jueves, 7 de marzo de 2019

La Mona

En monas se convertían mujeres vagas, aquí había una
mujer que vivía sola y que sabía la vida de los demás, cualquier
secreto ella ya se daba cuenta rápido y era para eso
que se convertía en mona, le rezaba al diablo, hacía una
oración que sólo ellas sabían, daba tres volteretas hacia
adelante y la piel se les caía, ya quedaba como mona, igual
a una mona con cola y todo, ahí dejaba la piel mientras
andaba de árbol en árbol y hasta encima de las casas buscando
a quién seguir o ya tenía visto al que iba a espiar o
la casa en que iba a escuchar la plática de los demás.
Cuando siguió a mi abuelo éste venía de una vela de
un campista que le había caído un rayo, pero mi abuelo
ya sabía que La Mona venía detrás.
«¡Ah, sí! Con que me venís siguiendo, ya vas a ver» dijo
él. Pero bueno, pasó. Ya mi abuelo sospechaba, quien era
la que se transformaba, muchos sabían que era esa mujer
que vivía sola, entonces mi abuelo fue donde el cura y le
contó todo, el cura le dijo:
«Tomá este frasquito que contiene agua bendita, llegá a
su casa cuando sepás que ella anda convertida en mona, la
esperás, pero que no te vea, esperás que dé tres volteretas
hacia atrás para que se le suba la piel y cuando lo haga ella
queda como adormecida, entonces le echás el agua bendita
y ahí la dejas, vas a ver que nunca más se va a poder
transformar aunque ella lo intente.»
Así hizo mi abuelo, fue a la casa de la mujer:
¡Buenas!, dijo cuando llegó, para asegurarse que no
había nadie y allí estaba la piel en el piso, toda recogida
como que era una vestimenta de trapo, la casa estaba toda
oscura, sólo un candilito que estaba sobre la mesa era el
que medio alumbraba.
No sé si él no le entendió bien lo que le dijo el cura o es
que no quiso esperar a que llegara la mona, tal vez sintió
miedo, la cosa es que él le echó el agua bendita a la piel
que estaba ahí y se fue. Cuando llega la mona, ésta da las
tres volteretas hacia atrás y dice súbete piel, pero no se le
sube, por más que intentó no pudo transformarse nuevamente,
daba las tres volteretas y volvía a decir súbete piel
y nada y así se quedó mona por el resto de su vida. Ya no
molestaba a nadie, los pobladores como la conocían y ya
sabían de quien se trataba, le daban de comer y la cuidaban
hasta que murió de vieja.
*****
—De la mona hay un dicho para las personas que son
feas o que quiere aparentar lo que no son, entonces le dicen
que “La mona aunque se vista de seda, mona se queda”.

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