La hija de Minos y de Pasífae (y por tanto hermana
de Ariadna y el Minotauro), se casó con Teseo, rey de Atenas.
Por influjo de Afrodita se enamoró apasionadamente de su
hijastro, el hijo de Teseo y la amazona, de Hipólito. Pero el joven,
casto y orgulloso, sólo se ocupa de la caza y desprecia todo lo
que tenga que ver con el amor y las mujeres. De modo especial
venera a la diosa Artemis, virgen y cazadora. Por eso Afrodita
ha resuelto castigarle. Cuando Fedra comunica a Hipólito su
pasión, él la rechaza con desdén. Temerosa de que su honor
quede manchado por la denuncia del joven, Fedra, ya desesperada,
escribe una nota a su marido acusando a Hipólito de
haber querido violarla y se suicida. Cuando Teseo encuentra a su
mujer muerta y lee su carta, destierra a Hipólito (que calla y no
se defiende). Teseo invoca al dios Poseidón para que castigue a
su hijo y, cuando éste pasa con su carro junto a la orilla marina,
surge del mar un terrible toro que espanta a sus caballos y los
desboca en un loco galope. Vuelca el carro e Hipólito muere.
(Finalmente Teseo sabrá la verdad. La diosa Artemis promete
tomar su venganza sobre un mortal amado de Afrodita.)
El mito trágico de Hipólito y Fedra ha sido llevado a escena
por muchos grandes escritores, desde el Hipólito de Eurípides
y la Fedra de Séneca, pasando por la Fedra de Racine. Estas son
las tres recreaciones trágicas más clásicas del mito, pero hay
muchas otras.
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