lunes, 1 de abril de 2019

Njörd, Rehén de los Ases.

Los Ases y los Vanes intercambiaron prisioneros tras la terrible guerra que habían
mantenido entre ellos, y que mientras Hoenir, el hermano de Odín, se había marchado a
vivir a Vanaheim, Njörd, junto a sus dos hijos, Frey y Freya, establecieron su hogar
definitivamente en Asgard.
Como gobernador de los vientos y del mar cercano a la costa, se le concedió a Njörd el
palacio de Noatun, cerca de la costa, desde donde se dice, acallaba las terribles
tempestades provocadas por Egir, el dios del mar profundo.
También extendía su protección especial sobre el comercio y la pesca, los dos oficios
que podían ser ejercidos ventajosamente sólo durante los cortos meses de verano, de los
cuales él estaba considerado en cierta medida la personificación.
El Dios del Verano.
A Njörd se le representa en el arte como un dios muy bien parecido, en la flor de su
vida, vestido con corta túnica verde, con un corona de conchas y algas sobre su cabeza o
un sombrero de ala marrón adornado con plumas de águila o de garza. Como
personificación del verano, se le invocaba para que aquietaran las furiosas tormentas
que azotaban las costas durante los meses invernales. También se le imploraba para que
acelerara el calor primaveral, para así extinguir los fuegos del invierno.

Ya que la agricultura se practicaba sólo durante los meses de verano, y principalmente
entre los fiordos y ensenadas, Njörd también era invocado para que favoreciera las
cosechas, pues se decía de él que se deleitaba ayudando a aquellos que confiaban en él.
La primera esposa de Njörd, según algunas autoridades, había sido su hermana Nerthus,
la Madre Tierra, que en Alemania se identificaba con Frigg, pero que en Escandinavia
era considerada como una divinidad aparte. Sin embargo, Njörd se vio obligado a
separarse de ella cuando se le requirió en Asgard, donde pasó a ocupar uno de los once
asientos de la gran sala de consejos, estando presente en todas las asambleas de los
dioses, retirándose a Noatun sólo cuando los Ases no precisaban de sus servicios.
En su casa de la costa, Njörd se deleitaba observando el vuelo de las gaviotas de acá
para allá y contemplando los gráciles movimientos de los cisnes, sus aves preferidas que
él consideraba sagrados. También empleaba muchas horas mirando los juegos de las
focas, que se acercaban hasta sus pies para tomar el sol.

Skadi, Diosa del Invierno.
Poco después del regreso de Idun de Thrymheim y la muerte de Thiazi dentro de los
límites de Asgard, la asamblea de los dioses se sorprendió y consternó en gran medida
al ver a Skadi, la hija del gigante, aparecer un día entre ellos para reclamar una
recompensa por la muerte de su padre. Aunque era hija del viejo y feo Hrimthurs, Skadi,
la diosa del invierno, era ciertamente muy bella, en su armadura plateada, con su
reluciente lanza, afiladas flechas, corto vestido de caza, polainas blancas de piel y
anchas raquetas de nieve. Los dioses no pudieron sino reconocer la justicia en su
demanda, tras lo cual le ofrecieron la compensación habitual en expiación. Skadi, sin
embargo, estaba tan enfurecida que al principio rehusó tal compromiso y severamente
reclamó vida por vida, hasta que Loki, deseando apaciguar su ira y pensando que si
conseguía que sus fríos labios se relajaran en una sonrisa, el resto sería fácil, comenzó a
hacer todo tipo de bromas. Atando un chivo a su cuerpo con una cuerda invisible,
realizó una serie de bufonadas que después el chivo reprodujo. La visión era tan
grotesca que todos los dioses rieron sonoramente, e incluso Skadi se vio forzada a
sonreír.
Aprovechándose de su estado de humor relajado, los dioses apuntaron al firmamento
donde los ojos de su padre brillaban como estrellas radiantes en el hemisferio Norte. Le
contaron a la diosa que lo habían colocado allí para mostrarle todos los respetos y
añadieron finalmente que ella podría elegir como esposo a cualquiera de los dioses
presentes de la asamblea, suponiendo que estuviera dispuesta a juzgar sus atractivos por
sus pies desnudos.
Con los ojos vendados, de manera que sólo pudiera ver los pies de los dioses que se
encontraban en círculo, Skadi miró a su alrededor y su vista se posó sobre un par de
hermosos pies. Estaba segura de que pertenecían a Balder, el dios de la luz, cuyo
luminoso rostro la había seducido y ella designó a su propietario como su elegido.
Cuando se le quitó la venda, sin embargo, descubrió para su desazón que había escogido
a Njörd, a quien fue prometida. A pesar de su decepción, ella pasó una feliz luna de miel
en Asgard, donde todos parecían deleitarse en honrarla. Tras esto, Njörd llevó a su
esposa a Noatun, donde el monótono sonido de las olas, los chillidos de la gaviotas y los
gritos de las focas perturbaron tanto el sueño de Skadi que, finalmente, declaró que le
era imposible permanecer allí más tiempo y le imploró a su esposo que la llevara de
regreso a su Thrymheim nativo.
Njörd, ansioso por complacer a su esposa, consintió en llevarla hasta Thrymheim y en
vivir allí con ella nueve noches de cada doce, si ella estaba dispuesta a pasar los tres
restantes con él en Noatun. Pero cuando llegaron a las regiones montañosas, el susurrar
del viento en los pinos, el atronar de las avalanchas, el crujir del hielo, el rugido de las
cascadas y el aullido de los lobos le resultaron a él tan insoportables como el mar le
había parecido a su esposa y no podía sino regocijarse cada vez que su temporada de
exilio concluía y se encontraba de nuevo en Noatun.

La Separación de Njörd y Skadi.
Durante algún tiempo Njörd y Skadi, los cuales son las personificaciones del verano y
del invierno, se alternaron de esa manera, pasando la esposa los tres cortos meses de
verano en el mar, permaneciendo él a regañadientes en Thrymheim junto a ella durante
los largos nueve meses de invierno. Pero concluyendo finalmente que sus gustos nunca
coincidirían, decidieron separarse para siempre, regresando ambos a sus respectivos
hogares, donde cada uno podía realizar las tareas que solía realizar usualmente.

Skadi reanudó entonces su acostumbrado pasatiempo de la caza, dejando sus dominios
de nuevo sólo para casarse con el Odín semihistórico, con el que tuvo un hijo de nombre
Seming, el primer rey de Noruega y el supuesto fundador de la estirpe real que gobernó
el país durante mucho tiempo.
Según otras versiones, sin embargo, Skadi terminó casándose con Uller, el dios del
invierno. Ya que Skadi era una diestra arquera, se la representaba con un arco y un
flecha y, como diosa de la caza, está generalmente acompañada por uno de los perros
esquimales con aspecto de lobo tan comunes en el Norte. Skadi era invocada por
cazadores y viajeros en invierno, cuyos trineos ella guiaba sobre la nieve y el hielo,
ayudándoles así a alcanzar su destino ilesos.
La cólera de Skadi contra los dioses, que habían matado a su padre, es un símbolo de la
inflexible rigidez de la tierra envuelta en hielo, la cual, suavizada finalmente por la
traviesa representación de Loki (el relámpago del verano), sonríe y accede al abrazo de
Njörd (verano). Su amor, sin embargo, no puede retenerla durante más de tres meses al
año (representado en el mito por las noches), ya que ella está siempre anhelando en
secreto las tormentas invernales y sus actividades acostumbradas entre las montañas.
El Culto a Njörd.
Se suponía que Njörd bendecía las embarcaciones que entraban y salían del puerto y sus
templos estaban situados en la costa. Allí se hacían normalmente juramentos en su
nombre y se brindaban también en su nombre en todos los banquetes, donde se le
mencionaba invariablemente junto a su hijo Frey.

Ya que se suponía que todas las plantas acuáticas le pertenecían, la esponja marina era
conocida en el Norte como "el guante de Njörd", un nombre que perduró hasta tiempos
recientes, cuando la misma planta fue rebautizada como la "mano de la Virgen".

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