martes, 2 de abril de 2019

El disparo sobre el cadáver

Hermann Hesse

Había una vez un rey muy noble, sabio y rico, que tenía una esposa a la que
quería mucho; ella, sin considerar el amor que le debía, había parido a tres hijos fuera
de su matrimonio; éstos se rebelaban constantemente contra el rey y no se le parecían
en nada. Pero luego concibió un cuarto hijo de la semilla del rey, dio a luz y lo
amamantó. Ahora bien; cuando se hubo cerrado el ciclo de sus días, el rey murió y se
guardó su cuerpo real en un féretro. Después de su muerte los cuatro hijos citados
comenzaron a disputarse el gobierno del reino. Por fin llegaron a un acuerdo: irían a
ver a un anciano guerrero que antes había sido el escriba secreto del difunto rey, y
confiar simplemente en su decisión; y así sucedió. Después de escucharles
pacientemente, el guerrero les dijo:
—Escuchad mi consejo, y si lo seguís, todo estará bien. Será provechoso para
vosotros que saquéis el cadáver del difunto rey de su ataúd y que luego cada uno de
vosotros tenga preparados arco y flecha; que obtenga entonces su reino quien dispare
más profundamente sobre el cadáver.
Este consejo les gustó, desenterraron el cadáver de su tumba y lo sujetaron en un
árbol. El primero que tiró su flecha hirió la mano derecha del rey, por lo cual ya casi
se le proclamó único heredero y señor del reino. El segundo disparó su flecha
alegremente más cerca, en la cara, por lo cual se adjudicó el triunfo con mayor
certeza. El tercero, empero, traspasó el corazón del rey y creyó entonces que con toda
seguridad podría asumir el dominio sin que le contradijeran sus hermanos. Sin
embargo, cuando se acercó el cuarto al cadáver, suspiró gravemente y dijo con voz
lastimera:
—Ay, de mí, padre, que tengo que ver herido tu cadáver por tus propios hijos; que
sea ajena a mí la idea de que alguna vez tire sobre el cuerpo de mi padre, esté vivo o
muerto.
Después que hubo hablado así, los príncipes del país y todo el pueblo lo alzaron
juntamente y lo sentaron como verdadero heredero y señor del reino en el trono de su
padre; a los otros tres se les quitaron todas sus dignidades y todos sus bienes y se les
echó del país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario