Una mona, en el bosque, estaba mirando desde un
árbol a unos cazadores. Gozaba viendo y oyendo los disparos
que aquellos hacían con sus escopetas y pistolas.
Los cazadores, al término de su faena, resolvieron bañarse
en el río cercano, para lo cual dejaron sus armas, sus
piezas de caza y su ropa sobre la yerba, a cierta distancia
del río.
La mona, que los estaba viendo, se bajó del árbol y les
robó una pistola; luego, muy contenta, se puso a jugar con
el arma junto a su hijo, pero con tan mala suerte que tocó
el gatillo y salió el tiro matando almonito. La mona dio un
grito y cargando a su hijo se perdió llorando por el bosque.
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