viernes, 29 de marzo de 2019

El rumor

Zeng Shen era discípulo de Confucio. Había emprendido un viaje por el reino de Fei.
Acaeció que en este país, un hombre, que llevaba su mismo nombre, cometió un
asesinato.
Un vecino de la madre del discípulo, que regresaba de un viaje, entró en casa de
la anciana y le dijo:
—He oído que han detenido a tu hijo por asesinato.
Sentada ante su telar, la señora Zeng contestó sin interrumpir su labor:
—Imposible. Mi hijo es incapaz de algo semejante.
Un poco más tarde, una vecina asomó la punta de la nariz por la ventana:
—Al parecer, tu hijo ha matado a alguien.
Esta vez, la anciana dejó de tejer y no dijo nada.
Por la tarde, un desconocido preguntó a un transeúnte, ante la puerta de la casa:
—¿Es aquí donde vive Zeng Shen el asesino?
A la mañana siguiente, la madre de Zeng Shen había preparado su bolsa. Y partió
a toda prisa hacia el reinó de Fei.
Puedes detener a tiempo la mano que va a golpearte.
Pero la lengua que te acusa, ¿cómo detenerla?

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