jueves, 14 de marzo de 2019

Rameses II y la princesa de Hatti

Desde el delta del Nilo hasta Nubia, los templos, estatuas y estelas impiden que
olvidemos que Egipto fue en un tiempo gobernado por Rameses II (1290-1224 a. de
C.). Su residencia del delta era, de hecho, tan opulenta que inspiraba grandes
alabanzas:
… El sol se levanta y se pone dentro de sus límites. Su oeste es el templo de Amón, su sur el
templo de Set, la diosa Astarté brilla en su este y la diosa Uadyet se muestra en su norte.
En los muros y pilones de la mayoría de sus templos puede leerse en pinturas y
jeroglíficos la versión oficial de la batalla del faraón contra los hititas en Qadesh,
junto al río Orontes en el 1285 a. de C. Pero a pesar de la maquinaria propagandística
ensalzando sus proezas, es evidente que su pretensión de desalojar a los hititas de
Siria y del norte del Líbano fracasó. Después de una especie de guerra fría, tanto
hititas como egipcios acordaron un pacto de no agresión, sellado oficialmente en
nombre de las divinidades de cada Estado en el 1269 a. de C. Treinta años más tarde,
unas estelas en Karnak, Elefantina y Abu Simbel proclaman una boda internacional
entre Rameses II y la hija del gran príncipe de Hatti (el rey hitita). Así, los dos
archienemigos ahora estaban reconciliados por un tratado legal y un matrimonio
diplomático. El relato egipcio pretende que el gran príncipe de Hatti, atribuyendo la
sequía de su país a la influencia de Rameses II sobre el dios hitita de las tormentas,
decide enviar a su hija a Egipto, junto con innumerables tributos. El faraón intercede
entonces ante el dios Set para que no haya tormentas durante el viaje de la princesa, y
por fin, a su llegada a Egipto, Rameses II queda conmocionado por la belleza de la
extranjera, anunciando que su status sería el de "Esposa del Rey", Maat-nefru-Re.
Parece que a ésta se le había unido además una segunda princesa hitita, que se
convirtió en otra esposa de Rameses II, acabando sus días en el harén real de la
provincia de Fayum.
Unos mil años después del histórico matrimonio, podemos seguir a Rameses II y
a la Maat-nefru-Re en la leyenda a través de una estela ptolemaica, hoy conservada
en el Museo del Louvre; dicha estela fue descubierta en un santuario actualmente
desaparecido cerca del templo de Jonsu en Karnak, y era una falsificación hecha por
los sacerdotes, que conocían el acontecimiento histórico de la princesa hitita,
recordando incluso un elemento de su nombre egipcio. El propósito de la estela
parece haber sido doble: enfatizar el orden jerárquico de las dos formas del dios
Jonsu y, ante las recientes conquistas persa y griega de Egipto, entregarse a un sutil
nacionalismo al situar el relato en la era de Rameses II, cuando un faraón nativo
gobernaba el país.
La estela empieza con una mezcolanza de datos entresacados de los reyes
Rameses II y Tutmosis IV. De Rameses II se dice que está en Naharin, una región del
Alto Éufrates. Históricamente, Rameses II nunca repitió los logros de Tutmosis I y
Desde el delta del Nilo hasta Nubia, los templos, estatuas y estelas impiden que
olvidemos que Egipto fue en un tiempo gobernado por Rameses II (1290-1224 a. de
C.). Su residencia del delta era, de hecho, tan opulenta que inspiraba grandes
alabanzas:
… El sol se levanta y se pone dentro de sus límites. Su oeste es el templo de Amón, su sur el
templo de Set, la diosa Astarté brilla en su este y la diosa Uadyet se muestra en su norte.
En los muros y pilones de la mayoría de sus templos puede leerse en pinturas y
jeroglíficos la versión oficial de la batalla del faraón contra los hititas en Qadesh,
junto al río Orontes en el 1285 a. de C. Pero a pesar de la maquinaria propagandística
ensalzando sus proezas, es evidente que su pretensión de desalojar a los hititas de
Siria y del norte del Líbano fracasó. Después de una especie de guerra fría, tanto
hititas como egipcios acordaron un pacto de no agresión, sellado oficialmente en
nombre de las divinidades de cada Estado en el 1269 a. de C. Treinta años más tarde,
unas estelas en Karnak, Elefantina y Abu Simbel proclaman una boda internacional
entre Rameses II y la hija del gran príncipe de Hatti (el rey hitita). Así, los dos
archienemigos ahora estaban reconciliados por un tratado legal y un matrimonio
diplomático. El relato egipcio pretende que el gran príncipe de Hatti, atribuyendo la
sequía de su país a la influencia de Rameses II sobre el dios hitita de las tormentas,
decide enviar a su hija a Egipto, junto con innumerables tributos. El faraón intercede
entonces ante el dios Set para que no haya tormentas durante el viaje de la princesa, y
por fin, a su llegada a Egipto, Rameses II queda conmocionado por la belleza de la
extranjera, anunciando que su status sería el de "Esposa del Rey", Maat-nefru-Re.
Parece que a ésta se le había unido además una segunda princesa hitita, que se
convirtió en otra esposa de Rameses II, acabando sus días en el harén real de la
provincia de Fayum.
Unos mil años después del histórico matrimonio, podemos seguir a Rameses II y
a la Maat-nefru-Re en la leyenda a través de una estela ptolemaica, hoy conservada
en el Museo del Louvre; dicha estela fue descubierta en un santuario actualmente
desaparecido cerca del templo de Jonsu en Karnak, y era una falsificación hecha por
los sacerdotes, que conocían el acontecimiento histórico de la princesa hitita,
recordando incluso un elemento de su nombre egipcio. El propósito de la estela
parece haber sido doble: enfatizar el orden jerárquico de las dos formas del dios
Jonsu y, ante las recientes conquistas persa y griega de Egipto, entregarse a un sutil
nacionalismo al situar el relato en la era de Rameses II, cuando un faraón nativo
gobernaba el país.
La estela empieza con una mezcolanza de datos entresacados de los reyes
Rameses II y Tutmosis IV. De Rameses II se dice que está en Naharin, una región del
Alto Éufrates. Históricamente, Rameses II nunca repitió los logros de Tutmosis I y
dios, en forma de halcón de oro, parece venir junto a él desde su santuario y remontar
el vuelo en dirección a Egipto. El príncipe comprende entonces su equivocación y
envía la estatua de regreso a Tebas con un gran tributo. A la llegada, "Jonsu el que
realiza los planes" entrega las dádivas de Bajtán al antiguo "Jonsu de Tebas Neferhotep",
excepto unas cuantas que sus sacerdotes retienen en concepto de comisión
por la dureza del viaje.

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