El Gran Espíritu creó al Bien y al Mal, que son dos hermanos.
El Bien se fue a crear las cosas bellas y todos los lugares placenteros.
El Mal trataba siempre de entorpecer los planes de su hermano.
Todos los lugares peligrosos y los malos frutos los creó el Mal. Estaba
siempre ocupado en perturbar la marcha del universo.
Hl Bien tenía paciencia suficiente para contrarrestar los ruines efectos
de las obras del Mal. Un día, pensando que esa labor no terminaba
nunca, determinó destruir a su hermano. No deseando hacer uso de la
violencia, se dio a meditar las formas que pudiera emplear para causar
la muerte del Mal. Al fin, halló la idea correcta, se fue a ver a su hermano,
y le propuso competir en una carrera entre los dos. El Mal consintió
y se fueron a buscar un lugar apropiado donde correr, y lo hallaron.
-Antes que empecemos la carrera, dime: ¿qué cosa es lo que más te
disgusta? -preguntó el Bien al Mal.
-Los cuernos de la serpiente -le respondió el Mal-. Y ahora dime:
¿qué cosa es lo que más daño te hace?
-La rosa salvaje -le respondió el Bien.
Entonces el Mal consiguió con su abuela Mishiken grandes cantidades
de la rosa salvaje y las puso en el camino que tomaría el Bien
durante la carrera, a veces en el suelo, a veces colgadas de los árboles
que atravesaban el camino. Mientras tanto, el Bien llenaba la senda que
tomaría el Mal con millares de cuernos de serpiente.
Entonces los hermanos comenzaron a discutir sobre quién arrancaría
primero en la gran carrera. Al final, el Bien salió primero y el Mal
le siguió.
Después de correr un rato, el Bien se sintió fatigado y se detuvo.
Para recuperar fuerzas, comenzó a comer de las rosas salvajes, que lo
revigorizaron, y así volvió a correr tanto que cansó al Mal, quien se
quedó sin aliento mientras gritaba a su hermano que detuviera su carrera
y lo esperara. Pero el Bien no le hizo caso y siguió corriendo.
Entre tanto, el Mal, que volvió a correr, encontraba dondequiera los
temidos cuernos de la serpiente. Entonces gritó otra vez a su hermano
pidiendo la suspensión de la carrera, pero el Bien no aceptó su petición
y continuó corriendo.
Al anochecer, el cansado Mal cayó al suelo, y así fue que su hermano
llegó primero a la meta.
El victorioso Bien se fue entonces a la casa de su abuela Mishiken y
la encontró de muy mal humor porque ella amaba más al Mal y estaba
muy disgustada por su derrota.
Alta la noche, el Mal llego y pidió permiso para entrar a la casa,
pero su hermano se lo negó.
-Entonces -dijo el Mal- me voy al noroeste y no me verás más.
Pero todo el que me siga se encontrará en mi mismo estado y nunca
retomará a la Tierra. La Muerte los guardará para siempre. Y después
que esto dijo, partió hacia la Tierra del Silencio.
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