domingo, 24 de marzo de 2019

El barón Galcerán de Pinós

Acaso el primero de estos prodigiosos cautivos haya sido el barón Galcerán de Pinós,
fundador de Bagá. Con ocasión de la alianza entre el rey Alfonso VII de Castilla y
León y el conde de Barcelona Ramón Berenguer III para la conquista del reino árabe
de Almería, el barón Galcerán de Pinós era almirante de la flota catalana, que con la
de Génova participaba en la acción.
La nave del almirante catalán fue demasiado lejos, y los árabes se hicieron con
ella y apresaron al barón, junto con el caballero Santcerní, señor de Su, que estaba a
sus órdenes. Al conocer la alcurnia del almirante, los árabes pidieron por su rescate
un conjunto desmesurado de riquezas: cien mil doblas de oro, cien vacas preñadas,
cien caballos blancos, cien paños de brocado italiano y cien doncellas.
Los padres del barón realizaron esfuerzos penosos para conseguir todos aquellos
bienes. Para reunir a las doncellas se acordó que se estableciese una proporción, de
acuerdo con el número de hijos e hijas que había en cada casa. Fueron días de
extraordinaria tristeza en toda la comarca del Berguedá.
Mas Galcerán de Pinós era muy devoto de san Esteban, y no dejaba de orar y
pedir su ayuda en aquel trance. Apiadado el santo, y considerando acaso también el
grave quebranto que el rescate exigido por los moros para liberar a Galcerán estaba
causando entre muchos fieles cristianos, decidió sacarlo de su cautiverio. Y una
noche, Galcerán vio cómo sus grilletes se soltaban, y se abría sin intervención
humana la puerta de su calabozo, y se le aparecía san Esteban envuelto en el halo de
los bienaventurados para tomar su mano y sacarlo de su prisión.
El señor de Santcerní quedaba en otro rincón de la mazmorra, sujeto a sus
cadenas, y los miraba marcharse muy apenado, pero san Esteban le aconsejó que
rezase al santo de su devoción pidiéndole ayuda. Así lo hizo el señor de Santcerní,
encomendándose de todo corazón a san Dionisio, y enseguida estuvo en la celda el
santo para liberarlo también a él.
No había nadie en los corredores y salieron de la cárcel sin dificultad. Los santos
les aconsejaron que no dejasen de andar siguiendo hacia el norte la línea costera, y
desaparecieron. Los liberados se pusieron en camino, obedeciendo sin dudar los
consejos de los santos, y cuando empezaba a clarear, poco tiempo después, llegaron a
la playa de Salou. De modo milagroso, en apenas una hora habían recorrido las largas
leguas que separan Tarragona del reino de Almería. En la playa, las cien infelices
doncellas estaban a punto de ser embarcadas, pero la llegada de Galcerán las salvó y
la tristeza se volvió júbilo.
Para conmemorar el milagro, cuando se conquistó Valencia, Galcerán hizo
edificar una iglesia dedicada a san Esteban. Y a sant Esteve pertenece también la
iglesia más bella de Bagá, que conserva una muy hermosa y antigua cruz.

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