En la narración recogida en el Poema de Thrym, en la Edda Poética, Thor y Loki invitan a Freyia, la diosa promiscua, a que se case con un gigante. Como veremos más adelante, la historia da cuenta de su indignación ante la sugerencia. Pero hay más elementos de este estilo, casi bufo, dentro del poema. Ya que Thor se ve obligado a vestirse de mujer para recuperar su martillo de los gigantes. La historia juega con las características de ambos personajes, tal como se les retrata en la mitología nórdica. En Freyia, la caracterización se centra en sus actividades sexuales, en tanto que con Thor se confronta su rústica virilidad con el travestirse. La idea era tan llamativa que la historia apareció después en varias tradiciones populares medievales registradas en Suecia y Dinamarca, donde se narró en forma de balada. Es una historia muy entretenida, en la que se nos invita a burlarnos de los dioses y a reírnos de sus debilidades.
En esta narración, Loki hace las veces de mensajero de Thor, y le ayuda y le acompaña, usando su ingenio y sus mañas, para beneficiarle. La historia nos muestra a Loki y a Thor trabajando codo con codo y complementando sus personalidades. Lo cierto es que es a Loki a quien acude Thor cuando le roban el martillo, lo que sugiere que tienen una relación bastante estrecha y que Thor confía en Loki, cosa que contrasta con otros relatos y poemas, en los que aparece como alguien de quien todos desconfían. Que este Loki haga las veces de mensajero para Thor y le acompañe a recuperar el martillo es también otro indicativo de la proximidad entre ellos.
En otras historias, se desconfía tanto de Loki que ni siquiera le invitan a una fiesta, mientras que aquí se le confía la recuperación del martillo, que es una pieza tremendamente importante para todos los dioses en general y para Thor en particular. Esta historia también resalta cuán inteligente es Loki y el hecho de que Thor le necesita porque, aunque es muy fuerte, le flaquea el intelecto a la hora de manejar por sí mismo la situación. En la mayor parte de las historias en las que la inteligencia de Loki entra en juego, parece estar usándola contra los dioses y no para ayudarles. Pero aquí no es así.
* * *
Un día, Thor se despertó para descubrir que no podía encontrar a Miollnir, su martillo. Tendió la mano y no lo halló donde lo había dejado. Su pecho se llenó de rabia y el pelo se le erizó, lo mismo que la barba, por la furia. Lo buscó, pero no pudo encontrarlo por ningún lado.
Pidió ayuda a Loki, ya que el martillo del poderoso Thor de los Æsir había sido robado. Era un secreto del que solo él, Loki y el ladrón estaban al tanto, y Thor estaba ávido de recuperarlo, antes de que nadie conociese su pérdida. Pero había otra persona más a la que había que incluir en el secreto y esa era Freyia.
Thor y Loki acudieron al salón de Freyia, que era un lugar de suma belleza, renombrado entre todos los que conocían los salones y las cortes de los dioses y diosas de los Æsir. Encontraron allí a Freyia y Thor le pidió un favor: «préstame tu manto de plumas. Porque he perdido mi martillo y necesitamos volar raudos a descubrir quién lo tiene y dónde».
Freyia respondió con generosidad a la petición y dijo que dispusieran de él y que, aunque hubiese sido de oro o plata, con gusto lo habría compartido con ellos para una tarea tan urgente.
Loki le cogió la capa y se la puso. Así podría volar como un pájaro. Luego se elevó hacia el cielo, alejándose de las cortes de los Æsir, hacia Giantland. Porque, de todos los seres, eran los gigantes los que con mayor probabilidad habrían robado el arma de Thor, su viejo adversario.
Loki vuela al salón del gigante Thrym
Volando con ayuda de la capa de plumas, Loki pronto se encontró sobre Giantland espiando desde arriba los salones de los gigantes, esos enemigos de los dioses.
Abajo, muy abajo, pudo ver a un gigante llamado Thrym. Era un señor entre los gigantes y un viejo conocido de los Æsir. Estaba sentado sobre un túmulo cubierto de hierba, haciendo collares para sus perros con hilo de oro, y trenzando las crines de sus caballos. Mientras lo hacía, hablaba para sí mismo: «Los Æsir están llenos de pánico y también los elfos. Y Loki ha venido solo a Giantland. Porque lo que para ellos son malas noticias, para mí es regocijo. Porque le quité el martillo al poderoso Thor y lo enterré bien profundo. De hecho, tan hondo que no hay dios, hombre o elfo que pueda encontrarlo. Y solo se lo devolveré a Thor si los dioses aceptan darme a Freyia por esposa…».
Muy por encima de él, Loki, que volaba en círculos, captó las palabras y supo que había encontrado al culpable del robo del martillo de Thor. Dio la vuelta y voló directo a Asgard, a las cortes de los Æsir.
Al descender, vio que Thor le estaba esperando, deseoso de tener noticias del martillo perdido.
Cuando Loki hizo intención de aterrizar, Thor le gritó: «Antes de posarte, dime qué viste. ¡Que a menudo, cuando un hombre se relaja, olvida los detalles de su mensaje!».
Trazando círculos sobre él, Loki le gritó lo que había visto. Cómo había encontrado al gigante Thrym sentado sobre un túmulo funerario y cómo había oído a ese gigante jactarse de haberse apoderado del martillo de Thor y de haberlo enterrado a gran profundidad. Y, además, que solo lo devolvería a cambio de Freyia, la más hermosa de todas las diosas de los Æsir.
Thor y Loki exponen la propuesta de Thrym a Freyia
A toda prisa, Thor y Loki fueron a buscar a Freyia, ya que parecía ser la única que podía resolver el problema en el que se veían. Antes de que ella pudiera decir una palabra, la instaron a ponerse sus ropas de novia para llevarla a la tierra de los gigantes.
Freyia no estaba dispuesta a tal cosa. De hecho, su cólera fue tan grande que todos los salones de los dioses y diosas de Asgard temblaron cuando exclamó llena de furia: «¡Si voy con vosotros a Giantland y me caso con ese gigante, me consideraréis la más lúbrica de todas las mujeres!». Y, al crecer su furia, el gran collar —llamado Brisingamen, el collar de los Brisings— cayó de su garganta y se estrelló contra el suelo.
Fue entonces cuando, alertados por la conmoción, todos los Æsir se reunieron para debatir la propuesta que habían llevado hasta Freyia. Al ver lo que Freyia opinaba al respecto, discutieron qué otras estrategias podían emplear Thor y Loki para recuperar la posesión del martillo.
Por último, habló Heimdall. Aunque pertenecía a la raza divina de los Æsir, tenía la capacidad de ver el futuro, a la manera de la raza divina de los Vanir. Miró a Thor… miró el collar de los Brisings, que estaba en el suelo, y unió ambos elementos dentro de su cabeza. Para asombro de todos los presentes, manifestó que Thor debía… ¡vestirse como Freyia!
Mientras el resto escuchaba, explicó cómo podía funcionar la añagaza: «Llevará un velo nupcial; pondremos el collar de los Brisings en su cuello; puede llevar el manojo de llaves colgando del cinturón, a la manera de las mujeres; le cubriremos con un vestido hasta las rodillas, se adornará con joyería; ¡y ocultará el rostro tras un velo de novia!».
Ahora fue el turno de Thor de resoplar de cólera. «¡Seré la risión de los Æsir! —gritó—, ¡porque todos me considerarán un pervertido!».
Pero a Loki no le impresionó el estallido de Thor y le recordó que, si no actuaban con rapidez, los gigantes no tardarían en expulsar a los dioses y diosas de Asgard. Y sin su martillo quebrantacráneos, Thor no sería capaz de detenerlos.
Thor se viste de mujer para su boda con Thrym
Así que Thor aceptó a disgusto. Los otros dioses le ataviaron como a una mujer. Adornaron su cabello con un tocado nupcial. Le colocaron el collar de los Brisings al cuello y colgaron el manojo de llaves de su cinto como si fuese el ama de llaves del salón y sus tesoros. Le echaron por encima un vestido de mujer y colocaron joyas en su pecho. Cuando hubieron acabado, Thor se veía como una mujer.
Para rematar, Loki se disfrazó también de mujer y dijo que de esa guisa —ama y criada— debían viajar en el carro de Thor hasta Giantland.
Uncieron a la carreta las dos cabras, que estaban descansadas de retozar por los pastos de Asgard y listas para salir a buen trote, y partieron.
Mientras viajaban, las montañas temblaban y se sacudían, y el fuego saltaba de la tierra como en un volcán, porque Thor, hijo de Odín, viajaba a las tierras orientales de los gigantes.
Cuando Thrym oyó que llegaban, se puso eufórico e invitó al resto de los gigantes a prepararse para la llegada de la bella Freyia, la famosa hija de Niord. Tomaron paja y la dispersaron bajo las bancadas de aguamiel, y todo quedó dispuesto para su llegada. Reunieron ganado de cornamenta de oro en el patio y también trajeron bueyes negros para preparar el festejo nupcial. Thrym sacó sus mejores joyas, gargantillas y brazaletes de oro. Porque, como declaró, el único tesoro que le faltaba era la propia Freyia.
Thor y Loki llegan al festejo nupcial
A primera hora de la tarde, Thor y Loki, vestidos como mujeres, llegaron al salón de Thrym. Sacaron comida y bebida en su honor. Thor (disfrazado de Freyia) se apoderó de un buey entero y lo devoró. También se comió ocho salmones enteros y se bebió tres grandes barriles de aguamiel meloso.
Los gigantes estaban atónitos y Thrym manifestó que jamás había visto a una mujer comer y beber tanto, jamás. Contempló receloso a su nueva novia, ya que nada de lo que previamente conocía de las mujeres le había preparado para un apetito tan prodigioso.
Loki vio la sorpresa en la cara del gigante y trató de tranquilizarle, explicando que Freyia no había comido durante ocho noches. Y añadió: «¡No podía comer de tan emocionada que estaba al pensar en su viaje a Giantland!».
Entonces Thrym se inclinó a besar a su novia. Levantó su velo y retrocedió atónito ante el aterrador fuego que prendía en sus ojos. Exclamó: «¡Parece que hubiera un incendio ardiendo en esos ojos!».
A lo que Loki replicó que se debía a que no había dormido durante ocho noches. Y añadió: «¡No podía, de emocionada que estaba pensando en su viaje a Giantland!».
Fue entonces cuando la hermana de Thrym entró en el salón. Al ver a la nueva «novia» de su hermano, pidió que la recién llegada le entregase presentes de boda para asegurar el favor fraternal, pues codiciaba los anillos de oro rojo que Thrym había sacado para entregar a Freyia.
La «boda» de Thrym y Thor
Entonces, Thrym reclamó el martillo, Miollnir, para poder exhibirlo. Declaró que había que colocarlo sobre el regazo de su novia y así santificarla y consagrar también el matrimonio. Todo eso lo contemplaría Var, la diosa que velaba por todas las promesas hechas entre hombre y mujer.
Así pues, sacaron el martillo. Cuando Thor lo vio, una carcajada le salió de muy adentro. Empuñó el gran martillo y lo estampó en la cabeza de Thrym. Luego acabó con todos los gigantes allí congregados. También mató a la hermana giganta de Thrym, la que había codiciado los anillos nupciales de oro rojo. En vez de monedas, recibió golpes; en vez de los anillos de oro rojo, recibió el impacto del martillo de Thor.
De esta forma Thor y Loki recuperaron el martillo de Giantland y Freyia evitó que le diesen en matrimonio a Thrym, el gigante.
Así fue como el hijo de Odín recuperó Miollnir.
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