sábado, 16 de marzo de 2019

Juego de pelota funesto (mito azteca)

-Juega a la pelota Huémac; juega con los dioses de la lluvia y la
Tierra.
Le dijeron los Tlaloque:
-¿Qué ganamos al jugar?
Huémac responde:
-Mis jades, mis plumajes de quetzal.
Luego los dioses dijeron:
-Eso mismo ganas tú: Nuestras verdes piedras finas, nuestras plumas
de quetzal.
Ya juegan a la pelota: Huémac el juego ganó.
Ya vienen los dioses a cambiar lo que han de dar a Huémac: en vez
de plumas de quetzal, le dan mazorcas tiernas de maíz; en lugar de plumas
finas, le dan mazorcas con verde hoja, con lo que dentro contienen.
Huémac recibir no quiso:
-¡No es eso lo que aposté! ¿No eran jades? ¿No eran plumas de
quetzal? ¡Eso quitadlo de aquí!
Dijeron los dioses:
-Bien, dadle jades; dadle plumas.
Y tomaron sus dones y se fueron llevando sus tesoros.
Y en el camino decían:
-Por cuatro años escondamos nuestras joyas: hambre y angustia han
de sufrir.
Y cayó hielo, tan alto que a la rodilla llegaba; se perdieron los sustentos
y en pleno estío cayó hielo. Y tal era el ardor del Sol que todo
seco quedó: árboles, cactos, agaves, y aun las piedras se partían estallando
ante el reverbero del Sol.

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