Una vez, bajo el Nuberu por entre la niebla y pusose encima de un peñasco. Estaba mirando el
cielo, cuando paso por allí un paisano, y al ver a aquel forastero le pregunto que de donde era y
como había podido sentarse en un sitio tan alto.
-Soy de Egipto y vivo en la ciudad del Grito. Me senté aquí porque baje entre la niebla.
-¿Y va usted a pasar ahí la noche?
-No, si tu me das posada.
-En mi pueblo no consentimos que nadie duerma encima de las peñas, venga usted conmigo- y le
hospedo en su casa.
El Nuberu levantose muy de mañana y dijo al paisano:
-Tengo que irme antes de que se quite la niebla. No se como pagarte el favor que me has hecho,
pero si vas a la ciudad del Grito, pregunta por Juan Cabrito.
Paso el tiempo y el paisano fue con dos amigos a comprar una pareja de bueyes a la ciudad del
Grito. Cuando llego a la ciudad llamo a la puerta de la mejor casa:
-Deo Gracias
-¿Quien?- respondió una mujer
-¿Vive aquí Juan Cabrito?
-Si, Juan Cabrito es mi marido, pero no esta en casa. Entra y espera un poco, luego vendrá.
El hombre entro. Y al poco tiempo llegaron los hijos del Nuberu y dijeron:
-Madre: A cristianito nos huele, ¿quien esta aquí?
-Un hombre que pregunta por tu padre; sin duda son amigos, hay que respetarle. Coged los
cuernos y los cencerros y vamos a la peña; se acerca la hora del grito; avisad a los vecinos.
En el centro de la ciudad hay una peña muy alta y sobre ella se pusieron las mujeres y los niños y
comenzaron a dar gritos y a tocar cuernos y cencerros para que el Nuberu se orientara entre la
niebla.
En medio de aquella gritería, bajó el Nuberu y se dirigió a su casa. Sentose en el escaño y dijo a
su mujer:
-Veno muy cansado; estuve sobre un pueblo de Asturias a las doce del día haciendo truenos para
echar una nube sobre el trigo en flor. En cuanto rompí dos truenos salió una mujer de una
casucha y comenzó a hacer cruces y mas cruces con pasta de pan sobre la pala del horno. Por
causa de tantas cruces no pude echar el pedral abajo, volviose contra mi. ¡Que cansado estoy!
-Calle- Le dijo la mujer- que hay un aquí un hombre de ese pueblo.
El Nuberu, enseguida que vio al hombre le reconoció y le dijo:
-¿Qué te trae por aquí, buen asturiano?
-Vine a comprar una pareja de bueyes y me acompañaron dos vecinos míos.
-Tus vecinos habrán muerto entre la niebla, y en cuanto a los bueyes que has venido a comprar,
yo te los regalo.
Y el Nuberu le regalo una pareja de bueyes pintos.
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