viernes, 29 de marzo de 2019

BREVE HISTORIA DE LAS LEYENDAS MEDIEVALES : EL SANTO GRIAL, UNA LEYENDA VIVA

El objeto sagrado que ha suscitado más interrogantes sobre su naturaleza,
propiedades o localización a lo largo de la historia es el santo grial. En los últimos
años, una gran cantidad de bibliografía ha inundado las librerías hablando de la
búsqueda del grial, los templarios, los cátaros y otros misterios medievales, pero en
muchos casos sus argumentos han estado más cerca del sensacionalismo que de la
investigación histórica.
No hay ninguna otra leyenda medieval tan rica en simbolismo ni capaz de
cautivar nuestra imaginación con sus secretos como la historia del santo grial.
Conozcamos a continuación las leyendas asociadas a él y si existe alguna base
histórica que ratifique su existencia y posible ubicación.
La aparición del término santo grial tiene lugar en la Edad Media. El primer autor
en mencionarlo es el poeta francés Chrétien de Troyes ─de quien ya sabemos por
otros capítulos de este libro─, en su obra póstuma Li contes del Graal o El cuento del
Grial. Este roman artúrico inacabado es una larga narración en versos pareados
octosílabos, escrita entre 1177 y 1186 y protagonizada por los caballeros de la mesa
redonda Perceval y Gauvain.
Chrétien reconoce en la dedicatoria de El cuento del grial que redactó la obra por
encargo de Felipe de Flandes, conde de Alsacia, cuando ya era un escritor con una
vasta trayectoria. La novela establece claros paralelismos entre los personajes de
Perceval y Felipe de Flandes de un lado y el castillo del grial con el lejano reino de
Jerusalén de otro. Por entonces, la ciudad santa de Jerusalén estaba gobernada por
Balduino IV, un rey enfermo de lepra que se veía incapaz de contener los ataques de
Saladino y que había puesto en su primo hermano Felipe de Flandes todas las
esperanzas de salvar Tierra Santa. Entre septiembre de 1177 y abril de 1178 el conde
de Alsacia estuvo en Palestina pero decepcionó a los cruzados al declinar la regencia
del reino de Jerusalén; como había decepcionado Perceval con su silencio a los
moradores del castillo del grial que habían visto en él a su salvador. Las semejanzas
entre realidad y ficción se acentúan al analizar los lazos de parentesco: Perceval era
primo hermano del rey tullido o rey pescador, al igual que Felipe de Flandes lo era de
Balduino IV, el rey leproso de Jerusalén. Si las similitudes de Chrétien son
intencionadas, parece como si el autor instara a su mecenas a volver al reino de
Jerusalén para reparar su error, cosa que Perceval no pudo hacer en la novela.
Finalmente, Felipe de Flandes, avergonzado por su primera expedición, partió de
nuevo hacia Oriente en septiembre de 1190, pero murió de peste el 1 de junio de 1191
en la fortaleza de San Juan de Acre, un posible motivo de la interrupción del relato.
Perceval, en el episodio principal que daba título a la novela de Chrétien, llegó a
un fabuloso castillo en busca de albergue guiado por las indicaciones de dos
pescadores. El anfitrión resultó ser uno de los hombres que lo había guiado, llamado
el rey pescador. Durante la cena desfilaron ante ellos varios pajes que llevaban
consigo una lanza de cuya punta de hierro manaba una gota de sangre, candelabros de
oro y una doncella que sostenía entre sus manos un grial de oro puro con piedras
preciosas cuya claridad hizo palidecer la luz de los cirios de la sala. Perceval reprimió
su curiosidad por no parecer indiscreto y se abstuvo de formular las preguntas que
habrían resuelto el misterio: ¿por qué sangraba la lanza? y sobre todo ¿a quién servía
el grial? Al amanecer, Perceval despertó pero el castillo estaba desierto.
Es preciso aclarar que Perceval sabía muy bien lo que era el grial, en todo el
episodio del castillo no se pronunció la palabra en su presencia, pero al día siguiente
cuando una doncella le preguntó si lo había visto él respondió afirmativamente sin
dudarlo. El grial de Chrétien era un plato que la doncella sostenía entre sus dos
manos por los flancos y se caracterizaba por ser más ancho que profundo. El poeta
francés del siglo XIII Robert de Boron fue quien difundió la leyenda del grial como el
cáliz que contenía la sangre de Jesucristo.
En efecto, el objeto más comúnmente empleado para representar el grial ha sido
el cáliz con el que supuestamente Jesucristo hizo la misa de la última cena. Según el
relato de la Estoire dou graal o La historia del grial, escrita por Robert de Boron
entre 1205 y 1212, fue José de Arimatea quien en ese mismo cáliz también recogió la
sangre que manaba de las heridas de Jesús clavado en la cruz. Tras la resurrección del
maestro, José de Arimatea fue encarcelado acusado de haber robado su cuerpo.
Entonces, Jesucristo se le apareció en la cárcel iluminando la estancia y entregándole
el preciado vaso. Después de años de reclusión, José de Arimatea fue liberado y
embarcó en una nave rumbo a un lugar desconocido con el cáliz y acompañado por su
hermana Enygeus y su cuñado llamado Bron o Hebrón. Una revelación divina
anunció a José de Arimatea que su sobrino Alein sería el futuro guardián del vaso y
encomendó el sagrado cáliz a Bron, que fue llamado le Riche Pescheeur o el Rico
Pescador.
Una polémica teoría, defendida entre otros por el controvertido escritor inglés sir
Laurence Gardner, argumenta que los descendientes de Jesucristo son un linaje
dinástico que sobrevive hoy en día y que el término santo grial alude a la
descendencia directa de Jesús o Sangreal. Según Gardner, María Magdalena habría
sido la esposa terrenal de Jesucristo dando a luz a dos hijos llamados Jesús Justo y
Josefes. Después de la crucifixión, María Magdalena se habría exiliado al sur de
Francia, donde murió a los 60 años de edad, en el 63 d. C. José de Arimatea, hermano
de Jesucristo, habría sido el tutor de Jesús Justo y ambos habrían viajado a Britania
en el 49 d. C. El primer hijo de Jesús Justo recibió el nombre de Galains, el Alein de
la leyenda artúrica del grial según Gardner. Pero Galains guardó celibato y murió sin
descendencia por lo que la herencia del grial pasó al linaje de Josefes, continuador del
legado del rey pescador. Esta teoría defiende la interesante dicotomía entre una
Iglesia pública, representada por el apóstol Pedro y el papado, y una iglesia secreta,
representada por José de Arimatea y María Magdalena, portadores de la sangre real
de Jesucristo.


Pintura mural de La última cena, obra del polifacético Leonardo da Vinci entre 1494 y 1497. Jesús compartió con
los apóstoles el pan y el vino antes de la crucifixión, instituyendo el sacramento de la eucaristía. Actualmente,
diferentes ciudades europeas se disputan la titularidad del auténtico cáliz, entre ellas la española Valencia, las
italianas Génova y Lucca, así como las francesas Lyon y Reims.
Otra leyenda difundida a finales del siglo XII divulgó que san Felipe envió a José
de Arimatea con 12 discípulos a Britania para predicar la palabra de Jesucristo
después de la muerte y resurrección de este último. José de Arimatea se estableció
con el grial en Glastonbury, en el actual sureste de Inglaterra, edificando una iglesia
para albergar el preciado cáliz. En 1184 un desastroso incendio arrasó el monasterio
pero el rey inglés Enrique II concedió un privilegio para restaurarlo convirtiéndose
con los años en una poderosa abadía benedictina solo superada por Westminster. En
la leyenda de Lancelot y Ginebra ya mencionamos la posible correspondencia entre
Glastonbury con el mítico Avalon artúrico.
Una figura clave en la configuración simbólica del grial fue el poeta alemán
Wolfram von Eschenbach, que escribió entre 1205 y 1215 la obra Parzival,
inspiradora, quinientos años después, de la ópera titulada Parsifal, compuesta entre
1857 y 1882 por otro alemán, Richard Wagner, al que ya conocimos como autor del
ciclo de las cuatro óperas Der Ring des Nibelungen o el Anillo del Nibelungo.
Para Eschenbach, el grial era una piedra preciosa con poderes sobrenaturales que
tenía sus orígenes en una esmeralda caída de la corona de Lucifer después de ser
derrotado por el arcángel Miguel. Según el poema Parzival, la prodigiosa piedra
estaría en el castillo de Munsalvaesche o Monte de la Salvación. Se ha especulado
mucho sobre su localización y los investigadores han presentado alternativas tan
diferentes como la montaña de Montserrat, al noroeste de la ciudad de Barcelona, el
monasterio de San Juan de la Peña, en la actual provincia española de Huesca; Mont
Saint Michel, en el norte de Francia; o el bastión cátaro de Montsegur, del que
hablaremos en la próxima leyenda.
La leyenda del grial también fascinó a los nazis durante la Segunda Guerra
Mundial. La Ahnenerbe, la oficina del ocultismo nazi, gastaba millones de marcos en
buscar pruebas históricas de la supremacía de la raza aria, y el grial podía ser el
argumento definitivo. El 23 de octubre de 1940, Heinrich Himmler, el Reichsführer o
jefe de las SS, aterrizó en Barcelona. Seducido por la ópera Parsifal, representada en
Barcelona por primera vez la Nochevieja de 1913, Himmler estaba convencido de
que el castillo de Montsalvat wagneriano era ni más ni menos que el monasterio de
Montserrat. Aquella mañana visitó con su séquito la abadía, interrogó a los monjes
benedictinos convencido de que escondían el santo grial y, tras no encontrar lo que
buscaba, regresó a Alemania.
España es tierra de griales, y puede que el más conocido sea el cáliz de ágata
conservado en la catedral de Valencia. La tradición valenciana afirma que san Pedro
llevó el vaso sagrado de Jerusalén a Roma. En el siglo III, el papa Sixto II lo entregó a
su diácono Lorenzo, que lo envió a su Huesca natal. Durante la invasión musulmana
la reliquia fue protegida en las montañas del monasterio de San Juan de la Peña, hasta
que en 1399 el rey de la Corona de Aragón Martín el Humano reclamó el cáliz y lo
depositó en el palacio de la Aljafería de Zaragoza. Finalmente, en 1437 su custodia
fue a parar a la catedral de Valencia gracias a la donación del rey Alfonso IV el
Magnánimo para corresponder a la colaboración de las instituciones valencianas en la
conquista de Nápoles.
El grial valenciano permaneció oculto, por temor a los saqueos, durante la Guerra
de la Independencia (1808-1813) y la Guerra Civil (1936-1939). Hoy se custodia en
la capilla del Santo Cáliz de la catedral de Valencia desde 1916 y los dos últimos
pontífices de la curia romana han celebrado la eucaristía con él: Juan Pablo II el 8 de
noviembre de 1982 y Benedicto XVI el 8 julio de 2006.

Maqueta del Templo de Jerusalén expuesta en el monasterio de Montserrat. Heinrich Himmler, jefe nazi de las SS,
al verla durante su visita a Montserrat exclamó: «la primera banca», en un claro acto de desprecio al pueblo
judío.
El padre Andreu Ripol fue el monje benedictino que lo atendió y en varias entrevistas recordó que «Himmler era
un maleducado».
El interés por la leyenda del grial actualmente sigue viva, inspirando
producciones de la industria cinematográfica como Indiana Jones y la última cruzada
de Steven Spielberg en 1989, o El código Da Vinci en 2006, basada en el bestseller
del estadounidense Dan Brown. La literatura también ha cosechado grandes éxitos
como El péndulo de Foucault del italiano Umberto Eco, de 1988, o El círculo mágico
de la estadounidense Katherine Neville, 10 años posterior.

Santo Cáliz de la catedral de Valencia. La reliquia es una taza de ágata de colores cálidos que según los
arqueólogos está datada entre el 100 y el 50 a. C. Las asas, el pie de oro y las joyas que lo adornan son
aportaciones medievales.
La tradición sostiene que esta fue la copa que utilizó Jesucristo en la última cena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario