en un maravilloso palacio en las Montañas Kunlun en el oeste, con un
celeste guardián en la puerta que tenía la cara de un hombre, el cuerpo de un
tigre y nueve colas. Las Montañas Kunlun estaban llenas de pájaros y animales
raros y exóticas flores y plantas, y Huang-ti tenía una mascota, un pájaro que
le ayudaba a cuidar su ropa y efectos personales.
A Huang-ti se le atribuye la invención del
carreta, el bote y el carro que apuntaba al sur, un carro que tenía un
mecanismo guía que hacía que siempre indicase al sur sin importar hacia donde
fuese el carro. En otras fuentes también se le atribuye la creación de la
humanidad o invención de la escritura o el compás. A Huang-ti también se le
atribuye el descubrimiento de las leyes de la astronomía y el diseño del primer
calendario utilizado por los chinos. Aparentemente, el estímulo de las
iniciativas de personas con talento fue una cosa muy apreciada en aquella época
y las menciones sobre Huang-ti, nos indican que éste era uno de los aspectos
importantes de este emperador. El «Emperador Amarillo» se ha convertido en el
símbolo de la cultura china y representante de sus talentos. También la mujer
de Huang-ti, Lei Zu, realizó su propia contribución a la humanidad, ya que
enseñó a la gente la recogida del gusano de seda y la instalación de talleres
para la fabricación de telas de seda. Una teoría reciente señala que Huang-ti
pudo ser el líder real de una confederación tribal de la cultura neolítica de
Yangshao.
Uno de los relatos más conocidos sobre
Huang-ti, nos narra cómo este personaje encargó a Tch'ong-li romper la
comunicación entre la tierra y el cielo, a fin de que cesaran los descensos de
los dioses. Según esta leyenda, en una época primordial, anterior al mundo tal
y como lo conocemos, el cielo y la tierra estaban muy próximos entre sí. Así,
los dioses podían descender a la tierra y los seres humanos llegar al cielo,
escalando una montaña, o bien subiendo a un árbol o utilizando una liana
larguísima. Los dioses descendían a la tierra para oprimir a los hombres; los
espíritus también podían bajar a la tierra, con lo cual las posesiones eran
frecuentes. En esta leyenda, Huang-ti es en parte responsable en esa separación
entre el cielo y la tierra, con lo cual se convierte en héroe, ya que libera al
hombre de esas opresiones y desórdenes. Además, al ordenar a Tch'ong-li la
separación del cielo y la tierra, participa en la organización del mundo tal y
como lo conocemos en la actualidad.
Pero,
esta idea de un mundo anterior, primitivo era descrito en otras variantes de
este mito como un paraíso deseable, que a lo largo de los tiempos se ha querido
restaurar. Ese paraíso desaparece como consecuencia de algún desastre, que se
desconoce y que provocó que el cielo se separase brutalmente de la tierra.
Pudiera ser que a causa de ese desastre, se cortasen las cuerdas, o los árboles
fuesen destrozados, o bien desapareciese la montaña que permitía el contacto
del cielo y la tierra. Sin embargo, algunas personas privilegiadas (chamanes,
sabios, reyes...) pudieron mantener el contacto con el cielo, mediante técnicas
de concentración, el éxtasis o por cualidades especiales.
En
otras versiones, Huang-ti se formó a partir de la fusión de las energías que
marcaron el inicio del mundo.
La
idea fundamental es que este mito forma parte de la cosmogonía china, porque
nos explica la separación entre el cielo y la tierra, siendo una fase más en el
proceso de formación y ordenación de nuestro mundo.
El Emperador Yu y
el control de las aguas
Dentro de la mitología china la labor de
expulsar de la tierra a los elementos del mal (serpientes y otros seres
mitológicos), también se considera parte de una cosmogonía. Así, podemos seguir
la huella de la creación y ordenación del mundo a partir de algunas de las
historias conocidas sobre el Emperador Yu «el Grande».
Según
cuenta la leyenda, el mundo, en tiempos del Emperador Yu, todavía no tenía el
aspecto actual. Según nos relata Mencio (discípulo de Confucio que vivió entre
el 371 y el 289 a. C.), Yu «cavó la tierra e hizo fluir (las aguas) hacia los
mares, expulsó las serpientes y los dragones y los confinó en las marismas». Yu
es el encargado de expulsar a las fuerzas del mal y él es el héroe que organiza
la sociedad, tal y como la conocemos.
Benito
Jerónimo Feijoo en su obra Teatro
Crítico Universal, Tomo VIII, Discurso XII dedica al Emperador Yu
un breve apunte que es el que sigue:
El
Emperador Yu, que sucedió a Chum, arribó al Trono, saliendo del mismo
término, y siguiendo el mismo camino. Hallábanse en aquel tiempo muchos
territorios bajos inundados de agua, por lo que aquella Región perdía mucho
terreno. Yu halló el secreto de abrir diversos canales para derribar aquellas
aguas al Mar, y después para fertilizar con ellas otras tierras. Sobre esto
escribió varios Libros de instrucciones útiles de Agricultura. Estos méritos,
juntos a otras buenas partidas, movieron a Chum, para elegirle por sucesor.
Basta ya de honra de la Agricultura: vamos al provecho.
|
Volvemos
aquí a encontrarnos con el conflicto presente en buena parte de los mitos. Hay
una parte de la leyenda con base histórica y otra parte ficticia. Al Emperador
Yu se le atribuye una labor que puede partir de algún hecho real, pero en ese
acto están involucrados personajes y situaciones fantásticas. Así, según el
relato chino, Yu estuvo trece años controlando las aguas y en su obra empleó al
dragón alado, animal sagrado en la mitología china, para el dragado. Con el fin
de abrir un camino en una montaña escabrosa, Yu se transformó en un oso y logró
culminar el gran trabajo que un hombre común no hubiese podido realizar. Por su
destacada labor, Yu obtuvo el respeto de los habitantes, que lo bautizaron como
«Yu, el Grande» y lo veneraron como dios de la comunidad. Su historia rompió
los límites de su tribu y fue conocido en otros lugares.
En
otra fuentes, Yu aparece como una divinidad hermafrodita que hizo de la Tierra
un lugar habitable para el ser humano. Según esta versión, esta deidad creó los
caminos a través de las montañas, abriendo pasos con su fuerza tras adoptar la
forma de oso. Yu, bajo la forma de serpiente, desvió las aguas del Río Amarillo
hacia el abismo.
Podemos
aseverar que en general, los mitos o leyendas de la antigüedad china reflejan
en cierto grado la lucha del hombre en la naturaleza y, ocasionalmente, se les
atribuye a los personajes una fuerza sobrenatural.
El mito de Yi y los
diez soles
El
mito de Yi es otro ejemplo de un ser humano que por sus hazañas y facultades,
acaba convirtiéndose en un héroe admirado en la cultura china.
Según la tradición china, Yi era un hombre muy conocido en su tiempo por su destreza en el manejo del arco. En época de Yi aparecieron en el cielo diez soles cuyos rayos fueron letales para muchas plantas y a consecuencia de ello, se perdieron muchos campos. Además, temibles bestias pisoteaban ferozmente lo que encontraban a su paso. Estos monstruos causaban infinitos destrozos y daños al pueblo. Para solucionar aquel desastre, Yi cogió su arco y disparó nueve flechas con las que derribó nueve soles. Después se enfrentó a todos los monstruos y los derrotó. Por estas valientes obras, Yi fue respetado como un dios.
Otras versiones de este mito cuentan que existieron diez soles y cada uno de ellos se turnaban para aparecer en el cielo: uno en cada uno de los diez días de la semana. Al cabo de los años, los diez soles decidieron a parecer en el firmamento al mismo tiempo. Ello provocó un calor insoportable, tanto que la vida en la Tierra sería imposible. Di Jun, el padre de los diez soles, envió a un arquero con un arco y flechas mágicas para asustar a los soles y que volviesen a la normalidad. A pesar de la voluntad de Di Jun, Yi disparó nueve flechas, dejando en el cielo solamente a un sol, que es el que nosotros vemos actualmente. Al ver como sus hijos habían muerto, Di Jun se enfadó tanto con Yi que lo expulsó de los cielos y Yi desde entonces vivió en la tierra como un mortal más.
El mito de Yi y los
diez soles
El
mito de Yi es otro ejemplo de un ser humano que por sus hazañas y facultades,
acaba convirtiéndose en un héroe admirado en la cultura china.Según la tradición china, Yi era un hombre muy conocido en su tiempo por su destreza en el manejo del arco. En época de Yi aparecieron en el cielo diez soles cuyos rayos fueron letales para muchas plantas y a consecuencia de ello, se perdieron muchos campos. Además, temibles bestias pisoteaban ferozmente lo que encontraban a su paso. Estos monstruos causaban infinitos destrozos y daños al pueblo. Para solucionar aquel desastre, Yi cogió su arco y disparó nueve flechas con las que derribó nueve soles. Después se enfrentó a todos los monstruos y los derrotó. Por estas valientes obras, Yi fue respetado como un dios.
Otras versiones de este mito cuentan que existieron diez soles y cada uno de ellos se turnaban para aparecer en el cielo: uno en cada uno de los diez días de la semana. Al cabo de los años, los diez soles decidieron a parecer en el firmamento al mismo tiempo. Ello provocó un calor insoportable, tanto que la vida en la Tierra sería imposible. Di Jun, el padre de los diez soles, envió a un arquero con un arco y flechas mágicas para asustar a los soles y que volviesen a la normalidad. A pesar de la voluntad de Di Jun, Yi disparó nueve flechas, dejando en el cielo solamente a un sol, que es el que nosotros vemos actualmente. Al ver como sus hijos habían muerto, Di Jun se enfadó tanto con Yi que lo expulsó de los cielos y Yi desde entonces vivió en la tierra como un mortal más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario