Dgulnor era considerado el más sabio. Él tuvo la felicidad de encontrar un Maestro que vino de las Sagradas Tierras Subterráneas, pero que estaba privado de su lengua y de su mano derecha. El discípulo, aspirando constantemente, le hizo una pregunta al Maestro y éste inclinó la cabeza. El discípulo hizo dos preguntas y el Maestro se inclinó dos veces. Pronto el discípulo hizo muchas preguntas y el Maestro inclinaba la cabeza incesantemente. Las preguntas continuaron por tres años y por tres años el Maestro inclinó su cabeza.
“Entonces de acuerdo con tu experiencia podría pasar cualquier cosa.”
Y el Maestro no sólo que inclinó la cabeza sino que hizo una reverencia hasta topar el suelo y abriendo sus vestidos en el pecho, descubrió en su seno la imagen del Bendito en actitud de ofrendar con sus dos manos. Así fue afirmada la sabiduría y exaltada la creación de la vida.
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