Éste es un relato acerca de un típico héroe
aventurero, que triunfa de los monstruos y las asechanzas femeninas,
y obtiene con su audacia un reino y una princesa,
pero luego, llevado por su orgullo quiere ascender al Olimpo y
acaba precipitado desde lo más alto. No conservamos ningún
gran texto literario sobre las hazañas del corintio Belerofonte
—aunque Píndaro alude a ellas un par de veces (Olímpica, XII;
Istmica, Vil)— pero Apolodoro {Biblioteca, II, 3 ) resume bien
su carrera heroica, aunque no cuente el fin catastrófico del
héroe.
Belerofonte, hijo de Glauco, hijo de Sísifo, después de matar involuntariamente
a su hermano Delíades —al que algunos llaman Pirén y
otros Alcímenes— llegó ante Preto, quien lo purificó. Pero Estenebea
se enamoró de él y le mandó una invitación para un encuentro; como
él se rehusó, ella dijo a Preto que Belerofonte le había hecho propuestas
infames. Preto la creyó y entregó a Belerofonte una carta para
Yóbates, en la que había escrito que le diera muerte. Yóbates, al leer
la carta, le ordenó matar a la Quimera, esperando que la fiera acabaría
con él, ya que no era fácil de dominar por muchos y mucho menos
por uno solo: tenía la parte anterior de león, la cola de sierpe y en
medio del lomo una cabeza de cabra por la que arrojaba fuego. Devastaba
la región y destruía los ganados, pues era una sola bestia con
la fuerza de tres animales. Había nacido de Tifón y Equidnas según
relata Hesíodo. Belerofonte, montado en Pegaso, caballo alado nacido
de Medusa y Poseidón, elevándose por los aires, asaeteó desde allí
a la Quimera. Después de este encuentro, Yóbates le mandó combatir
contra los solimos y, una vez cumplida esta tarea, le ordenó luchar
contra las amazonas y como también destruyó a éstas, Yóbates escogió
a los licios más destacados por su valentía y les encargó que lo ma
taran tendiéndole una emboscada. Pero después de que todos ellos
hubieron sucumbido a manos de Belerofonte, Yóbates, admirado de
su fuerza, le mostró la carta y lo invitó a quedarse junto a él. Además
de entregarle por esposa a su hija Filónoe, al morir le legó su reino.
Como se ve por este resumen, Belerofonte es un héroe
aventurero —como Perseo o como Teseo, por ejemplo—.
Exiliado de Corinto por haber derramado sangre familiar (o
bien la del tirano Bélero, según otra versión, que explica etimológicamente
su nombre como el «matador de Belero»), va
a Licia, donde la mujer del rey Preto se enamora de él y, cuando
no se ve correspondida, lo calumnia ante su marido (motivo
de Fedra y de la mujer de Putifar). Preto no se atreve a matar
a su huésped y lo despacha con una carta para que otro
ejecute la sentencia. Pero éste, a su vez, prefiere enviarlo a
una empresa imposible (como Pelias a Jasón): dar muerte a
un monstruo famoso. El héroe captura al caballo alado Pegaso,
que le servirá de auxiliar mágico en la hazaña, y mata a la
Quimera. Triunfa luego de tres empresas arduas; dos expediciones
contra terribles gentes bárbaras y una contra los mejores
hombres de Yóbates. Al final, el rey mismo cede abrumado
por su valor y le confiesa la siniestra intriga, y le da a su
hija y su reino.
Como ya advertimos, Apolodoro no cuenta el final de nuestro
héroe. Píndaro lo hace —en la Istmica, VII, vs. 44 y ss.— en
una rápida mención, como ejemplo de ambición excesiva.
(«Cuando un humano aspira a demasiado, menguado resulta
para alcanzar la sede broncínea de los dioses.») Belerofonte,
fiado en sus éxitos y en su magnífico corcel alado, quiso ascender
al Olimpo y llegar junto a los dioses. Pero Zeus envió un
tábano sobre la grupa del blanco Pegaso y éste se revolvió en
los aires hasta expulsar a su jinete que cayó desde las alturas
remotas. Castigado por su hybris, así terminó estrellado y sin
alcanzar las estrellas. Demasiado alto voló Belerofonte, que
conquistó tanta fama y un reino, pero acabó comprobando
que, por más que uno tenga a mano un caballo con alas, hay
límites impuestos a la ambición heroica.
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