El creyente pueblo de Huaylas sigue la antigua costumbre
de ir al recibimiento de la Virgen de la Asunción,
cada año, el 31 de julio por la noche.
Acerca de esta costumbre se cuenta que de la ciudad de
Barcelona salieron tres imágenes de la Virgen y llegaron
hasta el departamento de Ancash. Según un relato tradicional,
se dice que una de ellas se cansó y se quedó en Huata,
la segunda en Pueblo Libre y la tercera se encaminó a
Huaylas. El día 31 por la mañana se presentó un hombre
anunciando a las personas que encontraba a su paso que la
Virgen viajaba con dirección a Huaylas. Los que lo escucharon
no dieron crédito a esta noticia; a las seis de la tarde
del mismo día sintieron un perfume extraordinario en el
aire, indicio que anunciaba la proximidad de la Virgen.
Entonces todo el pueblo se reunió; con la banda de
músicos fueron al encuentro, guiados por el perfume. A
un kilómetro de las afueras de la ciudad, en un sitio llamado
Palcanani («camino de puquiales»), encontraron a la
Virgen que, cansada por su viaje y con su vestido rasgado
por los espinos, los esperaba sonriente.
En medio de una contrita devoción e inmensa alegría
la llevaron al pueblo, proclamándola patrona del lugar.
Le ofrecieron como bienvenida quince días de alabanza,
culminando esta el 15 de agosto, que es el día de la
Asunción.
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